La política universitaria es un desastre. Se quejaba Zapatero en el debate sobre el estado de la nación de que en el tema del terrorismo el PP no hacía oposición al gobierno, sino al Estado. A Rajoy le faltaron reflejos para preguntarle si le parecía política con sentido de Estado aprobar Estatutos o leyes educativas sin el concurso del principal partido de la oposición. Sucede, sin embargo, que en el terreno educativo Zapatero podría reprocharle lo mismo a Rajoy. En 2001 el PP aprobó la ley de Universidades con el PSOE y los rectores en contra. El resultado ha sido que el PSOE ya ha reformado la ley del PP en cuestiones sustanciales. Esas reformas incluían la nueva estructura adaptada al Espacio Europeo de Educación Superior, al que ya me referí en este blog. Y para terminarlo de arreglar hoy leemos en que el PP ha recurrido la reforma del PSOE ante el Tribunal Constitucional. Entre los puntos de dudosa constitucionalidad está el tema de las decisiones sobre los títulos oficiales, los nuevos grados del Espacio Europeo. Toma castaña. Podemos encontrarnos con que ponemos la Universidad patas arriba y luego resulta que podríamos tener que dar marcha atrás si esa libertad en la confección de los grados oficiales se declara inconstitucional. Esto es un disparate continuo. ¡Virgencita, que me quede como estoy! Urge paralizar cualquier reforma hasta que los partidos no se pongan de acuerdo con la educación superior. Hoy en día es imposible trabajar en la Universidad española con un mínimo de sosiego mientras no se tenga visión de Estado por parte de esta nefasta clase política.
1 comentario:
Verdaderamente triste este posicionamiento partidista en temas de tal importancia. Pero desgraciadamente el tema de la política educativa es uno más entre los ejemplos de déficit de sentido de estado en nuestros partidos políticos. O quizás, muy posiblemente, de inmadurez política. Creo que nuestra experiencia democrática es todavía demasiado corta para darnos cuenta, y por tanto aceptar, que hay temas y cuestiones de tal importancia para el país y su futuro que deberían hacer necesario el consenso de los partidos mayoritarios antes de promulgar leyes o normas. La educación, la defensa, las relaciones exteriores son algunos de estos temas. Pero para llegar a estos consensos hace falta tener sentido de estado, cosa que nuestros dirigentes, para desgracia del país, no tienen
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