El resultado electoral de ayer tiene que analizarse a partir del hundimiento electoral del PSOE, cuya verdadera magnitud se comprende a la vista de los más de cuatro millones de votos que ha perdido. El PP se ha limitado a mantener sus diez millones de votantes y ello ha bastado para que Rajoy, el héroe del silencio, se convierta en presidente con una estrategia de catenaccio político. Como se preveía, estas elecciones han reflejado, entre otras cosas, un claro deseo de los españoles por huir del bipartidismo, pues nada menos que casi un treinta por ciento de los votos no han ido ni al PSOE ni al PP. Por ello, a la vista de la desproporción entre votos y escaños, una vez más, hay que insistir en la necesidad de reformar el sistema electoral. No es admisible que UPyD con más de un millón de votos obtenga 5 diputados, y Amaiur, con poco más de trescientos mil, cuente con 7 escaños. Hay más de 600.000 votantes de UPyD que carecen de representación, lo cual me parece inadmisible. Y, aunque no tan extremo, lo mismo sucede con IU y con Equo.
El PP obtiene mayoría absoluta y tiene la misión de reparar el desaguisado socialista. Con ese fin por primera vez puede tratar de sumar al respaldo de su grupo el apoyo de un partido nacional como UPyD con más de un millón de votos –y el diputado de Foro Asturias-, en lugar del desagradable mercadeo con los nacionalistas a cuenta de la financiación, de transferencias y de cualquier otra cosa que redunde en perjuicio del interés general. En la tarea de gobierno, que sin duda exigirá reformas importantes, creo que es importante que el PP no pierda de vista que no todo pasa por adelgazar el llamado Estado del bienestar. El problema de España es facilitar la creación de riqueza, crecer, no tanto que el sector público esté hipertrofiado, que también.
Pero, como he señalado al comienzo, el titular de estas elecciones es el hundimiento del PSOE. Los socialistas cometerían un grave error si interpretaran este resultado como el precio a pagar por pensar en los intereses generales antes que en los intereses de partido. El problema no fueron las medidas –obsérvese si no el resultado de CiU en Cataluña en estas elecciones-, sino la absoluta falta de criterio que denotaban, pues antes estábamos en la Champions , había que adoptar medidas de estímulo y no se iba a gobernar a golpe de Decreto, podían divisarse brotes verdes y muchas otras predicciones sistemáticamente incumplidas. La gestión ha sido nefasta, pero hay algo más, un problema político de fondo que el resultado de ayer permite apreciar con toda claridad. El electorado socialista considera que el gobierno no ha tenido en cuenta a los más desfavorecidos y no ha realizado una política de izquierdas. Ese votante o se ha abstenido o ha votado a IU. Luego están aquellos que piensan que el PSOE ha dimitido de la defensa de los intereses nacionales y ha cedido a las presiones del nacionalismo, es decir, ha dejado de ser un partido nacional, y muchos de los que así opinan han pensado que la mejor opción era UPyD. Parece claro, por tanto, cuál debería ser el rumbo a seguir por el PSOE en el próximo congreso: consolidar unos nuevos principios socialdemócratas basados en la defensa de la nación española y de la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles. El intento de camuflarse con los nacionalistas y perder su referencia como partido nacional ha sido severamente castigado en el País Vasco y en Cataluña. El problema del PSOE es que carece de políticos capaces de liderar esa nueva orientación estratégica. El tiempo político de José Bono ha caducado, y los políticos de las generaciones emergentes, al margen de la mediocridad de aquellos que conocemos (Chacón, Pajín, Aído, Trujillo, Hernando, etc.), se han cocido, más bien quemado, en la estrategia de hacer de España un Estado confederal que ha caracterizado la etapa de Zapatero. La estrategia está clara, no así el liderazgo.
3 comentarios:
Los recortes de Rajoy deberán ser mucho más severos que los de Rubalcaba, a pesar de que lo omitiera en campaña con fines electoralistas.
El Partido Popular, no gana o pierde elecciones, su base social, que no electoral, es fiel y acrítica, sus diez millones de votantes no varían comicios tras comicios. Ni siquiera se plantea ampliar su base social. En función del resultado de los demás el Partido Popular gana o pierde elecciones, la calle Genova elecciones tras elecciones está llena para festejar las victorias o darse ánimos en la derrota. La clave del Partido Popular es su base social, como digo, fiel y acrítica, que con independencia de los casos de corrupción, guerras de dudosa legitimidad o cualquier otra circunstancia como aeropuertos fantasmas o endeudamiento insoportable como el caso de la Comunidad Valenciana vota Partido Popular ¿nadie ha visto esos carteles en las farmacias Valencianas con la leyenda el Consell no tiene dinero para medicamentos?.
Los otros partidos no tienen base social, tienen base electoral con grandes fluctuaciones y cambios al alza o a la baja como Izquierda Unida o los casi seis millones perdidos por el PSOE.
El PP llega a cada elección con goles a su favor, cada partido lo ganará o lo perderá si su contrario es capaz de meter más o menos goles, y sí, a mi me inquieta una base social fiel y acrílica. Y sí a mi me inquieta el boicot del Partido Popular a la conocida como Ley de la Dependencia y sí a mi me inquieta la privatización de la sanidad y la privatización de la educación porque empobrece y excluye a quienes tienen poco.
Pues sí, Lanzas. Me parece que nos espera una buena, y no me parece bien que se vaya con evasivas en este tema.
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