Me gusta Almodóvar. Su cine tiene un sello
estético inconfundible y algunos de sus guiones son magníficos. Pero sobre todo
veo en él un artista que bucea en su interior y ofrece aquello que tiene dentro
en cada momento. Esa personalidad se traduce en originalidad artística, uno de los genuinos rasgos de un creador. De todas sus películas hay una extraordinaria que tengo grabada y que me da
vergüenza decir cuántas veces he visto. Se trata de “Hable con ella”. Creo
que no ha habido mayor escándalo en el cine español que el cometido con esta
película. No sólo en los premios Goya se conformó con un Goya testimonial a la
mejor banda sonora, sino que enviamos como representante española a los Óscar “Los
lunes al sol”, que por supuesto pasó sin pena ni gloria por Hollywood mientras Almodóvar ganaba el Óscar al mejor guión original con “Hable con ella”,
además del Globo de Oro a la mejor película. Increíble que los miembros de la
Academia no supieran apreciarla. Menudo bochorno pasarían.
“Hable con ella” me permitió
descubrir a Darío Grandinetti, un actor argentino del que no tenía ni idea y
que me dejó impresionado. Su forma de interpretar a Marco es magistral. Gestos,
palabra reposada, sentimientos contenidos y desatados. Es colosal. Y la escena
de la velada nocturna con Caetano Veloso cantando “Cucurrucu Paloma” es tan
bella que, como le pasa a Marco, el hombre capaz de llorar, hace que te salten
las lágrimas. Y luego, naturalmente, está la interpretación de Javier Cámara,
que me tiene en el bolsillo desde “Ay, Señor, Señor” con Pajares. Esta película
de “hombres” de Almodóvar es para mí una de las obras maestras del cine español
y llevaba tiempo queriendo hacerle justicia.
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