No puedo decir que me sorprenda la polémica que ha generado estos días la prohibición del velo islámico en un colegio. A mi juicio la solución es clara: como certeramente ha declarado el portavoz de la conferencia episcopal española, las niñas tienen derecho a asistir a clase con el velo. En efecto, el derecho a la libertad religiosa no se ejerce únicamente en un ámbito privado, sino que toda persona tiene derecho a vivir conforme a sus creencias respetando la estructura de la sociedad en que se halla. En este caso no veo que asistir a clase con un velo impida un normal desarrollo de la enseñanza, al margen de que dicha prenda no simboliza ninguna sumisión de la mujer que vedaría nuestra Constitución.
Algunas opiniones insisten en que hay que respetar el reglamento del centro, y otras inciden en que si nadie puede vestir a su antojo también es lícito prohibir el velo. Ambos argumentos son fácilmente refutables. Como es evidente, el derecho a la libertad religiosa –del que también son titulares los menores de edad- consagrado en la Constitución no puede ser vulnerado por un simple reglamento escolar. Por otra parte, es razonable que los colegios puedan establecer normas respecto a la vestimenta de sus alumnos y decidir, por ejemplo, que venir a clase con una camiseta zarrapastrosa no es adecuado, o exigir uniforme. Ahora bien, no hay que olvidar que el zarrapastroso no ejerce el derecho a la libertad religiosa, y que la exigencia de uniforme es compatible con llevar el velo. Si en lugar del velo se tratara de una prenda religiosa que impide llevar el uniforme de un centro el asunto adquiriría un nuevo cariz. Aquí habría que plantearse el papel que desempeña el uniforme en el proceso de enseñanza, y la posibilidad de adaptar el uniforme a las exigencias de vestimenta propias de la religión en cuestión.
Pero sin duda en este tema lo más importante es subrayar que el hecho de que finalmente las niñas acudan al colegio con el velo es una muestra de la fortaleza de nuestra democracia, y en modo alguno una cesión más frente al mundo musulmán. El respeto y la valoración positiva del fenómeno religioso enriquece nuestra sociedad, cosa que como es sabido no sucede con el laicismo beligerante francés que pretende erradicar los símbolos religiosos del espacio público. Precisamente por ello no me sorprende en absoluto que la conferencia episcopal haya defendido públicamente el derecho a acudir a clase con el velo islámico, pues como ustedes saben Zetapé pretende aprobar próximamente una nueva ley de libertad religiosa. Para echarse a temblar…
Algunas opiniones insisten en que hay que respetar el reglamento del centro, y otras inciden en que si nadie puede vestir a su antojo también es lícito prohibir el velo. Ambos argumentos son fácilmente refutables. Como es evidente, el derecho a la libertad religiosa –del que también son titulares los menores de edad- consagrado en la Constitución no puede ser vulnerado por un simple reglamento escolar. Por otra parte, es razonable que los colegios puedan establecer normas respecto a la vestimenta de sus alumnos y decidir, por ejemplo, que venir a clase con una camiseta zarrapastrosa no es adecuado, o exigir uniforme. Ahora bien, no hay que olvidar que el zarrapastroso no ejerce el derecho a la libertad religiosa, y que la exigencia de uniforme es compatible con llevar el velo. Si en lugar del velo se tratara de una prenda religiosa que impide llevar el uniforme de un centro el asunto adquiriría un nuevo cariz. Aquí habría que plantearse el papel que desempeña el uniforme en el proceso de enseñanza, y la posibilidad de adaptar el uniforme a las exigencias de vestimenta propias de la religión en cuestión.
Pero sin duda en este tema lo más importante es subrayar que el hecho de que finalmente las niñas acudan al colegio con el velo es una muestra de la fortaleza de nuestra democracia, y en modo alguno una cesión más frente al mundo musulmán. El respeto y la valoración positiva del fenómeno religioso enriquece nuestra sociedad, cosa que como es sabido no sucede con el laicismo beligerante francés que pretende erradicar los símbolos religiosos del espacio público. Precisamente por ello no me sorprende en absoluto que la conferencia episcopal haya defendido públicamente el derecho a acudir a clase con el velo islámico, pues como ustedes saben Zetapé pretende aprobar próximamente una nueva ley de libertad religiosa. Para echarse a temblar…