Vi esta película por primera vez el año de su estreno, en el festival de cine de Elche. El propio director, José Luis Garci, la presentó en el Gran Teatro, que fue donde se proyectó. Dirigió a los presentes unas breves palabras haciendo gala de una excelente capacidad de comunicación. “Tiovivo c. 1950” me gustó desde el principio, pero era una película tan densa, con tantas historias entrelazadas y tantos detalles, que sabía que necesitaba al menos un segundo visionado, como sucede con tantas obras de arte, para apreciarla correctamente. Hace algunos meses aproveché que la programaron en la televisión para grabarla. Desde entonces la habré visto unas cinco veces, y cada vez disfruto más con esos retales de vida española del Madrid de los cincuenta que nos ha regalado Garci. Las películas son un instrumento magnífico para trasladarnos a otro tiempo, y cuando haces ese viaje de la mano de un narrador veraz, capaz de mostrar con precisión la profundidad de lo sencillo, y con exquisito sentido estético, entonces puedes estar seguro de que ese viaje se alojará en tu memoria. Así me sucede. Recuerdo muchos detalles, y estoy seguro de que iré descubriendo más conforme la vuelva a ver, porque realmente se puede decir que esta película no tiene desperdicio. La armonía no se pierde ni cuando introduce sus escenas más surrealistas, como la del toreo de salón y la de los ruidos de las averías de un coche. En resumen, a mi juicio una obra maestra.
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