sábado, 3 de diciembre de 2011

"Collateral", una obra maestra

Hay películas que ejercen una extraña fascinación que sólo terminas de entender después de verlas nuevamente varias veces. Me ha pasado bastante, pero quizá la ocasión en la que esta experiencia más me sorprendió fue con “Collateral”, la película de Michael Mann protagonizada por Tom Cruise y Jimie Foxx. Es un thriller de acción, es decir, se supone que iba a ser la típica película que entretiene, pero que olvidas apenas una hora más tarde. Esta vez no fue así. De hecho, varios días después seguía pensando en ella, así que como disponía del DVD decidí volver a verla un par de veces más y confirmé que esa fascinación inmediata estaba justificada.

¿Qué tiene esta película? Para empezar una música excelente y algunas escenas memorables; pero, sobre todo, una interpretación insuperable, formidable, cautivadora, y todos los adjetivos que le quieran añadir, de Tom Cruise. Creo que he visto todas las películas de este actor, que casi siempre me ha convencido, pero en “Collateral” su actuación es un escándalo. Incluso un simple aficionado como yo se da cuenta de que es inexplicable que Jimie Foxx fuera nominado a los Óscar por su interpretación y no sucediera así con Cruise.  

La historia es sencilla: un sicario, Vincent (Tom Cruise), llega a Los Ángeles con el objetivo de matar a varias personas, y contrata los servicios de un taxista (Jimie Foxx) para que le lleve a los distintos lugares de la ciudad en que se hallan sus futuras víctimas. Por accidente el taxista descubre a qué se dedica su cliente, y éste le fuerza a que cumpla con el trato y le siga transportando. Vincent no permite que sus sentimientos interfieran en su trabajo. El taxista intenta ablandar su corazón, mostrarle sus acciones desde un punto de vista moral, pero Vincent permanece firme: sólo hay una vida y hay que aprovecharla al máximo, lo cual exige un trabajo lucrativo que te permita cumplir tus deseos. Su determinación es tal que se comporta como una auténtica máquina de matar, y no duda en emplear la brutalidad cuando es necesaria. La escena del club la he visto muchas veces y todavía me sigue impresionando. La atmósfera que crea Mann con la música de Paul Oakenfold (“Ready, Steady, Go") es perfecta. La mirada de Cruise provoca escalofríos y uno casi diría que si le abren la carne aparecerá la aleación de un Terminator. Sus movimientos parecen tasados y el comienzo de la acción es la pura manifestación de cómo se conduce la voluntad huérfana de cualquier sentimiento de humanidad. De verdad que impresiona ver como rompe el riñón, tuerce el cuello y patea al primero de los guardaespaldas que en vano protegen a su próxima víctima.

Además de la escena del club, hay otras, como decía, memorables. La visita al club de jazz para acabar asesinando al músico es extraordinaria. Cuando éste descubre quién es Vincent el espectador puede sentir su terror. También es muy buena la escena que protagoniza Javier Bardem –el narco que encarga el trabajo- junto a Jimie Foxx, o aquella en la que reina el silencio en el taxi mientras suena “Shadow on the sun” y se cruza un coyote por delante del taxi. Pero, sin duda, la escena final de la muerte de Vincent es un colofón dignísimo para tan excelente película. Tom Cruise lo borda nuevamente. Vincent tiene tan interiorizado que la vida está hecha únicamente de presente y de voluntad que hasta para morir se comporta maquinalmente: constata que su herida es mortal y se sienta para dejarse morir. Pero no puede evitar una última reflexión, su única concesión a su condición humana, y susurra: “Guy gets on the subway and dies. Think anybody'll notice?”.


La escena del coyote y el comienzo de “Shadow in the sun”:


La escena del club:


Escena final:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ops, creo que has desvelado el final. Spoilers inside!