Desde que empezó la legislatura, Rajoy se ha mostrado beligerante y desdeñoso con Rosa Díez, quien con sus intervenciones parece haberse convertido en la principal representante de la oposición. En el reciente debate sobre el Estado de la Nación a Rajoy le dio por confundir -creo que voluntariamente- el apellido de Rosa Díez, y alternaba "Díaz" y "Díez" con muy mala sombra. Rosa zanjó el tema sin tonterías y le recordó que si apelaba a llamar a las cosas por su nombre empezara por su apellido.
La pasada semana UPyD también protagonizó una polémica a propósito de la consideración de los toros como bien de interés cultural, si no estoy mal informado. Toni Cantó tuvo una notable intervención en el Congreso que, como suele suceder en estos tiempos, fue simplificada y tergiversada. Molestó especialmente que Cantó dijera algo tan elemental como que los animales no tienen derechos "sensu stricto" (esto fue con lo que la gran mayoría se quedó, interpretado como una invitación a herirlos impunemente), aunque oportunamente precisó que ello no justifica el maltrato animal, y mucho menos la brutalidad. Le llovieron toda suerte de críticas e improperios en twitter (ahora que tengo cuenta me entero de lo que se cuece ahí).
Tengo la sensación de que UPyD es una formación que irrita a sus adversarios políticos, tanto si son de derecha como de izquierdas. Rajoy parece sentirse más cómodo y respetar más a Durán i Lleida que a Rosa Díez, y entre las izquierdas molestan especialmente las propuestas de UPyD, que se desdibujan como rancio españolismo centralista.
A mi juicio, la razón de esta especial inquina contra UPyD se debe a que este partido rompe con lo que podríamos llamar los "packs" ideológicos tradicionales. En España parece que si uno es votante del PP eso incluye defender la monarquía y la bandera rojigualda. Alguien que vote al PSOE no acudirá a un mitin provisto de la bandera española, y la defensa de la nación española no formará parte de sus prioridades, no sea que puedan tacharlo de conservador y carca. No se puede ser de Izquierda Unida sin acudir a una manifestación sin la bandera republicana reclamando la III República. Más cerca, alguien que se considere seguidor de Compromís apostará por las políticas de inmersión lingüística y se referirá a Valencia como País Valencià. UPyD ha descolocado a sus adversarios con dos novedades importantes: por un lado pretende -y quizá lo esté consiguiendo- dar por superada la división izquierda-derecha. Los del PP recuerdan el pasado socialista y progre de Rosa Díez para devolver al redil a sus ovejas descarriadas, y entre los partidos de izquierda se presenta a UPyD como un partido que en algunos de sus planteamientos podría catalogarse de extrema derecha. Por otro lado, UPyD aspira a reforzar la cohesión de la nación española como garantía para asegurar la igualdad de derechos entre todos los españoles, algo que ha temido hacer el PSOE, como demuestró la llegada de Zapatero a la Secretaría General imponiéndose al "españolista" Pepe Bono. En resumen, un partido difícilmente clasificable y cuyo discurso no es fácil de criticar esgrimiendo los clichés habituales. Por cierto, a mí esto de romper con los "packs" ideológicos me parece de lo más saludable.