martes, 30 de agosto de 2011

CiU tiene razón, pero...

Además de todo lo que ya he comentado con relación a la reforma constitucional, hay que añadir que tienen razón los nacionalistas de CiU cuando afirman que esta reforma supone la ruptura del pacto constitucional. Efectivamente, con sus prisas, PP y PSOE han reparado exclusivamente en la fuerza numérica de la suma de sus escaños, en que son los dos partidos mayoritarios, y han olvidado que la Constitución fue pactada también con grupos minoritarios (comunistas, nacionalistas catalanes y Alianza Popular). Ello sucede porque se olvida que la base de la Constitución es la concordia, que supone el acuerdo básico de todos o de prácticamente todos en lo esencial, y por ello presupone un amplísimo consenso. Cuando las minorías quedan fuera puede seguir existiendo un consenso amplio, pero se resiente la concordia.

Pero lo que debería también recordar CiU es que la ruptura de la concordia –gravísima por cierto- se produjo hace exactamente cinco años, al aprobarse el estatuto de autonomía de Cataluña sin los votos del PP. Cierto que la Constitución no exigía contar con sus votos, pero nunca hasta ese momento se había alterado el bloque de constitucionalidad en contra de uno de los grandes partidos. Con esta reforma PP y PSOE tienen también los números a su favor, pero CiU les reprocha que hay temas que van más allá de la aritmética parlamentaria. Sí, tienen razón, pero no lo es menos que están probando su propia medicina.

1 comentario:

Miñón dijo...

Voy a ser breve. Si CiU no está de acuerdo con la reforma es seguro de que es buena para España. No es una exageración decir que la derecha nacionalista catalana no le interesa en absoluta la concordia ni la constitución ni nada por el estilo porque no le interesa este proyecto de convivencia que se llama España.
Además, el pacto PSOE y PP escenifica, revela que se le pueden parar los pies al nacionalismo catalán. Este nacinalismo tiene una corta vida: menos de un mes que es lo que se tarda en sacar una reforma constitucional. Este es el camino para que después el Tribunal Constitucional, usurpando la representación de la soberanía, no pueda tumbar una ley.