lunes, 21 de septiembre de 2020

El reino

Este fin de semana mi mujer y yo hemos visto la película “El reino”, de Rodrigo Sorogoyen. No habíamos leído ninguna reseña, así que íbamos a ciegas en cuanto al argumento. Solo sabíamos que había recibido algunos premios Goya, entre ellos el de mejor actor protagonista para Antonio de la Torre, que efectivamente realiza una gran interpretación, y también el de mejor actor secundario para Luis Zahera, que a mi juicio lo borda. Luego he visto que Sorogoyen se llevó el de mejor director, es decir, la película ha sido un éxito rotundo.

Apenas comenzó nos llamó la atención, y nos gustó mucho, que una película española abordara por fin el tema de la corrupción política. Desde la primera escena ves ese mundo de favores y lealtades casi feudal del que todos participan y siempre con el objetivo de vivir a cuerpo de rey sin que les importen lo más mínimo los problemas reales de la gente. En ese mundo proliferan los navajazos, las luchas intestinas para medrar hundiendo a quien sea. Y eso le sucede al protagonista: han sacado a la luz unas grabaciones que dejan en evidencia sus manejos delictivos que pueden llevarle a prisión. Lejos de pensar que actuó mal y remorderle la conciencia, desde su óptica es evidente que es víctima de una traición interna y en su defensa está dispuesto a tirar de la manta y a sacar a la luz que él no es el único, que todo está podrido.

Los detalles de la historia no siempre están suficientemente claros, pero no importa, el espectador sabe lo esencial, porque está cansado de leer este tipo de historias en los periódicos. El director opta por una narración de ritmo trepidante en el que los personajes actúan como se espera de ellos, y la película termina siendo un reflejo fiel de la corrupción que se ha instalado en la política española.  El final de la película pretende invitar deliberadamente a la reflexión. El protagonista acude a una entrevista televisiva con pruebas inequívocas de corrupción que desea trasladar directamente a la opinión pública. La periodista que le entrevista (papel que interpreta Bárbara Lennie) no se conduce como a él le gustaría e incluso al final, alzando la voz, le plantea una pregunta con la que el director desea que acabe la película: “¿Usted se ha parado a pensar alguna vez, algún segundo de su vida, un instante, en todo este tiempo [desde que entró en política hacía quince años] lo que estaba haciendo?”.

Me parece una muy buena película, pero para que fuera verdaderamente redonda probablemente hubiera sido necesario profundizar más en el mundo de la política, lograr un perfil más completo de los personajes y mostrar mejor los códigos con los que conviven, pero quizá ello exigiría un planteamiento distinto al estilo “El Padrino”, es decir, palabras mayores. Sorogoyen ha sido muy valiente y ha abierto la veda. Ojalá se sigan proponiendo películas sobre la política en España. Como le he oído decir a Carlos Boyero, esta película era necesaria. Totalmente de acuerdo con él.

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