martes, 16 de febrero de 2021

Defienden a Pablo Hasél y viven contra la verdad

No entro a valorar si los tuits de Pablo Hasél están amparados por el derecho a la libre expresión e información, aunque atribuir delitos como asesinar y torturar sin aportar pruebas no forma parte del derecho a la libre información, que nunca puede amparar la calumnia. Pero, ya digo, me da exactamente igual. Aunque sus insultos y críticas a la monarquía quedaran amparadas por la libre expresión, su lenguaje violento y soez denota falta de educación y nulo talento artístico. Defender a este mamarracho como si fuera un luchador por la libertad como en su día lo fue, por ejemplo, Marcelino Camacho, deja bien patente la inversión de valores y de referentes públicos que se vive en nuestra sociedad. 

Cientos o miles de jóvenes se han echado a las calles de Barcelona quemando contenedores para defender a este sujeto enarbolando la bandera de la libre expresión. Probablemente se trata de los mismos que justifican que se luche contra Vox pegándoles una patada en la boca y que han boicoteado los mítines de este partido que sí constituyen un ejercicio legítimo de la libre expresión. Estos niñatos que tienen la gran suerte de vivir en democracia y de poder decir lo que piensan con entera libertad se encuentran con que el siniestro Pablo Iglesias los azuza con el mantra falaz de que España no es una democracia plena. El problema es que teniendo la verdad a su alcance prefieren la mentira. Esto me recuerda a las relaciones del hombre con la verdad que tan bien explica Julián Marías. Aunque parezca paradójico, el hombre puede vivir “contra la verdad”, puede rechazarla. Les cito este pasaje de Introducción a la filosofía:

Es posible una situación extremadamente anormal y paradójica, que es la de vivir contra la verdad. Y es –no nos engañemos- la dominante en nuestra época. Se afirma y quiere la falsedad a sabiendas, por serlo; se la acepta tácticamente, aunque proceda del adversario, y se admite el diálogo con ella: nunca con la verdad. Esta es sentida por innumerables masas como la gran enemiga, y contra ella es fácil lograr el acuerdo (…). ¿Por qué esta voluntaria adscripción a la mentira en cuanto tal? La razón no es demasiado oculta: en el fondo, se trata simplemente del miedo a la verdad. El hombre que vive sobre un supuesto de ideas y creencias de cuya falsedad está íntimamente convencido, o que al menos sospecha, y que no tiene el ánimo necesario para vivir en la duda y a la intemperie, para sentirse perdido, aplazar decisiones y ponerse a realizar esa faena inexorable que es el pensar –inexorable, porque cuando es auténtico no admite componendas y solo se aquieta con la verdad misma-; cuando no tiene ese ánimo, digo, huye de la verdad y la persigue, porque adivina que su mera presencia arruina el irreal fundamento de su vida”.

Vivimos rodeados de mentiras y de mentirosos. Las “fake news” y la tolerancia a las mismas cuando no su disfrute es un fenómeno generalizado. Los independentistas mienten y su electorado acepta borreguilmente sus mentiras. El Presidente del Gobierno ha llegado al poder mintiendo continuamente, y sabemos que lo seguirá haciendo si le interesa para seguir en el poder. Cada vez que Fernando Simón abre la boca sabemos que no podemos confiar en su palabra, y allí sigue después de todo lo que ha dicho. Nadie quiere ver la verdad sobre las pensiones o sobre el drama del envejecimiento de la población. Tampoco se quiere saber la verdad sobre los muertos que ha provocado la pandemia. Es desolador. Llegará un momento en que la mentira no nos sirva. La cuestión como sociedad es cuándo y cómo se producirá el golpe que nos exigirá despertar y afrontar la realidad.

lunes, 15 de febrero de 2021

Triunfo de pacotilla

En las elecciones autonómicas de 2017 Ciudadanos obtuvo treinta y seis escaños. ¿Qué hizo con ellos Arrimadas siguiendo la estrategia diseñada por Rivera? Preparó las maletas y se marchó a Madrid. En las elecciones de ayer se quedó en seis escaños. A nadie puede sorprender que en menos de cuatro años y sin gobernar haya sufrido semejante debacle. ¿Qué han hecho sus votantes? Muchos han pensado que no vale la pena arriesgar la salud para ir a votar; otros han colaborado al triunfo de pacotilla del PSC; los más guerreros han apostado por armar ruido votando a Vox. Todo absolutamente inútil si de lo que se trata es de desplazar al independentismo del poder. La solución al problema catalán pasa por la ruina, no hay otro camino que dejar que los catalanes sigan experimentando la decadencia, porque la autonomía política hace posible que el zangolotino Pere Aragonés vaya, con toda probabilidad, a ser el próximo presidente de la Generalitat de Catalunya. Respecto al triunfo del independentismo, ninguna novedad. ¿Acaso alguien se puede sorprender del resultado? Eso sí, una participación de poco más del cincuenta por ciento no puede respaldar un proyecto de ruptura. Seguirán reclamando un referéndum y Sánchez y el que venga se lo negará o todo lo más ofrecerá un giliestatut. 

Hay quienes ven en el resultado de Vox una enmienda a la totalidad a la estrategia de Casado contra Vox. No estoy de acuerdo. Vox ha sacado un buen resultado en Cataluña porque mucha gente allí quiere mostrar su hartazgo con el independentismo y Vox es el partido que mejor canaliza ese sentimiento, sin que el PP pueda competir por ese espacio. A Vox se le vota con las vísceras y eso es sencillamente lo que ha pasado. Desgraciadamente esa visceralidad se extiende por toda España y lleva a que Vox siga aumentando sus expectativas electorales. El PP hace bien en no sumarse a esa corriente que no conduce a nada bueno, sino que debe conformar una alternativa al PSOE con gente capaz y con un discurso político claro y bien articulado. Si lo hace, ese votante de Vox puede que le vote en unas elecciones generales. El problema es que Pablo Casado es un joven que sólo ha sabido vivir de la política. Es un buen parlamentario, pero sus dotes de liderazgo están por demostrar. En mi opinión, ante la deriva que está tomando Pablo Iglesias, el PP debía haber mostrado su disposición a apoyar parlamentariamente a Sánchez si rompe con Podemos. Lamentablemente, Ciudadanos carece de peso y la inercia electoral puede que le lleve a desaparecer o a ser residual. Si eso sucede el PP tendrá el reto de presentarse como alternativa y como posible socio de gobierno al mismo tiempo, es decir, debe ser capaz de hacer de PP o de Ciudadanos llegado el caso.

lunes, 8 de febrero de 2021

La marmota catalana

Los ciudadanos pacíficos y sensatos que viven en Cataluña tienen sobradas razones para estar preocupados por la deriva que allí se vive. El acoso a Vox recuerda el ambiente hostil del mundo etarra en el País Vasco contra todos los que se sentían españoles. No debe de ser nada fácil estar allí y saber que por una u otras razones los independentistas van a seguir gobernando y permitiendo que se pudra la convivencia y la prosperidad. Los socialistas han creído que celebrar las elecciones autonómicas este mes favorecía sus intereses sin importarles nada el lógico temor de los ciudadanos a participar en mesas electorales y, también, en ir a votar. Cabe suponer que la abstención será altísima y dudo mucho de que beneficie a los partidos constitucionalistas. Si a ello unimos que el sistema electoral prima el voto de las zonas rurales donde domina el independentismo, el resultado es bastante predecible. 

El independentismo va a lograr que Cataluña siga perdiendo peso dentro de España sin conseguir sus objetivos. Es difícil saber cómo actuar siendo un catalán sensato que observa con pavor esta situación. Salir de allí e irse a cualquier otro lugar es tentador, como hicieron todos los vascos que abandonaron su tierra hartos de vivir sin libertad. Pero de este modo los intolerantes consiguen sus objetivos. Eso sí, si uno no es catalán y puede marcharse a otro lugar, yo desde luego iría preparando las maletas.

lunes, 1 de febrero de 2021

Patada a seguir o apuesta por la excelencia

Viene resultando habitual que algunas personas se refieran a nuestros jóvenes diciendo que son la generación mejor formada y que, por ello, es doloroso ver que tienen tan pocas oportunidades de encontrar un empleo digno. No es verdad, no son en absoluto la generación mejor formada: justo lo contrario, tienen una formación más que mediocre y, sobre todo, una preocupante incapacidad para estudiar con atención sostenida durante un período largo de tiempo sin sucumbir a las distracciones. Así lo confirmarán la mayor parte de los profesores universitarios a los que les pregunten. ¿Cuál es la razón de ello? Por una parte, la educación primaria y secundaria se ha degradado en sus contenidos curriculares eliminando contenidos esenciales o reduciéndolos al máximo. Por otra parte, la falta de disciplina y de respeto a los profesores, y las constantes interferencias de la tecnología, dificultan que niños y jóvenes cultiven las habilidades de expresión escrita y oral a través del fomento de la lectura, y el pensamiento abstracto y la reflexión imprescindible para el éxito en materias como las matemáticas.

A pesar de todas las carencias, muchos llegan a la Universidad, que les abre sus puertas de par en par deseosa de ingresar dinero en concepto de matrícula, al igual que acoge a todos aquellos mayores de veinticinco o cuarenta años que desean lograr un título universitario y ven como un sueño cumplido haber superado los exámenes de acceso. Las universidades, necesitadas de ingresos por matrícula, renuncian de entrada a ser centros de excelencia y juegan con las ilusiones y el dinero de muchas personas a quienes se les ha hecho creer que son capaces de estudiar una carrera universitaria. A partir de entonces, pueden pasar dos cosas. Hay profesores que, conscientes de que suspender les trae dificultades, deciden no complicarse la vida, aplican a su trabajo una “patada a seguir” de rugby y colaboran a engrosar la bola de nieve del gigantesco y temerario engaño. Con ello aumentan la presión sobre aquellos que creen que su responsabilidad hacia la sociedad como empleados públicos reclama un nivel mínimo de exigencia que cada vez menos estudiantes pueden alcanzar. El inevitable y merecido “suspenso” supone el despertar del sueño para muchos de los estudiantes que en realidad nunca pasaron de ser alumnos que viajaban en un mullido vagón hacia el despeñadero académico. En esta situación se halla actualmente la Universidad española: patada a seguir o resistencia frente a la degradación.