Últimamente suelo escuchar el programa de radio de Julia Otero mientras conduzco. Con bastante frecuencia participa en las tertulias Celia Villalobos, antigua ministra de sanidad con el PP y actualmente diputada en el congreso por el mismo partido. El tema de tertulia del lunes fue si en España hacen falta partidos bisagra de carácter nacional como UPyD. Como es habitual en ella, Celia Villalobos pretendió ofrecer una imagen populista e independiente en su forma de expresarse. Lo primero lo consigue siempre: escuchándola uno tiene la completa certeza de que cualquier española puede llegar a ministra de sanidad. Pero tragarse que Villalobos aporta opiniones independientes es harina de otro costal. Sus alusiones a Rosa Díez y a UPyD revelaron la ortodoxia del mensaje pepero cuando se trata de UPyD, y reflejan con toda claridad el temor que este partido está provocando en las filas populares (y también cada vez más en el PSOE). Villalobos criticó a UPyD porque, según ella, es un partido sin entidad propia, es decir, UPyD es el partido de Rosa Díez, y hasta tal punto llegaría este personalismo que condiciona la elección del rosa como color del logotipo del partido. La crítica se diluye apenas se contrasta con la realidad.
El pasado fin de semana UPyD celebró su primer congreso nacional en el que se presentaron dos candidaturas a la dirección nacional, y, además, votaron todos sus afiliados, todo un ejemplo de democracia interna. Rosa Díez salió elegida por un respaldo de aproximadamente el 82%. ¿Lo comparamos con el PP señora Villalobos? No es posible hacerlo sin abochornarse. Todo el mundo sabe que Rajoy utilizó los resortes del poder para evitar confrontar su candidatura con ninguna otra. ¿Acaso deberíamos llamar al PP el partido de Rajoy? Pues mayores motivos tenemos para hacerlo de los que hay para llamar a UPyD el partido de Rosa Díez.