Las noticias de la última semana relacionadas con niños son muy preocupantes. Agresiones brutales, peleas grabadas con el móvil sin que nadie intervenga o violaciones grupales son sólo algunos ejemplos de lo que está sucediendo. Si observan a los niños y adolescentes que salen de un colegio o instituto se darán cuenta de que un porcentaje muy alto caminan mirando el móvil, que se ha convertido en una prolongación de su cuerpo. El análisis es innecesario: todos sabemos que la tecnología está arruinando la educación. Los perjuicios son inmensamente mayores que los posibles beneficios. Los niños están teniendo acceso a internet y allí encuentran sin dificultad unos modelos perniciosos que a muchos de ellos terminan por trastornarles. Lo del porno violento me tiene absolutamente desconcertado. Se ve que hay páginas con violaciones grupales que luego algunos ponen en práctica en la vida real, tal y como demuestra el aumento de los delitos sexuales. ¿Qué están haciendo los responsables políticos para combatir esta situación? He aquí el problema fundamental sobre el que debemos reflexionar.
Con relación a la protección de la mujer y a la lucha contra
los comportamientos machistas la realidad muestra que las sanciones penales son
insuficientes. El verdadero problema está en internet. ¿Por qué no se actúa eficazmente
tanto en lo que allí se encuentra como en la capacidad para acceder a determinadas páginas? Imagino
que porque hay gente que se está forrando con nuestros hijos y que van a hacer
lo posible para frenar cualquier iniciativa que les impida seguir ganando
dinero. ¿Cómo pueden impedirlo? Todos somos conscientes de la información que
hemos proporcionado sobre nosotros mismos en aplicaciones que funcionan a
través de internet: fotos, videos, conversaciones, etc. ¿Creen ustedes que todo
eso que borraron no ha dejado rastro? Estoy convencido que hay quien tiene información
para hundir a cualquier persona. Recuerden el vídeo de Cristina Cifuentes hurtando
cremas, o la foto de Feijóo con Marcial Dorado, o conversaciones de Whatsapp de
todo tipo. No hay nadie a salvo, absolutamente nadie. Esto es terrible por razones
evidentes, pero es descorazonador cuando pensamos en los asuntos públicos. Cualquier
persona que decida embarcarse en la política sabe que puede ser machacado
directamente o a través de sus familiares. Así es imposible ser libre para exponer
tus ideas y defenderlas argumentalmente. Ningún político va a ser capaz de enfrentarse a estos gigantes. La democracia irremisiblemente lleva
camino de convertirse en un simulacro en manos de los que manejan los hilos,
que a saber quiénes son. Al ciudadano que se da cuenta de esto solo le queda
explorar caminos de resistencia inteligente.
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