La subida de costes es inasumible para camioneros, pescadores, trabajadores del campo y muchos otros sectores de la actividad productiva, al igual que para consumidores que viven con pensiones escuálidas y que ya no saben qué hacer para llegar a fin de mes. Ante esta situación, agravada por la Guerra de Ucrania, el Gobierno se resiste a bajar los impuestos, pese a que la recaudación ha aumentado mucho debido a la inflación. Esa voracidad del Gobierno no es ninguna sorpresa y permite que los españoles tomen nota del modelo de sociedad al que pretenden conducirnos socialistas y podemitas: la España subvencionada. El Gobierno no baja los impuestos, sino que aprovecha la recaudación para subvencionar a los afectados, que de este modo dependen de la teta del Estado y pueden llegar a convertirse en votantes cautivos. Eso es lo que propone el Gobierno a los camioneros, que lo rechazan y piden que se supriman o bajen los impuestos a los carburantes para compensar su subida. Prefieren, como es natural, no tener que sacar el dinero de su bolsillo antes que recibirlo del Estado. Y luego está la comunista Yolanda Díaz quien, además de subvenciones, ante la imposibilidad de rebajar el precio de la luz, propone crear un nuevo impuesto para las eléctricas, de modo que se recauda más y se puede subvencionar el precio de la luz a los que ellos consideren más vulnerables. Las encuestas vienen destacando la subida en intención de voto de Vox. Dado el desastre que suponía Pablo Casado, hasta cierto punto lo podía entender, pero me parecía una subida exagerada. Poniéndome en el lugar de tantos sectores productivos que se están arruinando, veo con toda claridad que la subida de Vox es real, porque este partido está representando la oposición más dura a un Gobierno que está empezando a generar indignación, no solo malestar.
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