miércoles, 26 de marzo de 2014

Suárez y la concordia

Adolfo Suárez merece el agradecimiento que le ha brindado el pueblo español. De buena gana me hubiera sumado a todos los que le han rendido homenaje con su presencia en el Congreso de los Diputados antes de ser enterrado. Por lo que he podido ver, los funerales de Estado han estado bien organizados, reflejando esa sobriedad y dignidad genuinamente española, y, salvo tres o cuatro idiotas que no merecen ni ser mencionados, políticos y representantes de las instituciones del Estado han estado a la altura de las circunstancias.

“La concordia fue posible” reza el epitafio de la tumba que Suárez comparte con su esposa. Los españoles hemos demostrado estos días que no estamos dispuestos a olvidar este legado, que aunque algunos políticos jueguen a aprendiz de brujo la sociedad española no va a permitir que se quiebre la concordia y que el que lo intente lo pagará electoralmente. Hacen falta nuevos proyectos nacionales, pero todo pasa por preservar la concordia. Tienen que existir esos puentes de entendimiento en lo esencial que canalicen las discrepancias políticas, las relativicen y permitan reconducirlas. La concordia remite también a la importancia de evitar ofensas innecesarias al adversario político, cediendo incluso en aquello que no afecta al núcleo de nuestra posición. Sin concordia no hay nación, así que Suárez merece nuestro agradecimiento porque permitió que la nación española volviera a tomar posesión de sí misma y se proyectara en una etapa de prosperidad que, pese a sus sombras y errores, hay que valorar como enormemente positiva.

martes, 11 de marzo de 2014

La beatería en la defensa de la vida

Suelo utilizar el famoso caso del niño testigo de Jehová, que falleció tras un periplo hospitalario en el que nadie se decidió a aplicarle una transfusión cuyos padres no aprobaban debido a sus convicciones religiosas, para analizar la diferente forma de encauzar el razonamiento jurídico por parte de los distintos órganos jurisdiccionales que se pronunciaron sobre el asunto. Los estudiantes dan por sentado que se asiste a un conflicto entre el derecho a la vida y el derecho a la libertad religiosa, de acuerdo con el planteamiento de los propios tribunales. Y en esos términos la mayoría considera que debía prevalecer el derecho a la vida y piensan además que los padres tenían la obligación de convencer a su hijo de que aceptara la transfusión, porque la vida está por encima de todo. Cuando explicas que no siempre que uno se muere se lesiona el derecho a la vida y observas que los padres y el propio niño no querían la muerte, sino que en realidad querían vivir, pero utilizando un tratamiento compatible con sus creencias, alguno cambia de opinión, pero la mayoría insiste en que había que transfundirle a la fuerza, y en que los padres tenían la obligación de convencerle para que cambiara de opinión.

Ayer veíamos en Orihuela, en la asignatura “Deontología en la Administración Pública”, “Los intocables”, la película de Brian de Palma protagonizada por Kevin Costner y Sean Connery, entre otros, que recrea cómo Elliot Ness y su reducido equipo de colaboradores lograron encarcelar a Al Capone. Junto a Ness, destaca el personaje de Mallone, el veterano policía que decide arriesgar sus últimos años de servicio antes de la jubilación para acabar con el famoso gánster que aterroriza Chicago. Mallone sabe que ponerle el cascabel al “gato” Capone incluye un riesgo muy cierto de zarpazo que le lleve a la tumba, como así sucede finalmente, pero tiene el coraje de aceptar el reto porque ¡qué demonios! de algo hay que morir. ¿Valió la pena su sacrificio? En este caso parece que sí. Y qué sucede cuando pensamos en un hombre joven, casado y padre como Gregorio Ordóñez, que tuvo los arrestos para dedicarse a la política en el País Vasco sin ceder al chantaje de ETA. Dejó viuda y huérfano cuando fácilmente se podría haber ido a vivir plácidamente a cualquier otro lugar. ¿Valió la pena? ¿Vale la pena arriesgar la vida en tantas situaciones que nos exigen coraje cívico, jugársela como Gary Cooper en “Sólo ante el peligro” sin mirar hacia otro lado? Mi respuesta es un SÍ como una catedral, por muy difícil que sea, aunque soy el primero en comprender que somos débiles y cagarse en los pantalones es lo más normal. Pero precisamente porque pienso así y creo que es muy importante que haya gente capaz de dar el paso cuando las circunstancias lo requieren abomino de esta beatería animalizante en defensa de la vida.

¿La vida por encima de todo? Quien así piensa renuncia a ver en el ser humano lo que nos es más propio, nuestra condición de persona. Como ha destacado reiteradamente Julián Marías, el ser humano, a diferencia de los animales, no sólo vive una vida biológica, sino que sobre todo vive una vida biográfica, única e intransferible, como corresponde a la persona. La vida personal implica proyectos vitales, coherencia con los mismos, decisión, etc., con el fin de cumplir con nuestros objetivos y en última instancia ser fiel a nuestra vocación. En nuestra vida pueden presentarse situaciones, lógicamente no deseadas, en las que esa coherencia vital biográfica ponga en riesgo nuestra vida biológica. Cuando eso sucede, poner por encima de cualquier otra consideración la vida biológica es una actitud animalizante y despersonalizadora. En ocasiones arriesgarse a morir es la única manera de vivir (humanamente, se entiende, es decir, personalmente), y resulta embarazoso tener que recordar algo que debería ser elemental, pero que tengo la impresión de que está olvidado. Creo que la formación en deontología debe contribuir a paliar este inversión de valores luchando contra las más diversas formas de despersonalización que se presentan en nuestra vida, entre las cuales se halla esta beatería en defensa de la vida que de ser interiorizada nos puede llegar a recluir en casita cuando la dignidad exige, pongamos por caso, irse a la barricada y jugarse el pellejo. 

domingo, 9 de marzo de 2014

El impresionante episodio de “Cuéntame” en que se descubre la infidelidad de Antonio

Estoy todavía impactado por el último episodio de “Cuéntame”, en el que Merche descubre la infidelidad de Antonio justamente la noche del triunfo electoral del PSOE en las elecciones generales de 1982. De hecho me parece tan bueno que no me he resistido a verlo por segunda vez para disfrutar de los detalles. Leo por ahí que los “fans” de la serie andan entre el shock y la indignación. Incluso se comenta amargamente que de quién podemos fiarnos si nos falla Antonio Alcántara. Desde luego quien lo haya dicho no es un “pata negra” de la serie, ya que el bueno de Antoñito tuvo una aventura –creo recordar que en Bilbao- cuando dirigía la imprenta y ésta iba viento en popa, y le fue infiel -emocionalmente- con Elisa, papel interpretado por Emma Suárez. Pero lo del jueves parece que anuncia el fin del matrimonio al ponerle Merche de patitas en la calle.

El capítulo me pareció brillante prácticamente por todo: el contexto de la noche electoral, el planteamiento de la trama, los diálogos conjuntos y separados de los protagonistas, y, sobre todo, la interpretación, en especial la de Ana Duato y Ariadna Gil. Imanol Arias no falla nunca. Me permito recomendarles la escena en que se encuentran Merche y Paz en el cuarto de baño. Impresionante. Merche le muestra a Paz qué clase de mujer es al contarle abiertamente (ya está segura de lo que se cuece entre ella y su marido) lo que ha tenido que pasar con el cáncer y cómo le arropó su familia. Paz se hunde a medida que la escucha. Se va sintiendo peor, la dignidad de Merche le hace sentir vergüenza hasta terminar cubriéndose el pecho con el bolso. Es una maravilla.

En cuanto al fondo del asunto, yo no veo en esta infidelidad un giro incomprensible de la serie. Hubo sucesos mucho más inverosímiles como la ludopatía de Antonio o su  nombramiento como Director General de Agricultura, por no citar otros. Doña Herminia tiene razón cuando le dice a su hija que Antonio no es "de esos", es decir, ni frecuenta prostíbulos ni tiene amantes secretas. Tuvo la aventura de Bilbao que silenció, sin que tengamos noticia de que su conciencia se resintiera, y el romance platónico con Elisa que por unas horas no terminó en cama cuando todo estaba preparado. En esa ocasión Antonio se dejó llevar por su ensoñación romántica (lo veo escuchando música clásica ante la sorpresa de Merche), pero el embarazo de Merche le despertó bruscamente y dijo la famosa frase: “Merche, me he equivocao”. Fue humilde y pidió perdón. No hizo falta que diera más explicaciones, porque Merche se dio por satisfecha y no quiso saber más. La historia con Paz parece distinta, aunque Antonio demuestra desde el principio que no es "de esos”. Se da cuenta en París de que le gusta y hace todo lo posible por evitarla, porque se sabe vulnerable ante esa mujer. Por diversas circunstancias no lo logra, Paz se lanza a por él y él no puede resistirse. Juicios morales de los “indignados” al margen, la historia es comprensible, sobre todo porque sabemos que Antonio puede vivir con un secreto de este tipo (por la aventura de Bilbao). Antonio esta vez no es humilde y reacciona muy mal con Merche. No sólo no tiene ninguna intención de confesárselo (aunque yo creo que está claro que no quiere continuar la relación con Paz, pues ella le reprocha que no le haya llamado), sino que reacciona displicente a las preguntas de Merche e incluso le amenaza, lo que es el colmo del error y de la indignidad, al decirle algo así como que tenga cuidado porque el que rasca encuentra. O sea, que más vale que no me preguntes y mires para otro lado, como si su mujer fuera una tonta del bote. Con esa actitud, y sin negar que se ha enamorado y que es algo serio, lo es normal es que Merche lo eche de casa.

¿Lo perdonará? La canción final del capítulo, la entrada en vigor de la ley del divorcio y las posibilidades que este giro abre para los directores de la serie llevan a pensar que el matrimonio se rompe, pero por la forma de ser de los personajes lo lógico sería que Antonio pidiera perdón a Merche y ésta le perdonara. Después de la conversación con el marido de Paz Antonio ya sabe que esta historia sólo puede tener algún futuro si rompe su familia, y además es posible que intuya que Paz le viene grande, pues a Antoñito los títulos universitarios le siguen impresionando. Al margen de todo esto, Antonio quiere a Merche. Paz ha sido una tentación que se ha presentado en su camino y que no ha sabido evitar. Por su parte, Merche debería perdonar a Antonio porque puede darse cuenta de que realmente Antonio no ha tenido la intención de seducir a Paz, sino más bien todo lo contrario, es decir, que Antonio, aunque sea un chulo y un poco capullo, no es en efecto “de esos”. Pero el argumento decisivo es la devoción de Merche por su familia y el amor que siente por su marido.

Veremos qué sucede, pero desde luego esta serie nos ha dado momentos grandiosos, como se dice en el mundo del toreo. El del pasado jueves no sé si fue el más emocionante, pero para mí sin duda fue el mejor. 

martes, 4 de marzo de 2014

"Los hermanos Karamazov"

"Los hermanos Karamazov" es una novela con pasajes sublimes, aunque "Crimen y castigo" me parece que tiene una trama argumental mejor construida y mucha mayor fluidez narrativa. A mi juicio la relación de Aliocha con Kolia, Iliucha y los otros niños es prescindible, y por momentos la lectura se hace tediosa. Me ha resultado muy interesante la estampa que Dostoyevski nos ofrece de la espiritualidad rusa a través de la figura del starets Zósimo y de los acontecimientos que tienen lugar en el monasterio. Pero para mí lo mejor sin duda está en la parte final de la novela. Son magistrales las entrevistas entre Iván y Smerdiakov en las que cobra protagonismo la idea de la culpabilidad moral; y, sobre todo, la intervención final del abogado defensor de Mitia, Fetiukovich, que todavía me tiene impresionado, veinticuatro horas después de haber concluido la lectura. El conocimiento profundo de la psicología humana que demuestra Dostoyevski denota no sólo su genialidad, sino una vida marcada por la experiencia personal de los más terribles sufrimientos morales. Estremece pensar en cómo debió sufrir Dostoyevski para llegar a ese nivel de obsesión con el tema de la culpa y los remordimientos de conciencia. Él mismo reconoce en "Memorias del subsuelo" que tener una conciencia demasiado desarrollada es una enfermedad. No es de extrañar que a Freud esta novela le pareciera sublime. Es una delicia ver cómo el abogado analiza la personalidad de Mitia y de Smerdiakov dando cuenta de todos los matices de su comportamiento para tratar de desmontar una acusación de parricidio que en la que Mitia parece tener todo en su contra. Sí, es una obra maestra y su lectura, aunque pesada -no nos engañemos- merece la pena.

viernes, 28 de febrero de 2014

Rubalcaba

Era imposible que Rubalcaba pudiera resultar “ganador” del debate sobre el estado de la nación. Da igual que las críticas al panorama dibujado por Rajoy fueran acertadas y que además las formulara con brillantez. Le bastaba a Rajoy con sacar a pasear la hemeroteca y recordar muchas de las declaraciones de Rubalcaba durante su etapa en el Gobierno para noquearle. En el PSOE saben que Rubalcaba no puede ser alternativa, pero les da miedo la alternativa a Rubalcaba, y no es para menos. ¿Chacón?, ¿Madina? A uno se le ponen los pelos de punta solo de pensarlo. Rubalcaba está haciendo una labor de oposición impecable desde el punto de vista del interés general, pero es lógico que entre los socialistas cunda el desaliento al ser conscientes de las nulas opciones del sexagenario líder de la oposición de batir a Rajoy, el héroe del silencio.

El PSOE vio el abismo con Zapatero y realizó una “involución” generacional optando por la seguridad de un líder que todavía guarda respeto al espíritu de la Transición, por mucho que también se le pueda criticar a Rubalcaba. Pero el paso del tiempo es inexorable y el PSOE sabe que debe volver a confiar en alguien de la generación de Zapatero o incluso en alguien que bordee la siguiente generación como Madina (nacido en 1976). En esa sucesión hay mucho en juego que sólo puede atenuar una sólida consolidación de UPyD –decepcionante Rosa Díez en el debate sobre el estado de la nación- que evite un nuevo frente anti-PP con propuestas radicales en la línea de los tiempos de Zapatero. El Rey sabía que su reinado dependía del PSOE, y el príncipe se la puede estar jugando con la lucha por el liderazgo en el PSOE, pues es muy posible que el nuevo liderazgo sea abiertamente republicano.

Rajoy ganó, y está demostrando unas virtudes políticas sorprendentes. Realmente creo que conviene examinar en otro post la estrategia del héroe del silencio en asuntos como el desafío nacionalista catalán o el caso Bárcenas. Pero ahora mismo desde el punto de vista político España se la juega en la batalla interna socialista, y aquí pienso que hay que desearle éxito a Rubalcaba y a la gente de la vieja guardia.

jueves, 27 de febrero de 2014

Orihuela

Hay lugares como Orihuela en los que uno se siente bien sin saber exactamente por qué. Son muchas cosas y ninguna en particular. El sabor a pueblo de algunas calles se combina con la monumentalidad del centro. La huerta de la vega baja regada por el Segura, que me recuerda a la huerta valenciana, sobre todo a la comarca del Camp de Túria, hace de Orihuela una ciudad muy distinta al resto de las de la provincia de Alicante. También esas montañas que la rodean y que invitan a pararse a contemplarlas cuando el sol las viste de diferentes colores acentúan la originalidad de Orihuela. El otro día, al salir del edificio de la Universidad (Las Salesas), comenzaba a anochecer y me sentí tan a gusto respirando el aire puro oriolano que miré al cielo y tomé una foto de la iglesia ubicada en la plaza contigua a la Universidad. 


martes, 25 de febrero de 2014

Deontología

Cuando comienzas a impartir por primera vez una asignatura tienes unas ideas sobre cómo abordarla que sirven para diseñar su estructura y decidir los contenidos del temario; pero la asignatura se cuece realmente y termina de elaborarse a partir del contacto con los alumnos. Es verdad que cada curso te planteas posibles retoques, pero el primer año es clave. Les cuento esto porque este año he comenzado a impartir una asignatura nueva, “Deontología en la Administración Pública”, y estoy inmerso en esa enriquecedora experiencia. 

Cada día estoy más convencido de la importancia abordar rigurosamente esta materia. Por una parte, la deontología nos exige profundizar en las relaciones entre derecho y moral, y sobre todo en la relación entre lo social y lo personal. Después vienen diferentes cuestiones, entre las que destaca el complejo fenómeno de la corrupción, que no sólo exige comprender sus causas e indagar sus posibles remedios, sino también plantearse cuál es el sentido de la vida humana con el fin de darse cuenta de la necesidad de adoptar en determinadas circunstancias decisiones difíciles que implican un riesgo personal. En esta asignatura, además de las reflexiones teóricas sobre estas cuestiones y sobre otras, me parece imprescindible fomentar en el alumno determinadas actitudes, y para ello es necesario emocionar. Por eso recurro al cine, a historias que ilustran problemas relacionados con la deontología. Está bien hablar de corrupción, pero si además ves a Kevin Costner rechazar un soborno en “Los intocables”, o a Sean Connery –el inolvidable “Mallone”- prolongar su agonía milagrosamente las explicaciones cobran una nueva dimensión. Les intento emocionar y resulta que soy yo el que termina una vez más prendado cuando veo estas obras maestras. Por cierto, he incluido una unidad sobre liderazgo (aprovechando que el Pisuerga pasa por El Cairo) en la que proyectaré “Master & Commander”. Desde luego, si logro cocer bien esta asignatura me voy a quedar muy satisfecho.