Volvía de Orihuela en tren. En el vagón había dos hombres más. Uno se sentaba a mi izquierda, al otro lado del pasillo. Era bajito, como un español de los años treinta, parecía labriego e iba bastante desarreglado. El tren se puso en marcha y se arrancó a cantar flamenco mientras yo intentaba leer “Grandes esperanzas”, de Dickens, que, por cierto, me está defraudando. Desistí del intento y me centré en el recital improvisado que se me regalaba. Paisaje de la vega baja, tren de gasoil obsoleto y flamenco. Estaba saboreando España. Aunque intenso, poco duró aquello. Llegamos a la estación de Callosa de Segura y el cantaor se dispuso a apearse. No piense el lector que le hice palmas o le jaleé unos cuantos “olés”, pero el artista se dio cuenta de que no estaba a disgusto y me espetó un castizo “¿A que ta gustao?”. Con mi mejor sonrisa le contesté “sí, hombre, sí”. Hoy, de buena mañana, un barrendero pasaba por delante de mi casa cantando aflamencadamente “Ausencia” (creo que así se titula), de David Bisbal. También disfruté escuchándolo, aunque no le recomendaría que se presentara a los famosos castings. Como la llegada del melonero, el afilador o el tapicero, me alegra ver que todavía hay gente que canta por la calle, rasgo genuinamente español. Escuchar a estos dos espontáneos ha sido como tomar contacto con esa alma española cuya vitalidad permanece agazapada para, cuando menos se lo esperen unos y otros, darnos una sorpresa.
4 comentarios:
No me sorprende en nada estas situaciones, la España profunda sigue muy arraigada en este país, sobre todo en la comarca de la Vega Baja.
Quien canta, su mal espanta.
Deberías recorrer las Españas para retratar con su pluma sus estampas. Sería un bonito libro
Gracias
++++ La gente canta y silba menos en la calle que hace años ++++
Me da que en sitios donde la civilización (entre comillas o no) occidental (con sus mercados, consumismo, prisas, ...) ha pisado las costumbres tradicionales anteriores las personas cantan, silban o tararean menos por la calle, en su patio al tender la ropa, etc.
Esto mismo parecen pensar los autores de http://helenasubirats.blogspot.com.es/2013/08/de-cantar-y-silbar.html y http://www.tomasdedomingo.com/2012/10/saboreando-la-espana-profunda.html
Bueno, a mí me falta mucho para los 60 y confieso que canto o silbo a veces en la calle, aunque me cruce con algún desconocido. ¿Qué pasa? Tanta corrección política, borreguismo, miedo al qué dirán ... ¡Al carajo!
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