Según informan en el telediario, un pueblo catalán de unos 20.000 habitantes ha emitido un bando en el que solicita a sus vecinos que barran el trozo de acera de enfrente de su casa y rieguen las plantas o los árboles de su zona, porque no hay fondos para contratar barrenderos. Recuerdo perfectamente a las mujeres de Ribarroja del Túria –el pueblo en el que veraneaba y pasaba los fines de semana, mi pueblo podríamos decir- barriendo la acera y regando la calzada. Era una actividad habitual y las calles estaban siempre limpísimas, sobre todo las del centro del pueblo. Por cierto, en aquellos tiempos –hace unos treinta años- no se utilizaban ni soplahojas ni otros artefactos estruendosos. Una simple escoba y pocos minutos de barrido bastaban.
Tienen razón los vecinos que se quejan de la medida alegando que les cobran impuestos para sufragar los gastos de limpieza. Podríamos, pues, preguntarnos si sería una buena idea suprimir parte de esos impuestos e implicar a los vecinos en la limpieza de sus pueblos y ciudades (siempre se reservaría una limpieza profesional mensual para tareas complicadas y especialmente duras). Pienso que sí, no sólo por el ahorro, sino porque se trata de una medida genuinamente republicana, esto es, fortalece el compromiso de los ciudadanos con los asuntos públicos. Sería una excelente manera de concienciar de la importancia de mantener limpia la vía pública, al margen de que supongo que habría menos tolerancia con los guarros que tiran colillas o dejan las cacas de sus perros en una acera que nos toca limpiar a nosotros, no a un impersonal servicio de limpieza con el que se cuenta como se cuenta con que cada mañana sale el sol.
3 comentarios:
Al margen de que al principio quizás esta propuesta parece descabellada para algunos, no lo es tanto. Yo pude comprobar este verano por mí mismo como en pueblos cercanos a Nueva York, eran los propios vecinos los encargados de su "parcela" de la acera, de mantenerla limpia, incluso de la vigilancia, si los había, de estos jarrones tan bonitos que ponen con sus flores y demás. Por supuesto, había un servicio de limpieza que, aparte de limpiar, velaba porque los vecinos (hablo de pueblos de entre 2.000 y 4.000 habitantes) cumplieran con su "obligación tácita" con su población. A un hombre mayor le pregunté si tenían un impuesto sobre los vertidos y me respondió vagamente que a él le daba igual, él se encargaría de limpiar lo suyo. Ciertamente, la mentalidad americana impulsada desde sus inicios por el liberalismo y el individualismo mucho tiene que ver en estos asuntos, no obstante, sería una práctica a tener en cuenta.
Interesante el caso que relata Marc, porque este hombre mayor que cita actúa desde el individualismo -no desde el republicanismo que apunto en el post- al señalar que él limpia lo "suyo". No se trata de limpiar lo "nuestro" en tanto prolongación de lo privado, sino de limpiar el espacio común que, como indiqué en el post "la interpretación de lo común", es lo de todos y, por tanto, merece si cabe mayor respeto y consideración.
En la universidad donde estoy trabajando ahora (Albert-Ludwigs-Universität Freiburg) cada uno limpiamos nuestro despacho, no hay servicio de limpieza ni conserjes en la entrada al edificio. Tal vez esta crisis debería hacer que nos replanteáramos algunos gastos y algunas actitudes, como que cada ciudadano "necesita" un coche.
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