martes, 30 de marzo de 2021

Cintora o el sectarismo en la televisión pública

Ayer, un grupo de franquistas se reunía para celebrar no se qué acontecimiento. Exhibían sus banderas, cantaban y no generaban ningún tipo de altercado. Frente a ellos, unas mujeres desnudas de cintura para arriba -a saber por qué razón se desnudaron- y con el cuerpo pintado intentaban boicotear el acto. Eran muy pocas personas, pero Jesús Cintora, pocos minutos antes del telediario, les dio cobertura en su programa criticando que en España se pueda exaltar el franquismo.

Es un ejemplo más de la doble vara de medir que utiliza la extrema izquierda -Cintora es cualquier cosa menos un periodista independiente- con relación a la libre expresión. Estos “periodistas” se rasgan las vestiduras ante un grupo de franquistas y hacen de ello una noticia de portada mientras que pasan de puntillas o sencillamente ignoran que en el País Vasco se rinda homenaje a asesinos etarras. Que la televisión pública haya contratado a este personaje para hacer información política da una idea del sectarismo al que ha llegado TVE.

lunes, 15 de marzo de 2021

Pablo Iglesias refuerza a Díaz Ayuso

Pablo Iglesias se presenta como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid calificando a los del PP y Vox como “delincuentes” y “criminales”, un lenguaje absolutamente condenable que apela a los peores instintos de la gente, a ver al adversario político como un enemigo peligroso al que hay que combatir. Esa incitación al combate es visible con el calificativo que utiliza para referirse a sí mismo: “antifascista”. A nadie se le debería ocultar la catadura moral de Iglesias y, por tanto, es una suerte que deje el Gobierno y que se presente a las elecciones en Madrid. Si los madrileños son sensatos expresarán con claridad el rechazo a este emisario del odio que amenaza la prosperidad de su comunidad autónoma y, por consiguiente, de toda España.

La candidatura de Iglesias puede impedir el hundimiento de su partido en Madrid, pero dudo de que sirva para constituir un frente común con el partido de Errejón, porque este conoce al personaje y no creo que acceda. La izquierda se presenta desunida, y el temor a Iglesias debería favorecer la movilización del electorado de centro derecha y la concentración del voto en Isabel Díaz Ayuso. No han transcurrido ni dos años de legislatura e Iglesias abandona la vicepresidencia para medirse a ella. Semejante movimiento agranda la figura de Díaz Ayuso y lleva a pensar que Iglesias ha dejado de creer que Podemos pueda convertirse en un partido de Gobierno.

P.D. Toni Cantó dio un paso al frente y nadie le siguió. Se despide de la política con honor mientras Arrimadas, Bal and company cargan con el ataúd de Ciudadanos. Se acabó.

Toni Cantó debe dar un paso al frente

Me niego a pensar que no pueda existir en España un partido bisagra que evite la polarización de la política hacia los extremos que representan Podemos y Vox. Mientras PP y PSOE renuncien a entenderse hay que intentar salvar a Ciudadanos. Todavía es posible si Arrimadas dimite (o se le fuerza a dimitir) y se cambia por completo a toda la dirección del partido. Es necesario un nuevo líder que acometa esta tarea de hacer de Ciudadanos un partido de centro capaz de pactar a derecha e izquierda. Yo solo veo a una persona capaz de hacerlo: Toni Cantó. 

jueves, 11 de marzo de 2021

Discrepo, Alsina, Ayuso tiene razón

El sensato, inteligente e incisivo periodista Carlos Alsina opina que convocar elecciones por parte del presidente para evitar así que el parlamento te presente una moción de censura es un uso incorrecto de esta prerrogativa. A su vez argumenta que, una vez que se adopta esa decisión, intentar impedirla presentando una moción de censura es una utilización fraudulenta -no recuerdo si ha utilizado ese término- de este instrumento. Es decir, que según Alsina todos han actuado mal.

La crítica de Alsina a la convocatoria de elecciones refleja una valoración excesivamente formal del funcionamiento de la política. Es verdad que el parlamento es el que otorga o retira la confianza al presidente. Por consiguiente, si el presidente respetara escrupulosamente las atribuciones del parlamento no debería convocar unas elecciones por la simple razón de que el parlamento desea cesarle e investir a otro presidente. Lo adecuado, según Alsina, sería asumir esa situación con gallardía y dejar el poder. En definitiva, seguir la estela de Rajoy y dejar que gobernara Sánchez. Ahora bien, cualquiera sabe -y me sorprende que Alsina no tenga esto presente- que las mociones de censura suelen responder a intereses partidistas, a estrategias para hacerse con el poder. Eso es lo que ha sucedido en Murcia. El escándalo de la vacunación del Consejero es un mero pretexto habida cuenta de que el propio Consejero dimitió. Es evidente que Ciudadanos ha realizado un movimiento táctico que por cierto ha resultado ser una chapuza.

Si una moción de censura no se plantea como una operación que responde a la crítica a una mala gestión, carece de la legitimidad que en abstracto le otorga Alsina con su argumento, y, por esta razón, si Ayuso preveía que en Madrid había riesgo de que sucediera lo mismo que en Murcia la decisión de ir a elecciones está bastante bien justificada si el riesgo es razonable (y qué duda cabe de que lo era), porque es preferible que los ciudadanos decidan con su voto a que estratagemas de fontaneros de rapiña decidan quién gobierna. Así, una vez Ayuso toma esa decisión, la presentación de una moción de censura pocas horas más tarde debe interpretarse como un fraude de ley porque no respeta la competencia del presidente de decidir si adelanta las elecciones. En conclusión: la decisión de Ayuso es razonable a la vista del comportamiento de Ciudadanos en colaboración con la izquierda, mientras que la presentación posterior de la moción de censura por los socialistas y Mas Madrid es una argucia impresentable. Discrepo, Alsina. Ayuso tiene razón, además de haber sido muy hábil, y los otros no la tienen.

La decepción de Ciudadanos y el nuevo horizonte del PP

Es muy triste ver cómo iniciativas valientes y bienintencionadas acaban en manos de gente que ve la política como un modo de tener poder y ganarse la vida, y no como un servicio a la sociedad. Ya se veía la deslealtad del politiquillo Aguado, al que probablemente se le acabe la mamandurria en pocos meses, pero lo de Arrimadas ha sido una decepción mayor. Quizá la culpa se deba a haber depositado esperanzas vanas en esta chica. Su dimisión del liderazgo en Cataluña dejaba claro a todo el que quisiese ver que no era una líder fiable, pero con esta chapuza incalificable se ha superado. Adiós al espejismo, y bienvenido sea el baño de realidad. Siempre es bueno que la realidad se imponga y que desnude la impostura.

Se dice que con esta maniobra Sánchez escora al PP a la derecha y le fuerza a entenderse con Vox. No estoy seguro de que sea así. El espacio que ha quedado libre con el suicidio de Ciudadanos es el centro, por lo que el PP debería esforzarse por fidelizar a ese votante que ha quedado huérfano. Para ello, una vez más, que se dejen de estrategias o más bien de estratagemas y entiendan lo más importante: gente preparada, vocación de servicio, programa y comunicación.  

miércoles, 10 de marzo de 2021

Arrimadas entierra a Ciudadanos

Vergonzoso el volantazo de Ciudadanos. Una cosa es reposicionarse ideológicamente y otra romper pactos y gobiernos generando inestabilidad. Así su desastre está asegurado con toda la razón. Ahora entiendo el malestar que dejaba entrever Albert Rivera. Llevó al partido al éxito y también lo hundió, pero sabría lo que se estaba cocinando y le escandalizaría. PP y Vox se quedan solos como alternativa. Arrimadas ha enterrado al partido.

lunes, 1 de marzo de 2021

Alerta frente a la violencia de la extrema izquierda

La violencia de los grupos de extrema izquierda y la comprensión que hacia ella han mostrado podemitas e independentistas es una grave amenaza para la convivencia pacífica en España. Ya incidí en el último post en su absoluto desprecio por la verdad y en que la defensa de la libre expresión es un pretexto sin el más mínimo fundamento que si algo pone de manifiesto es su sectarismo. Declaran “alertas anfascistas” frente a Vox -así lo hizo el propio Pablo Iglesias tras los resultados de las elecciones andaluzas-  y sabotean y agreden a miembros de este partido en sus mítines mientras reclaman permisividad hacia los insultos a través de expresiones humillantes y vejatorias de “artistas” como Hasél o Valtònyc.

Hay que condenar enérgicamente esta ola de violencia y estar muy vigilantes ante el propósito cada vez menos disimulado de actuar violentamente para desestabilizar el orden constitucional. Desgraciadamente, la extrema izquierda sigue sin renunciar a sus ideas revolucionarias basadas en la “acción directa”, el eufemismo que emplean muchas veces para camuflar sus acciones. En un vídeo en el que aparece acompañado por Hasél, Valtònyc señala que el camino a seguir es la “acción directa”. La opinión de este sujeto no tiene la más mínima consistencia intelectual, pero sí que sirve como indicio para conocer qué ideas animan a estos grupos anarquistas, independentistas y siempre antisistema.

No sólo debe preocuparnos la violencia física, sino es muy importante evitar que se propague la violencia verbal. Es habitual que un enfrentamiento físico comience con bravuconadas e insultos que van subiendo de tono hasta que alguien asesta el primer golpe. En España la mentira se abre paso y el lenguaje violento y provocativo está subiendo de tono. Y, junto al lenguaje, se está imponiendo la división política en bloques antagónicos incapaces de tender puentes entre ellos. Cada vez que se ofrece una encuesta se hace una suma de los diputados que obtendría cada bloque. Conviene recordar las palabras, una vez más, de Julían Marías respecto a cómo se llegó a la Guerra Civil: “¿Puede decirse que estos políticos, estos partidos, estos votantes querían la guerra civil? Creo que no, que casi nadie español la quiso. Entonces ¿cómo fue posible? Lo grave es que muchos españoles quisieron lo que resultó ser una guerra civil. Quisieron: a) Dividir al país en dos bandos. b) Identificar al “otro” con el mal. c) No tenerlo en cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz. d) Eliminarlo, quitarlo de en medio (políticamente, físicamente si era necesario)”. (Julián Marías, La España real, Barcelona, Círculo de Lectores, 1983, p. 304).  

Antes de que se desencadene una guerra, mucha gente cree imposible que esto se acabe produciendo. Piensan que no llegará la sangre al río, que son salidas de tono para negociar, para sacar rédito político. Quienes así lo creen pueden estudiar cómo la situación de España se fue pudriendo sin que se imaginara que ello desembocaría en tres años de guerra civil. O, si lo prefieren, que se lean “El mundo de ayer”, de Stefan Zweig, y comprobarán que incluso después del asesinato del archiduque Francisco Fernando, no se creía en la guerra como una posibilidad real. A ello contribuían, como bien explica Zweig, que en los últimos cuarenta años apenas había habido conflictos bélicos de importancia en Europa. Quizá en España también llevemos muchos años de paz y muchos jóvenes no valoren la importancia que tiene lo que hemos logrado: nada menos que más de cuarenta años viviendo en democracia. Hay que cuidar ese tesoro y estar alerta frente a quienes amenazan nuestra convivencia en paz.