lunes, 18 de febrero de 2013

El Rey debe abdicar

Los correos electrónicos que hoy publica “El Mundo”, y que pueden consultarse en la web de este periódico, son demoledores para el Rey. Se demuestra que estaba al corriente de las trapisondas de su yerno para llegar bien a fin de mes con dinero público. Da igual las consecuencias penales que tenga el asunto desde el momento en que el propio Rey exigió para los servidores públicos ejemplaridad, que debe empezar por él mismo. Es triste que tenga que acabar su reinado de esta manera, pero él se lo ha buscado. Para mí no tiene más salida que la abdicación, pues enfangado como está con estos datos que ahora conoce la opinión pública cada día que permanezca en el trono estará dañando a la institución. Imagino que será difícil evitar las pitadas en público, y un monarca que se ve obligado a esconderse de su pueblo no puede seguir en el trono. Lo único bueno de esos correos es que no se menciona al Príncipe, que parece que está limpio. Espero que el Rey abdique y que Felipe tenga la oportunidad de devolver a la institución el prestigio perdido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y entre escándalo y escándalo siguen arrasando con todo. Casi sin darnos cuenta el PP en la comunidad valenciana desea privatizar el monte dando el pistoletazo de salida para convertir nuestros más hermosos parajes en verdaderos eriales o urbanizaciones del próximo pelotazo, ladrillazo. Porque se están sentando las bases para una nueva burbuja inmobiliaria en el monte valenciano

Lanzas dijo...

No habrá ladrillazo en el futuro, al menos desde las empresas que integran el SAREB (Banco Malo) y tienen restringido ex lege el crédito a la promoción.

Mercurio dijo...

No sea ingenuo Don Tomás, aqui ni se abdica ni se dimite, Franco murió de viejo y nuestro Monarca , probablemente, cuando en una de sus excursiones al continente africano se rompa la crisma cazando teutonas macizas, los elefantes para la foto y el dinero de los curritos españoles a Suiza como muy cerca. Son tan pocos los decentes que da la impresión de que no existen, pura ficción de mentes idealistas .