Apuramos las últimas horas de 2020 y, pese a que los
contagios han repuntado (totalmente previsible ante la ausencia de medidas
drásticas para evitar las reuniones navideñas) y la pandemia nos hará sufrir en
los próximos meses, veo el futuro con optimismo. Aunque todavía debemos comprobar la efectividad de las vacunas contra el coronavirus, impresiona ver cómo
la cooperación científica ha permitido contar con ellas en un tiempo récord. Quizá
tardemos algunos años en relacionarnos sin temor y sin mascarillas, pero estoy
convencido de que lo lograremos. La crisis que ha provocado esta enfermedad puede
haber servido para ver cosas importantes. La necesidad de pensar globalmente en
lo referente a enfermedades es patente. Recuerdo que cuando escuchábamos las
primeras noticias del virus en China me parecía algo lejano de lo que no
teníamos nada que temer. La lección debe ser bien aprendida y aplicada a
problemas como el cambio climático. Lo mismo que la humanidad ha colaborado
para encontrar una vacuna, hay que trabajar juntos para evitar una degradación
irreversible de nuestro planeta impulsando definitivamente las energías renovables.
También hay que reflexionar sobre las oportunidades que puede conllevar el
teletrabajo. Por una parte, hay quienes lo ven como un camino a la despersonalización,
porque en las relaciones personales es fundamental la presencia corporal. No les
falta razón, pero también es cierto que el teletrabajo puede favorecer la
conciliación del trabajo y la vida familiar, lo cual es extremadamente
importante. La pandemia ha provocado enfermedades mentales, sobre todo ansiedad
y depresión, pero este tipo de situaciones, si se enfocan adecuadamente, pueden
ser una ocasión decisiva para crecer como persona. Ojalá la pandemia haya sido
aprovechada para el crecimiento espiritual. Tengo la impresión de que más allá
de los irresponsables e impacientes que no han querido aceptar la realidad, la
pandemia ha hecho que muchas personas se hayan tenido que encontrar consigo
mismas. Decía un profesor mío hace bastantes años que “el siglo XXI será el siglo del espíritu o no será”. Cada vez estoy
más convencido de que tenía razón.
jueves, 31 de diciembre de 2020
Mirando al futuro con optimismo
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