sábado, 28 de mayo de 2022

Sobre la situación del Rey Juan Carlos

La Corona es una institución de la máxima importancia para la estabilidad política y por ello es necesario examinar con atención toda la polémica que se ha generado alrededor de Juan Carlos I, la figura política más importante de nuestra historia reciente. En su trayectoria hay luces y sombras, aunque el balance global debería ser claramente positivo por su decisiva contribución a la consolidación de la democracia. Esto no significa ni impunidad ante conductas delictivas ni inmunidad de crítica por todos los errores y golfadas que haya podido cometer, con la consiguiente exigencia de responsabilidad política. La inviolabilidad del Rey no puede ser un escudo protector frente a conductas ilícitas, pero si los tribunales consideran que no es posible juzgar las acciones cometidas mientras era Rey, no hay más que respetar la decisión, sin eximirla de la pertinente crítica, y legislar para otorgar un sentido diferente a la inviolabilidad.

Durante décadas la prensa ha guardado silencio sobre la vida privada del Rey, pero todo esto cambió y se divulgaron escándalos protagonizados por él y por miembros de su familia. Ante la seguridad de que iban a aparecer nuevas informaciones relacionadas con la fortuna que había amasado merced a comisiones sobre las que no había declarado a Hacienda se vio presionado para abdicar. No sé si nos damos cuenta de lo que para Juan Carlos I representaba este paso, pero conviene reflexionar detenidamente sobre ello estos días en que se cumple el 70 aniversario del reinado de Isabel II de Inglaterra. Juan Carlos I era Rey de España, Jefe del Estado, y podía y quería seguir siéndolo hasta el momento de su muerte, como es natural en el caso de las monarquías más importantes. Se equivoca quien piense que estaba cansado de reinar y cedía el testigo convencido de que su hijo estaba más capacitado. El Rey Juan Carlos abdicó como consecuencia del escándalo que se cernía sobre él y que podía comprometer a la propia monarquía. Con ello asumía la responsabilidad política de su falta de ejemplaridad e imaginaba que a partir de ese momento los dos grandes partidos le protegerían. Se equivocó. Su salida de la Jefatura del Estado lo desnudaba frente a buena parte de la prensa y los partidos de izquierda -también un PSOE con alma republicana y con acuerdos con Podemos- no iban a desaprovechar semejante oportunidad para erosionar a la monarquía.

La indignación del Rey Juan Carlos, que se manifiesta en su comportamiento exhibicionista de estos últimos días y en esa frase “¿explicaciones de qué?” se debe a que piensa que su abdicación no está siendo debidamente valorada en un país en el que muchísimos políticos son incapaces de dimitir y asumir así su responsabilidad política. A la vista de lo que está sucediendo probablemente piense que abdicar fue un error, que si se hubiese mantenido como Jefe del Estado hubiera infundido más temor y, si la cosa iba a mayores, siempre podía salvar los muebles con la abdicación. Desgraciadamente tiene razón. A la izquierda no le ha bastado con la abdicación, desea una humillación pública.

Juan Carlos I abdicó y, críticas al margen, no tiene cuentas pendientes con la justicia. A partir de ahí, Felipe VI debería tratarlo con el respeto que merece quien es su padre e hizo muchas cosas buenas por España. Por esta razón lo pertinente era recibirlo en Zarzuela a la vista de todos los periodistas, con fotos demostrando filial cariño y permitiendo que durmiera en su casa, faltaría más. Avergonzándose de su padre y recibiéndolo a escondidas resta valor a la abdicación y se muestra como un Rey acobardado por la presión de los partidos de izquierda. Felipe VI debe tener confianza en el apoyo que sin duda le brinda mayoritariamente el pueblo español. Por eso, sin complejos, debería decirle a su padre que regrese a España y lleve una vida tranquila en el palacio de la Zarzuela, que siempre ha sido su casa. 

jueves, 7 de abril de 2022

El daguerrotipo parlante de Vox que traza analogías con Goebbels y Hitler

Ayer, un diputado de Vox con aspecto de caballero del siglo XIX cuyo nombre desconozco y no tengo ganas de conocer, trazó una analogía entre Goebbels y Félix Bolaños y Sánchez y Hitler no sé por qué razón. Si quería un titular y aparecer en los medios para que su facha carcundiesca comenzara a ser conocida, lo logró. Un magro éxito que poca gloria le va a reportar y que ofrece una razón más para que los votantes de Vox consideren seriamente si no es mejor votar al PP de Feijóo. Si yo fuera Abascal metía al daguerrotipo parlante en la nevera, pero me temo que está muy ocupado reprochándole a Zelensky que aludiera a Guernica en lugar de Paracuellos, como si en Guernica no hubieran muerto también españoles, y como si Zelensky esté para florituras.

La Unión Europea debe incorporar mecanismos de expulsión

Los tratados que han dado origen a la Unión Europea no contemplan que un Estado miembro, una vez incorporado a la Unión Europea, pueda ser expulsado. La salida sólo puede producirse a instancias del propio Estado, como sucedió con el Reino Unido. A la vista de la tibia reacción de Hungría con relación a Rusia, es evidente que tenemos un grave problema. Para que la Unión Europea pueda desempeñar un papel relevante en el mundo es fundamental la cohesión interna. Son conocidas las disputas en los Consejos europeos, pero una cosa es la discrepancia a partir del acuerdo en lo esencial y otra muy distinta que un Estado se convierta en una quinta columna que genere discordia en la Unión. Si eso sucede, y con el ascenso de algunos partidos populistas puede suceder, la Unión Europea debería contar con mecanismos de expulsión, ya que de lo contrario corre el riesgo de desintegrarse como fruto de esa discordia interna. 

viernes, 1 de abril de 2022

Subvenciones y justicia social

Si ante la subida generalizada de precios se opta por no bajar impuestos y utilizar la recaudación para subvencionar se abre el debate sobre qué criterio se emplea al elegir a quién y cuánto se subvenciona. La subvención del combustible supone una ayuda para todos aquellos que utilizan sus vehículos privados para desplazarse. Así, quienes no tienen recursos para disponer de un vehículo privado -que denota poder económico- pueden sentirse injustamente tratados y reclamar que las ayudas se dirijan a los colectivos más vulnerables. Junto a este debate aparece el problema ligado a la puesta en práctica de esta ayuda, porque las gasolineras deben rebajar el precio a los consumidores, es decir, adelantar el dinero y luego tienen que realizar los trámites burocráticos necesarios para recuperar dicho adelanto, lo cual les genera un coste, cuando menos administrativo. El Gobierno da por sentado que todas las gasolineras son empresas solventes que pueden asumir esta carga, pero, como se está viendo, no es así y las pequeñas gasolineras pueden tener que cerrar.

Por otra parte, los propietarios de viviendas que deciden ponerlas en alquiler se encuentran con que van a ser ellos y no sus inquilinos quienes asuman la mayor parte de la carga que supone la inflación. También se parte de la suposición de que el propietario es el fuerte y el inquilino el débil, cosa que no siempre es así. El propietario modesto que alquiló una vivienda por la que todavía está pagando una hipoteca y que utiliza la renta para tapar agujeros se encuentra con que la decisión del Gobierno altera lo pactado entre él y su inquilino al amparo de la ley. ¿Acaso no podía haberse precisado mejor qué propietarios debían ver congelada la actualización de su renta y quienes no? El trazo grueso del Gobierno genera injusticias y la consiguiente indignación entre los afectados. La consecuencia en el caso del alquiler ya se está viendo: cada vez hay más lugares en los que escasea la oferta de alquiler de larga temporada y el que se ofrece es cada vez más caro. Si el Gobierno cree que puede machacar al propietario impunemente se equivoca, porque los propietarios venderán o subirán el precio del alquiler.

Hubiera sido más sencillo y, sobre todo, más justo que el Gobierno abordara esta situación excepcional rebajando su voracidad recaudatoria y dejando que los ciudadanos pudieran conservar más dinero en el bolsillo. La política de recaudar y redistribuir es polémica y compleja. El enfado de los ciudadanos va en aumento y creo que la erosión del Gobierno es difícilmente reversible.

sábado, 26 de marzo de 2022

Éxito de Sánchez en el Consejo de Europa

Leo en los periódicos que ayer Sánchez, aliado con Antonio Costa, el Presidente de Portugal, logró la “excepción ibérica” que permite fijar un límite al precio del gas y así abaratar el coste de la electricidad. Para ello tuvo que negociar con dureza, e incluso dicen que para lograrlo se levantó airado de la mesa mostrando su enfado ante la cerrazón de los "bárbaros del norte", como diría Juan Manuel de Prada. Me congratulo de que se batiera en defensa de los intereses de España y le aplaudo por ello. Tenía toda la razón en criticar el sistema marginalista de fijación de precios y la dificultad radicaba en lograr que se reconociera por el resto de países su justísima reclamación en el Consejo. Sánchez lo logró e incluso he leído que los propios líderes europeos reconocen que defendió muy diligentemente los intereses de su país. Le felicito por su labor. ¿Se imaginan a Pablo “Casao” negociando? Mejor no pensarlo. Afortunadamente ha llegado Feijóo para rescatar al PP y elevar el nivel de la política española.

Un amigo mío dice que Sánchez es el peor Presidente del Gobierno que ha tenido España. No estoy de acuerdo, Zapatero lo supera ampliamente, por razones que he explicado detalladamente en muchas entradas. Es más, Sánchez tiene sus virtudes. Cada vez estoy más de acuerdo con Pérez Reverte en que es un tipo valiente y sin ningún tipo de escrúpulo para lograr sus objetivos, que no son otros que mantenerse en el poder, mandar, y ser reconocido. Como todo egocentrista, Sánchez quiere pasar a la historia como un buen Presidente e imagino que se debe de sentir muy a gusto en las cumbres de líderes compitiendo por ver quién mea más lejos, como podría decir también Pérez Reverte. De su ambición personal esta vez se ha beneficiado España, así que tanto mejor para nosotros. 


viernes, 25 de marzo de 2022

Incomprensible decisión de Sánchez sobre el Sáhara

La política exterior no puede depender de la lucha partidista. Se trata de una cuestión de Estado que hay que abordar con la máxima prudencia y consenso entre las fuerzas políticas, sobre todo cuando afecta a un vecino problemático como Marruecos. No puedo entender -si finalmente nos enteramos de lo que realmente pasa- que Sánchez cambie la posición de España con relación al Sáhara sin contar con la aprobación del PP. Es un error cuyas consecuencias son fácilmente previsibles: si el PP se desmarca de esta decisión cuando llegue al gobierno se abrirá una crisis con Marruecos en la que difícilmente contaremos con el apoyo de Argelia. Dado que es un error muy grueso, tiendo a pensar que se nos está hurtando información. En cualquier casa, mejor será que aumentemos el presupuesto de Defensa para disuadir a Mohamed VI.

martes, 22 de marzo de 2022

La España subvencionada

La subida de costes es inasumible para camioneros, pescadores, trabajadores del campo y muchos otros sectores de la actividad productiva, al igual que para consumidores que viven con pensiones escuálidas y que ya no saben qué hacer para llegar a fin de mes. Ante esta situación, agravada por la Guerra de Ucrania, el Gobierno se resiste a bajar los impuestos, pese a que la recaudación ha aumentado mucho debido a la inflación. Esa voracidad del Gobierno no es ninguna sorpresa y permite que los españoles tomen nota del modelo de sociedad al que pretenden conducirnos socialistas y podemitas: la España subvencionada. El Gobierno no baja los impuestos, sino que aprovecha la recaudación para subvencionar a los afectados, que de este modo dependen de la teta del Estado y pueden llegar a convertirse en votantes cautivos. Eso es lo que propone el Gobierno a los camioneros, que lo rechazan y piden que se supriman o bajen los impuestos a los carburantes para compensar su subida. Prefieren, como es natural, no tener que sacar el dinero de su bolsillo antes que recibirlo del Estado. Y luego está la comunista Yolanda Díaz quien, además de subvenciones, ante la imposibilidad de rebajar el precio de la luz, propone crear un nuevo impuesto para las eléctricas, de modo que se recauda más y se puede subvencionar el precio de la luz a los que ellos consideren más vulnerables. Las encuestas vienen destacando la subida en intención de voto de Vox. Dado el desastre que suponía Pablo Casado, hasta cierto punto lo podía entender, pero me parecía una subida exagerada. Poniéndome en el lugar de tantos sectores productivos que se están arruinando, veo con toda claridad que la subida de Vox es real, porque este partido está representando la oposición más dura a un Gobierno que está empezando a generar indignación, no solo malestar.