Siempre había confiado en que la democracia constitucional que nos dimos en 1978 protegiera a España, no del mal gobierno, pero sí de aquellos que deliberadamente aspiran a destruir la unidad nacional, el fundamento político de la Constitución. Hoy vemos que un felón como Pedro Sánchez va a permitir la impunidad de un golpista como Puigdemont, prófugo de la justicia. Además, sin ningún pudor, con una desvergüenza propia de quién toma a los ciudadanos por imbéciles (no se lo podemos reprochar a la vista del resultado electoral), justifica la amnistía en nombre de España. Esto no solo es una humillación sino la prueba más evidente de que el régimen nacido en 1978 no ha servido para proteger a la nación. Si, como todo parece apuntar, el Tribunal Constitucional confirma que está al servicio de los propósitos de Sánchez y consagra la constitucionalidad de la impunidad (me da igual como la llamen), será el momento de plantearse qué reformas políticas son necesarias para proteger a la nación. En su día ya me referí a la del sistema electoral, pero quizá no sea suficiente o hayamos llegado tarde. Son veinte años de degradación política e institucional: Zapatero y Sánchez por acción, y Rajoy por omisión. ¡Qué día más triste para todos los que hemos defendido la Transición y la Constitución de 1978!
sábado, 28 de octubre de 2023
martes, 10 de octubre de 2023
Si anhelas la paz, defiende el derecho y la justicia
El ataque terrorista de Hamas que ha desencadenado la guerra con Israel es un paso más en la escalada de la humanidad hacia un escenario de barbarie que no sabemos dónde acabará. La raíz de casi todos los males del mundo radica en la soberbia, en el desmedido amor por nosotros mismos y por lo nuestro, unido al desprecio por el punto de vista de los demás. Pienso en naciones o grupos humanos cuya prioridad no es tanto vivir en paz satisfaciendo sus necesidades como recibir un reconocimiento internacional, aunque vivan en la miseria. Es pueril el comportamiento de todas aquellas regiones que disfrutando de una generosa autonomía que protege su cultura y tradiciones no se conforman con ello y son capaces hasta de llegar a una guerra por la independencia. ¿Realmente les importa tanto conseguir ese reconocimiento internacional? Pues sí. Así me lo confesó un profesor independentista catalán al que conocí en cierta ocasión, y lo justificó diciendo que era algo sentimental, pero que esos sentimientos eran muy importantes. No, no lo son. La vanidad que conduce a la soberbia no debe ser satisfecha. El nacionalismo que no funda su reivindicación en auténticas injusticias es como un niño caprichoso cuya mala educación no augura nada bueno en el futuro.
Es verdad que muchos pueblos oprimidos creen que la solución
a sus males pasa por constituirse en un Estado soberano que les ayude a
consolidar su posición en el mundo, a defenderse de los enemigos y a satisfacer
las necesidades de sus ciudadanos. En estas amenazas veía Carl Schmidt la raíz
de la política. Quizá los judíos representen el ejemplo paradigmático. Una vez
finalizada la Segunda Guerra Mundial, creyeron necesario tener su propio Estado
como forma de ocupar un lugar en el mundo y de defenderse del antisemitismo que
les amenaza secularmente. Y es comprensible su planteamiento, y el de otros pueblos
oprimidos o injustamente invadidos, como sucede con Ucrania. Es justa su lucha, porque se trata de defenderse de una agresión. Pero un mundo que se organice sobre la base de exaltar el "nosotros" difícilmente alcanzará una paz duradera. La dicotomía nosotros/ellos da lugar a la vanidad, al sentimiento de agravio que conduce al conflicto y a la guerra.
La raíz de la paz que anhela el mundo debe venir por el
camino del derecho y de la justicia. Las relaciones humanas deben partir del
reconocimiento y la protección de los bienes humanos en los que se fundamenta
una convivencia justa, y del respeto a las normas provenientes del poder
legítimo que sirven para ajustar debidamente los comportamientos. También las
relaciones internacionales deben basarse en estos principios, pues de lo
contrario nos movemos en el ámbito de la fuerza. La única forma de asentar la
paz es protegiendo los derechos humanos y el respeto a la ley. Con todos sus
defectos, es admirable observar el proceso de consolidación de la Unión
Europea, que se define como una comunidad política de derecho. Los Estados
europeos desean incorporarse a esta comunidad de derecho en la que, siendo
importante la identidad de cada nación y sus intereses, se otorga especial
importancia al respeto a los principios jurídicos en los que se basan las
relaciones entre los Estados miembros. La Unión Europea progresará en la medida
en que se afiance el respeto a los derechos fundamentales y se garantice el
respeto a unas normas que sean el resultado de una preocupación solidaria por
los intereses de todos los Estados.
La defensa del derecho y de la justicia debe ser la prioridad de todos los que deseamos la paz. Por eso me preocupa tanto que se admita la posibilidad de lesionar o restringir los derechos fundamentales como núcleo del bien común, y la falta de respeto a la ley como expresión máxima de la igualdad entre los ciudadanos. Y sí, voy a volver sobre lo mismo, cuando los intereses del poder son los que priman frente al derecho, no sólo estamos quebrando las bases del régimen constitucional, sino que dejamos que la dinámica de la fuerza marque la pauta de la convivencia con evidente riesgo de conflictos a los que el derecho sea incapaz de dar respuesta. Ver el derecho como una simple manifestación de la política, como tantas veces sucede, destruye los puentes que conducen a la convivencia. La norma, lejos de ajustar las conductas, se convierte en simple instrumento de opresión del poderoso. Si deseamos acabar con la guerra luchemos con inteligencia por el derecho y la justicia desterrando la soberbia y la vanidad. Para ello, como suele suceder, el mejor camino es empezar por lo más próximo, nuestra comunidad política, España. Así que no hay mejor manera de trabajar por la paz que impedir que Sánchez destroce nuestro Estado constitucional de Derecho consagrando la impunidad de los golpistas y la desigualdad, porque cuando triunfa el derecho triunfa la humanidad entera, como supo ver con singular clarividencia Sergio Cotta al destacar el universalismo del derecho frente al particularismo de la política.
lunes, 9 de octubre de 2023
Condena al terrorismo de Hamás
El ataque y asesinato de ciudadanos israelíes cometido por la organización terrorista Hamás es un acto de barbarie que merece la condena más enérgica. La guerra que han comenzado los integristas traerá mucho dolor a su pueblo, no solo a Israel, y las consecuencias son impredecibles, dada la implicación de Irán. Sin duda la migración masiva de judíos a Palestina -comprensible por el genocidio que padecieron- y la creación del Estado de Israel ha sido injusta para los palestinos, que fueron privados de sus tierras y de tener su propio Estado, pero el terrorismo es injustificable. Difícil solución si ambos quieren lo mismo y ninguno está dispuesto a ceder. En estos casos es fundamental contar con líderes sensatos que sepan dar prioridad a lo importante y no dejarse llevar por el orgullo herido. Pienso en los tibetanos y en el liderazgo del Dalai Lama. Las injusticias padecidas por el pueblo tibetano probablemente no sean menores que las de los palestinos. Sin embargo, los tibetanos han resistido pacíficamente frente al gigante chino, y aceptarían de buen grado una autonomía que les permitiera vivir conforme a sus tradiciones dentro de China. Los tibetanos estarían encantados de disfrutar de la autonomía del País Vasco o de Cataluña. ¿No sería factible un compromiso de paz de israelíes y palestinos como paso previo a una amplia autonomía de Palestina en el Estado de Israel? Ahora mismo es inviable y lo más importante es garantizar que se frena la agresión terrorista. Pero la respuesta de Israel debe ser proporcionada. A partir de ahí, solo un compromiso por la convivencia desde el respeto puede conducir a una solución.
En esto consiste la "dictadura" parlamentaria
La esencia de la democracia constitucional radica en la división de poderes y en su eficaz limitación -en especial la del legislativo- cuando lesionan o restringen los derechos fundamentales. Esa garantía última la ejerce el Tribunal Constitucional. Pues bien, en contra de la imagen burda que identifica la democracia exclusivamente con el ejercicio del derecho al voto, de poco sirve votar cuando la mitad más uno de los representantes de los ciudadanos deciden de acuerdo a sus intereses particulares (y no encuentran frenos) y no con miras al bien común. Y mucho menos cuando el interés que prima es el de una única persona o el de unas pocas. Es verdad, los españoles votamos y pudimos haber elegido unos representantes que respetaran el régimen constitucional, pero a los ciudadanos se les hizo votar en pleno verano, se les ocultó la amnistía o impunidad de los golpistas, y una gran parte de la población no llega a fin de mes sin la ayuda del Estado, lo cual hace que voten con temor a todo lo que amenace esos ingresos de los que dependen. Si a eso añadimos la ayuda demoscópica del calvo Michavila (a saber dónde se esconde), el resultado es que ahí tenemos a Sánchez camino de ser investido y de sumar tiempo en el poder, que es lo único que le importa además de presumir de España ejerciendo como anfitrión. En cualquier caso, esa explicación no justifica el triunfo de Sánchez, que se ha debido a la miseria moral -como ya dije en su día- de muchos ciudadanos a los que España y la democracia constitucional les importa un pimiento. Por eso hemos llegado a este punto. Sánchez y Díaz creen que sumar la mitad más uno de los diputados les da derecho a todo. Eso es la "dictadura" de la mayoría parlamentaria, ni más ni menos, y ya no se puede confiar en que el Tribunal Constitucional lo remedie.
viernes, 6 de octubre de 2023
"El repostero de Berlín"
En Amazon Prime pueden encontrar una película especial, “El repostero de Berlín”. Si buscan emoción y entretenimiento a base de acción, lo típico del cine comercial, ni se molesten. En cambio, si les interesa el alma humana y tienen sensibilidad por los gestos, los silencios y la música, no dejen de verla. Absolutamente conmovedora, fascinante. Si alguna vez me planteara escribir y dirigir una película, se parecería a esta manera de hacer cine. El director se toma su tiempo para filmar las situaciones, los gestos, los silencios… El personaje principal, magistralmente interpretado por Tim Kalkhof, es un joven huérfano, solitario, cuya vida se nos presenta como un enigma. No sabemos demasiado de él, pero el director nos deja verlo vivir, simplemente eso tiene una fuerza extraordinaria y llama profundamente la atención. Cuando el cine sabe reflejar la vida y no es impostura se convierte en arte. Sin duda también es interesante la historia, que refleja que el amor puede elevarse por encima de la orientación sexual, y la ambientación de la vida de un alemán en Jerusalén. A ello hay que añadir la excepcional música de piano compuesta por Dominique Charpentier. Atrévanse, pero sin prisas. Es una película a la que debe prestársele mucha atención e imprescindible verla en versión original porque se habla alemán, hebreo e inglés.
lunes, 2 de octubre de 2023
Lo saben todo de todos
Las noticias de la última semana relacionadas con niños son muy preocupantes. Agresiones brutales, peleas grabadas con el móvil sin que nadie intervenga o violaciones grupales son sólo algunos ejemplos de lo que está sucediendo. Si observan a los niños y adolescentes que salen de un colegio o instituto se darán cuenta de que un porcentaje muy alto caminan mirando el móvil, que se ha convertido en una prolongación de su cuerpo. El análisis es innecesario: todos sabemos que la tecnología está arruinando la educación. Los perjuicios son inmensamente mayores que los posibles beneficios. Los niños están teniendo acceso a internet y allí encuentran sin dificultad unos modelos perniciosos que a muchos de ellos terminan por trastornarles. Lo del porno violento me tiene absolutamente desconcertado. Se ve que hay páginas con violaciones grupales que luego algunos ponen en práctica en la vida real, tal y como demuestra el aumento de los delitos sexuales. ¿Qué están haciendo los responsables políticos para combatir esta situación? He aquí el problema fundamental sobre el que debemos reflexionar.
Con relación a la protección de la mujer y a la lucha contra
los comportamientos machistas la realidad muestra que las sanciones penales son
insuficientes. El verdadero problema está en internet. ¿Por qué no se actúa eficazmente
tanto en lo que allí se encuentra como en la capacidad para acceder a determinadas páginas? Imagino
que porque hay gente que se está forrando con nuestros hijos y que van a hacer
lo posible para frenar cualquier iniciativa que les impida seguir ganando
dinero. ¿Cómo pueden impedirlo? Todos somos conscientes de la información que
hemos proporcionado sobre nosotros mismos en aplicaciones que funcionan a
través de internet: fotos, videos, conversaciones, etc. ¿Creen ustedes que todo
eso que borraron no ha dejado rastro? Estoy convencido que hay quien tiene información
para hundir a cualquier persona. Recuerden el vídeo de Cristina Cifuentes hurtando
cremas, o la foto de Feijóo con Marcial Dorado, o conversaciones de Whatsapp de
todo tipo. No hay nadie a salvo, absolutamente nadie. Esto es terrible por razones
evidentes, pero es descorazonador cuando pensamos en los asuntos públicos. Cualquier
persona que decida embarcarse en la política sabe que puede ser machacado
directamente o a través de sus familiares. Así es imposible ser libre para exponer
tus ideas y defenderlas argumentalmente. Ningún político va a ser capaz de enfrentarse a estos gigantes. La democracia irremisiblemente lleva
camino de convertirse en un simulacro en manos de los que manejan los hilos,
que a saber quiénes son. Al ciudadano que se da cuenta de esto solo le queda
explorar caminos de resistencia inteligente.