jueves, 8 de octubre de 2009

La absurda cerrazón de los sindicatos

Yo admiro profundamente a aquellos hombres honestos que deciden arriesgar su dinero para poner en marcha un negocio, y que afrontan todas las dificultades que se les presentan para sacar adelante su empresa. Estos emprendedores son los verdaderos creadores de riqueza en un país y merecen el máximo reconocimiento de la sociedad y el apoyo de los poderes públicos.

Siempre me ha parecido curioso que los sindicatos y la patronal se presenten como defensores de intereses contrapuestos. En realidad, más allá de las lógicas diferencias de criterio, ambos deberían ser capaces de darse cuenta de que se necesitan mutuamente y de que nada ganan tratando de imponer sus propios puntos de vista a costa de machacar al otro. Sin embargo los sindicatos no escarmientan y siguen avalando esta política zapateril que está destrozando el tejido empresarial español. ¿Cómo se puede ser tan cerril como para no darse cuenta de que los empresarios no reclaman una reforma laboral porque les apetece despedir gente? Eso es absurdo. Desde luego que hay que impedir los abusos en las relaciones laborales y respetar los derechos de los trabajadores, pero dejando a salvo estas cuestiones básicas no se puede seguir desoyendo a aquellos en los que descansa la salida de la crisis.

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