miércoles, 16 de diciembre de 2020

Cuidado con la despenalización de la eutanasia

El Gobierno está impulsando una ley de eutanasia que, según todo parece indicar, regulará y despenalizará el auxilio al suicido, lo que inmediatamente hará que se hable de un “derecho a la muerte”. Todos podemos imaginar situaciones dramáticas en las que una persona padece dolores insoportables e irreversibles que le hacen desear la muerte. Se trata de casos en los que la piedad conduciría a ayudar a una persona a morir, lo cual no está muy lejos de las medidas que se conocen como “cuidados paliativos”. Pero abrir la posibilidad a una libre disposición sobre la propia vida es muy peligroso. No quisiera realizar un juicio precipitado sobre este tema hasta que se apruebe la ley, pero sí me gustaría llamar la atención sobre una situación que puede producirse si la regulación consagra una amplia despenalización de la eutanasia.

En la vida puede llegarse a situaciones en las que una persona no puede valerse por sí misma y necesite cuidados que pueden ser muy costosos económica, física y psicológicamente. Hay personas que se crecen ante esta situación y ven el cuidado de sus seres queridos como una oportunidad de expresar el amor que sienten por ellos. En nuestros días esta actitud es cada vez menos frecuente, y tanto el enfermo como los familiares viven la situación como una desgracia que les supone numerosos problemas. Si se despenaliza la eutanasia no se debe descartar que el enfermo que rechace recurrir a ella sea visto por sus familiares como alguien cobarde e incluso egoísta. ¿Qué sentido tiene vivir cuando uno se halla postrado sin poder salir de casa y requiriendo cuidados que están suponiendo un gran coste económico y un desgaste personal para la familia?, esta es la reflexión que me temo que termine por imponerse en muchos casos si finalmente se despenaliza la eutanasia y se presenta como un “derecho a la muerte”.

El legislador no solo debe tener un respeto escrupuloso por los derechos fundamentales, cosa que habrá que ver si no quiebra con la regulación que se prepara, sino que hay que ser extremadamente prudentes a la hora de analizar no sólo los efectos directos, sino también los concomitantes de las medidas que se aprueben. La despenalización de la eutanasia, más allá de supuestos extremos que cuesta imaginar que no entren dentro de los “cuidados paliativos”, me parece sumamente peligrosa porque puede dejar indefensas a muchísimas personas que requieren cuidados, amor y generosidad, y no que les "inviten" a quitarse de en medio por medios incruentos. 

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