martes, 13 de septiembre de 2022

Alcaraz no mordió el trofeo

Carlos Alcaraz tiene un enorme margen de mejora. En mi opinión, jugó regular la final, pero tiene tanto talento que se puede permitir jugar así y ganar. Se precipitó en numerosas ocasiones, abusó de la dejada, y estuvo a punto de perder un tercer set que, si se lo lleva Ruud, hubiera cambiado el partido por completo. De hecho, el noruego tuvo dos bolas de set que Alcaraz salvó con brillantez en la red. Luego a Ruud le temblaron las piernas en el tie break y perdió el set. Alcaraz se entonó en el cuarto y acertó con el servicio  ganando puntos con la rapidez que deseaba desde el principio. Si Ferrero logra que tenga paciencia trabajando el punto y cometiendo menos errores no forzados estamos ante un campeón para la historia.

Algunas declaraciones de Alcaraz dejan entrever una saludable humildad que le puede llevar muy lejos, pero es divertido comprobar que todavía es un chaval. No sé por qué le ha dado por imitar la forma de aplaudir de Nadal: en lugar de aplaudir con los dedos golpeando la palma de la mano, choca las palmas como si se dedicara al flamenco, igual que Rafa. También le ha copiado el sprint del inicio de partido. Gracias a Dios no le imita con el gesto del pantalón, las botellitas y los múltiples tics del mallorquín. Llegó el momento de la entrega de trofeos y temía que lo mordisqueara, pero afortunadamente no lo hizo. Sé tú mismo, Carlos, y ¡enhorabuena, campeón!

martes, 6 de septiembre de 2022

Feijóo noquea a Sánchez en cinco minutos

Sánchez, jugador de ventaja, ha abusado hasta la náusea del formato del debate sobre política energética celebrado en el Senado este martes. Tenía todo el tiempo a su disposición y no ha dudado en emplearlo. Semejante exceso lo deja en evidencia ante cualquier ciudadano con un cierto sentido de la proporción. El Presidente hablaba y hablaba tratando de desacreditar al líder de la oposición, pero eran golpes al aire que lo desfondaban. Como ya no interesa sacar a pasear a la “ultraderecha”, Sánchez acusaba a Feijóo de insultar, de mentir sin despeinarse (como lo oyen), de catastrofismo, e incluso me he quedado perplejo al ver como se hacía el harakiri refiriéndose a la mala gestión de Feijóo en Galicia.

No había visto a Sánchez tan desorientado y nervioso como con Feijóo en la Tribuna: le interpelaba desde el escaño y hacía gestos, pese a que Feijóo sólo disponía de quince minutos para replicarle. Y no crean que el Presidente del Senado que moderaba el debate se mostró flexible en vista de la desproporción de tiempo entre uno y otro. No. Le interrumpía sin miramientos para que concluyera mientras Feijóo evitaba descentrarse y perder los nervios. Lo mismo hizo en los cinco minutos de los que dispuso Feijóo para responder a lo dicho por Sánchez en su segunda intervención cercana a la hora de duración (la primera excedió ese tiempo). Sencillamente bochornoso.

Bastaron esas dos intervenciones de Feijóo, especialmente la segunda, para que se viera lo que es tener pegada dialéctica. Aunque comenzó nervioso y dubitativo, se recompuso y los diez últimos minutos de la primera réplica sirvieron para dejar a Sánchez grogui. Fue suficiente con aludir a las rectificaciones de Sánchez adoptando medidas propuestas por el PP, recordar la inflación de dos dígitos, la gravísima situación de algunas industrias y mostrar la división existente en el Gobierno. La segunda intervención de Feijóo fue magistral y les animo a verla si tienen oportunidad. Dejó a Sánchez K.O. Daba igual que luego tomara la palabra para superar el récord de Fidel Castro. Estaba derrotado. Le lanzó un directo al mentón citando frases de líderes de Bildu, ERC y Podemos, y replicando a las críticas de Sánchez sobre su mala gestión en Galicia, la mayor temeridad de Sánchez. Feijóo le recordó su experiencia y las cuatro mayorías absolutas en contraste con la experiencia de Sánchez antes de ser Presidente: concejal en Madrid. Estaba viendo a Pedro Sánchez tendido en la lona con una muela sanguinolenta al lado de su cabeza. Brutal, y sin un solo insulto, con una elegancia y una solvencia propias de un político que merece ser Presidente del Gobierno. En esa línea acabó su intervención, señalando el lugar de Sánchez: la oposición.

martes, 21 de junio de 2022

Esteban González Pons es la mejor opción para derrotar a Ximo Puig

El PP gobierna actualmente en Madrid, Andalucía, Murcia, Galicia y Castilla y León. La población de estas comunidades asciende a un total de 21,6 millones. El penúltimo reto de Feijóo antes de las elecciones generales será recuperar la Comunidad Valenciana y sumar cinco millones de españoles más, un poder autonómico al que sólo se pudo aproximar el PSOE cuando gobernaba Madrid, Andalucía y Valencia con Leguina, Chaves y Lerma. El PP debe centrar sus esfuerzos en recuperar la Comunidad Valenciana e impulsar el desarrollo de nuestra región, cuya influencia en la política nacional es muy pequeña, entre otras razones, por el bajo nivel de los políticos valencianos. 

La llegada a la Generalitat de socialistas, podemitas y nacionalistas no ha supuesto grandes avances para la Comunidad Valenciana. El sistema de financiación autonómica sigue perjudicando gravemente a los valencianos con relación a los españoles de otras comunidades autónomas, e infraestructuras imprescindibles siguen sin ejecutarse e incluso sin planearse. Por ejemplo, no es de recibo la conexión ferroviaria entre las principales ciudades valencianas. El tren de cercanías que une Alicante, Elche, Orihuela y Murcia (más de un millón de habitantes) es un vergonzoso tren de gasoil que tarda cerca de dos horas entre Alicante y Murcia. Inaceptable e impensable en Madrid, País Vasco o Cataluña. El Euromed entre Alicante, Valencia y Castellón sigue como en 1997, y las obras en el corredor mediterráneo se demoran incomprensiblemente. Por si fuera poco, el pacto del botánico ha sido incapaz de mantener indemne el trasvase Tajo-Segura y se ha olvidado de cualquier reivindicación del Plan Hidrológico Nacional (elaborado por el PP y derogado por Zapatero ante la presión de ERC) que preveía un trasvase del Ebro totalmente razonable que hubiera representado una enorme riqueza para Valencia, Murcia y la provincia de Almería. El Gobierno de Puig puede esgrimir que ha sabido gestionar ayudas a la dependencia y otras políticas sociales, pero ese bagaje es claramente insuficiente. Todo lo que la Comunidad Valenciana ha logrado en las últimas tres décadas se debe a gobiernos del PP, incluyendo también infraestructuras sanitarias y educativas, que parece que solo avanzan con gobiernos de izquierdas. 

Es imprescindible un cambio de gobierno en la Comunidad Valenciana, pero para ello el PP debe encontrar un candidato con el suficiente tirón. Me han hablado bien de Carlos Mazón, pero apenas tiene repercusión mediática y no parece el candidato que necesitaría el PP para arrasar en la Comunidad Valenciana igual que lo acaba de hacer en Andalucía. En ese papel sólo veo a Esteban González Pons, que además es persona de la máxima confianza de Feijóo. Es buen comunicador, conoce bien la gestión autonómica, no se le conocen escándalos de corrupción, y tiene un perfil moderado y dialogante. Con todo el respeto hacia Mazón, creo que sería un excelente candidato para que el PP ganara las elecciones incluso sin necesidad de depender de Vox. Ojalá fuera así y la Comunidad Valenciana pudiera estar políticamente a la altura de grandes empresarios valencianos como Juan y Fernando Roig, los hermanos Lladró, Boluda y tantos otros. 

lunes, 20 de junio de 2022

Andalucía deja al PSOE de Sánchez al borde del K.O.

El resultado de las elecciones andaluzas supone un cambio trascendental no sólo en Andalucía, sino en el conjunto de España. Es evidente el rechazo de los andaluces a los valores y a las políticas de la izquierda, y el respaldo a un gobierno moderado que ha atraído incluso a votantes socialistas, quizá por convencimiento y/o tal vez para frenar a Vox. Solo así se puede explicar el ascenso del PP, que absorbe a Ciudadanos y suma once escaños más. En Andalucía hay si cabe mayor hartazgo que en el resto de España con al acoso que representa la ideología de género y el ataque a los valores tradicionales. Sin embargo, el votante andaluz no ha considerado necesario recurrir a Vox, lo cual es una gran noticia no sólo para Moreno Bonilla, sino para Feijóo.

Lo sucedido ayer afecta al conjunto de España, porque cualquier dirigente territorial del PSOE puede darse cuenta del coste que tiene mantener a Sánchez en la Moncloa con podemitas e independentistas. García Page ya dijo con toda claridad hace pocas semanas que el PSOE se había entregado a Sánchez y con ello dejaba entrever que eso tendría un coste electoral en su comunidad y también en otras. Por lo que respecta a la Comunidad Valenciana, el bochorno de ver a Mónica Oltra saltando mientras se aferra al cargo le puede suponer a Puig perder la Generalitat, por no mencionar los turbios asuntos de su hermano. El PSOE puede en poco tiempo dejar de gobernar en varias autonomías y con ese horizonte es de prever que en el partido vuelva a plantearse lo que en su día vio el Comité Federal: Sánchez es malo para el PSOE porque sólo le interesa seguir en el poder. Es difícil que no se empiecen a escuchar voces críticas ante las derrotas electorales que se avecinan.

Por su parte, Feijóo está demostrando que lo único que necesitaba el PP era recordar sus valores esenciales: defensa de la nación española articulada en comunidades autónomas, respeto a los derechos fundamentales sin imponer una agenda ideológica, y una gestión basada en la iniciativa individual evitando asfixiar a los ciudadanos con impuestos. Si esto lo defiende un líder y no un niñato como Casado, el éxito está garantizado, siempre que no haya escándalos de corrupción. Casado impidió a Díaz Ayuso festejar en solitario su victoria, mientras que ayer Feijóo permaneció en Madrid y dejó que Moreno Bonilla disfrutara tranquilamente de su victoria, como era justo. ¡Qué diferencia! El resultado no ha podido ser mejor para España.

sábado, 28 de mayo de 2022

Sobre la situación del Rey Juan Carlos

La Corona es una institución de la máxima importancia para la estabilidad política y por ello es necesario examinar con atención toda la polémica que se ha generado alrededor de Juan Carlos I, la figura política más importante de nuestra historia reciente. En su trayectoria hay luces y sombras, aunque el balance global debería ser claramente positivo por su decisiva contribución a la consolidación de la democracia. Esto no significa ni impunidad ante conductas delictivas ni inmunidad de crítica por todos los errores y golfadas que haya podido cometer, con la consiguiente exigencia de responsabilidad política. La inviolabilidad del Rey no puede ser un escudo protector frente a conductas ilícitas, pero si los tribunales consideran que no es posible juzgar las acciones cometidas mientras era Rey, no hay más que respetar la decisión, sin eximirla de la pertinente crítica, y legislar para otorgar un sentido diferente a la inviolabilidad.

Durante décadas la prensa ha guardado silencio sobre la vida privada del Rey, pero todo esto cambió y se divulgaron escándalos protagonizados por él y por miembros de su familia. Ante la seguridad de que iban a aparecer nuevas informaciones relacionadas con la fortuna que había amasado merced a comisiones sobre las que no había declarado a Hacienda se vio presionado para abdicar. No sé si nos damos cuenta de lo que para Juan Carlos I representaba este paso, pero conviene reflexionar detenidamente sobre ello estos días en que se cumple el 70 aniversario del reinado de Isabel II de Inglaterra. Juan Carlos I era Rey de España, Jefe del Estado, y podía y quería seguir siéndolo hasta el momento de su muerte, como es natural en el caso de las monarquías más importantes. Se equivoca quien piense que estaba cansado de reinar y cedía el testigo convencido de que su hijo estaba más capacitado. El Rey Juan Carlos abdicó como consecuencia del escándalo que se cernía sobre él y que podía comprometer a la propia monarquía. Con ello asumía la responsabilidad política de su falta de ejemplaridad e imaginaba que a partir de ese momento los dos grandes partidos le protegerían. Se equivocó. Su salida de la Jefatura del Estado lo desnudaba frente a buena parte de la prensa y los partidos de izquierda -también un PSOE con alma republicana y con acuerdos con Podemos- no iban a desaprovechar semejante oportunidad para erosionar a la monarquía.

La indignación del Rey Juan Carlos, que se manifiesta en su comportamiento exhibicionista de estos últimos días y en esa frase “¿explicaciones de qué?” se debe a que piensa que su abdicación no está siendo debidamente valorada en un país en el que muchísimos políticos son incapaces de dimitir y asumir así su responsabilidad política. A la vista de lo que está sucediendo probablemente piense que abdicar fue un error, que si se hubiese mantenido como Jefe del Estado hubiera infundido más temor y, si la cosa iba a mayores, siempre podía salvar los muebles con la abdicación. Desgraciadamente tiene razón. A la izquierda no le ha bastado con la abdicación, desea una humillación pública.

Juan Carlos I abdicó y, críticas al margen, no tiene cuentas pendientes con la justicia. A partir de ahí, Felipe VI debería tratarlo con el respeto que merece quien es su padre e hizo muchas cosas buenas por España. Por esta razón lo pertinente era recibirlo en Zarzuela a la vista de todos los periodistas, con fotos demostrando filial cariño y permitiendo que durmiera en su casa, faltaría más. Avergonzándose de su padre y recibiéndolo a escondidas resta valor a la abdicación y se muestra como un Rey acobardado por la presión de los partidos de izquierda. Felipe VI debe tener confianza en el apoyo que sin duda le brinda mayoritariamente el pueblo español. Por eso, sin complejos, debería decirle a su padre que regrese a España y lleve una vida tranquila en el palacio de la Zarzuela, que siempre ha sido su casa. 

jueves, 7 de abril de 2022

El daguerrotipo parlante de Vox que traza analogías con Goebbels y Hitler

Ayer, un diputado de Vox con aspecto de caballero del siglo XIX cuyo nombre desconozco y no tengo ganas de conocer, trazó una analogía entre Goebbels y Félix Bolaños y Sánchez y Hitler no sé por qué razón. Si quería un titular y aparecer en los medios para que su facha carcundiesca comenzara a ser conocida, lo logró. Un magro éxito que poca gloria le va a reportar y que ofrece una razón más para que los votantes de Vox consideren seriamente si no es mejor votar al PP de Feijóo. Si yo fuera Abascal metía al daguerrotipo parlante en la nevera, pero me temo que está muy ocupado reprochándole a Zelensky que aludiera a Guernica en lugar de Paracuellos, como si en Guernica no hubieran muerto también españoles, y como si Zelensky esté para florituras.

La Unión Europea debe incorporar mecanismos de expulsión

Los tratados que han dado origen a la Unión Europea no contemplan que un Estado miembro, una vez incorporado a la Unión Europea, pueda ser expulsado. La salida sólo puede producirse a instancias del propio Estado, como sucedió con el Reino Unido. A la vista de la tibia reacción de Hungría con relación a Rusia, es evidente que tenemos un grave problema. Para que la Unión Europea pueda desempeñar un papel relevante en el mundo es fundamental la cohesión interna. Son conocidas las disputas en los Consejos europeos, pero una cosa es la discrepancia a partir del acuerdo en lo esencial y otra muy distinta que un Estado se convierta en una quinta columna que genere discordia en la Unión. Si eso sucede, y con el ascenso de algunos partidos populistas puede suceder, la Unión Europea debería contar con mecanismos de expulsión, ya que de lo contrario corre el riesgo de desintegrarse como fruto de esa discordia interna.