miércoles, 19 de septiembre de 2007

La felicidad

El pasado sábado, el diario El Mundo publicó un artículo de Enrique Rojas, catedrático de psiquiatría con cierta notoriedad pública -no confundir con Luis Rojas Marcos-, sobre la felicidad. Leí el artículo con mucho interés. Pocos temas hay tan importantes como la felicidad y lamentablemente no hay muchos que se atrevan con él. Destaca Rojas la importancia de tener un proyecto de vida ilusionante y de desarrollarlo como la clave de la felicidad, tesis claramente inspirada en Julián Marías. Lógicamente, ese proyecto depende de las circunstancias de cada cual, y también es importante saber encajar los fracasos que podemos cosechar. Rojas cita el libro de Marías "Breve tratado de la ilusión", que precisamente es uno de los pocos libros de Marías que no he leído; pero esta idea de tener un proyecto vital acorde a lo que cada cuál es -lo que implica autenticidad- está también desarrollada en otro libro de Marías, "Tratado de lo mejor". Aludo a esta obra porque creo que es importante subrayar que la exhortación a hacer de la vida de cada cual un proyecto acorde a lo mejor de uno mismo es presentada por Marías como una exigencia de carácter moral. Por ejemplo, si he entendido bien a Marías, de alguna manera hubiera resultado inmoral que Einstein, en un entorno de máximas posibilidades científicas, abandonara su trabajo de físico para dedicarse al póker profesional. Por tanto, tener un proyecto de vida realista, auténtico y ejecutado con tenacidad es una exigencia moral que, además, según Rojas, constituye la clave de la felicidad.

Aunque hay mucha verdad en esta tesis, las páginas más certeras sobre la felicidad humana no las he leído ni en Marías, ni en Aristóteles, ni mucho menos en Kant -que ni siquiera osa hablar de semejante tema sobre el que hay mil opiniones-, sino en un libro titulado "El aprendizaje de la serenidad", cuyo autor es un sacerdote jesuita llamado Rafael Navarrete. El capítulo 1º de este libro se titula "La felicidad". Navarrete incide en la importancia de recuperar la experiencia de la felicidad porque el hombre moderno, pese a todas sus comodidades, no es feliz, y observa que "la felicidad no está en ningún sitio, pero, curiosamente, puedes encontrarla en todas las circunstancias". La idea más importante es que la clave de la felicidad radica en una decisión de la voluntad. Hay que querer ser feliz independientemente de las circunstancias, aceptar gozosamente todo lo que aparece en nuestra vida. Esto no implica negar la importancia de tener proyectos y de luchar por ellos. Claro que tienen razón Rojas y Marías en este punto, pero la clave de la felicidad no radica en la consecución de dichos proyectos, al igual que la imposibilidad -por una enfermedad, por ejemplo- de realizar apenas nada no impide ser feliz. Naturalmente, no es fácil de aceptar la tesis de Navarrete, pero en el resto de los capítulos de su extraordinario libro nos muestra cómo es posible orientar nuestra vida hacia la felicidad para abrirse a la realidad y acogerla gozosamente, lo cual sólo es posible, como no podría ser de otra forma, si todo cobra un sentido sobrenatural. Con otras palabras, la verdadera felicidad no puede estar desligada de lo trascendente, pasa por Dios, como bien sabía San Juan de la Cruz al escribir:

"Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme.
Dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado".

Así concluye el gran libro de Navarrete.

lunes, 17 de septiembre de 2007

La beligerancia del PP con el partido de Rosa Díez

La entrada en la escena política del partido de Rosa Díez ha generado polémica en el PP y sus círculos afines. Mikel Buesa ha apostado por dicho partido y su decisión, por lo visto, ha sentado mal en la dirección de un Foro de Ermua claramente afín al PP. Parece que el PP tema que este partido pueda restarle votos, lo cual resulta curioso, dado el posicionamiento de la nueva formación como un partido de izquierda.

Como ciudadano valoro muy positivamente la iniciativa de fundar un partido de izquierda que se muestre beligerante con el nacionalismo, y que reivindique la unidad de España y la igualdad entre todos los españoles y entre las distintas Comunidades Autónomas. Esto, se mire por donde se mire, es positivo para la democracia, y mucho más lo sería si restara muchos votos al PSOE. Si el PP piensa exclusivamente en términos de rédito electoral es lógico que lo vea de otra forma. Sin embargo, en mi opinión el PP haría bien en tomar nota de las iniciativas políticas que propone este partido -las indiqué en este blog días atrás citando algunos fragmentos de un artículo de Buesa- con relación a temas tan importantes como lograr que en España la mayoría no se vea lastrada por una minoría secesionista e insolidaria. Si el PP gana y pretende volver al posibilismo pactando con las minorías nacionalistas, estaremos de nuevo perseverando en el error. No voy a decir que Rajoy debería hacer como Mas e irse al notario para comprometerse a no pactar con los nacionalistas, aunque si lo hiciera yo le votaría más tranquilo.


viernes, 14 de septiembre de 2007

La calidad universitaria al desnudo (el secreto del aprobado)

Estamos hartos de oír que la enseñanza primaria y secundaria es un desastre, y que las tasas de fracaso escolar son elevadísimas. Sin embargo, durante estos últimos años también habrán leído que los porcentajes de aprobados en selectividad son muy altos, por no hablar de las pruebas de mayores de 25 años, en las que aprueba gente que no sabe hacer la "o" con un canuto. Quizá a alguno de ustedes le haya llamado la atención, pero si no ha sido así coincidirán conmigo en que aquí hay algo que no cuadra. Pues presten atención porque hoy van a hallar la respuesta en el blog de De Soca.

¿Saben cúal es el criterio por el que los gobiernos autonómicos financian a las Universidades públicas? ¿A que empiezan a adivinarlo? Efectivamente, el número de alumnos matriculados. Esto se traduce en que las Universidades bajan el listón en la selectividad hasta unos niveles alarmantes y permiten que accedan a nuestras aulas alumnos de paupérrimo nivel. Si alguno pensó que las facilidades del bachillerato acababan al afrontar la selectividad, ya pueden ir cayendo del guindo. Por si no fuera suficiente, los disparates e irresponsabilidades no acaban cuando el alumno se matricula en una carrera universitaria. Entonces entran en juego los servicios de calidad de cada Universidad. Prepárense para lo que van a leer porque no van a dar crédito. Los de calidad suelen trabajar fijando unos estándares de calidad: si cumples muchos, tienes calidad, y si no, pues no tienes y probablemente no pases una evaluación externa. Estos estándares suelen responder a variables fácilmente mensurables y controlables como, por ejemplo, presentación de actas en el plazo correspondiente, número de programas traducidos al inglés e incorporados a la web, etc. Pues bien, uno de los estándares de calidad es la llamada tasa de éxito, es decir, el número de aprobados con relación a presentados. Un profesor con una elevada tasa de éxito es un profesor con mayor calidad que otro que apruebe sólo al 10%. Los resultados en calidad afectan a la posibilidad de pedir determinadas ayudas para desplazarse a otras Universidades, etc.; pero, además, existe un especial interés por parte de las autoridades universitarias en fomentar los aprobados para evitar que los alumnos se desalienten y abandonen sus estudios -el mismo argumento que ha utilizado la ministra Cabrera con relación a los alumnos de bachillerato-, pues, como les he comentado, eso afecta al presupuesto de la Universidad, y en un contexto de baja natalidad la falta de alumnos está ahogando económicamente a las Universidades.

En resumen, el camino que conduce a la obtención de los títulos universitarios está expedito. La consigna es aprobar a toda costa para que el sistema nos permita sobrevivir. Muchos alumnos viven engañados con unos aprobados que hoy cuestan infinitamente menos esfuerzo que hace apenas quince años.

Campañas publicitarias para fomentar la natalidad

Según una noticia difundida por el telediario de Cuatro, en los próximos años vamos a necesitar en la Unión Europea 20 millones de inmigrantes para sostener nuestro nivel de vida. No es de extrañar, pues vemos que progresivamente la escasez de mano de obra se va extendiendo hasta alcanzar a profesiones de reconocido status social. Sin ir más lejos, hoy he leído en un periódico que la escasez de médicos comienza a ser preocupante, sobre todo teniendo en cuenta el horizonte de próximas jubilaciones de médicos que se avecinan. No olvidemos que quienes hoy tienen 65 años nacieron en 1942, años duros de posguerra, pero años de fuerte incremento demográfico. No me cansaré de repetirlo, las políticas sociales deben centrarse en la familia y en el fomento de la natalidad. ¿Acaso es descabellado empezar a promover campañas de publicidad institucional para que la gente tenga hijos? No veo por qué no. Igual que las campañas para evitar los accidentes de tráfico pretenden proteger la vida, estas campañas estimulando la natalidad la promoverían. Con ello no estoy diciendo que se cierren las puertas a unos inmigrantes a quienes debemos recibir agradecidos -siempre que vengan respetando la legalidad-, pero España debe labrarse su futuro fundamentalmente con españoles de origen. Lo contrario puede generar graves problemas de convivencia, patentes en otros países europeos. Afortunadamente, en nuestro país el problema es menor que en otros de Europa gracias a nuestros hermanos hispanoamericanos. Estos son los problemas que deberían preocuparnos, pero algunos, ya saben, andan más preocupados por controlar la lengua que los niños hablan durante el recreo.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Certero comentario de Pedro J. Ramírez

Refiriéndose al abandono de Imaz, Pedro J. Ramírez, el director de El Mundo, ha incidido en la responsabilidad del PSE-PSOE con una argumentación que suscribo plenamente. En política, además de las propias convicciones ideológicas, parece que interesa posicionarse adecuadamente frente al adversario político. De ahí las encarnizadas luchas por ocupar el centro político que, según se dice, otorga la victoria en las elecciones. Los socialistas de Patxi López han pretendido ocupar el espacio político del nacionalismo moderado, lo que ha provocado la estampida de Rosa Díez, Redondo Terreros, etc. Esto ha significado, observa Ramírez, que la línea moderada del PNV, respresentada por Imaz, se haya quedado fuera de juego en dicho partido. Tiene toda la razón. Un PSE-PSOE que apuesta por el nacionalismo moderado contribuye a radicalizar el PNV.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Imaz abandona la política

Parece que el sector duro del PNV, aquel que pretende la independencia, tiene fuerza suficiente para echar a Imaz. Éste no ha esperado a que llegue ese momento y no se presentará a la reelección. Algunos se lamentan porque ven en Imaz un político sensato cuya prioridad era acabar con el terrorismo, pero yo prefiero que el nacionalismo se presente ante los ciudadanos con mensajes claros, aunque no nos gusten. Por ejemplo, prefiero -entiéndanme, no es que me guste su mensaje, sino que lo veo más provechoso para la claridad del debate político- el nacionalismo de ERC que el de CiU. A ERC le ves venir, pues son claros en sus reivindicaciones. En cambio, CiU reivindica que Cataluña es una nación, pero no apuesta por el independentismo, aunque sí lo hacen algunos de sus dirigentes. Al no presentarse como independentistas ofrecen una buena coartada a los gobiernos de España para pactar con ellos. No, mejor un nacionalismo claro, aunque sea extremo en sus planteamientos, que un nacionalismo ambiguo que perpetua una situación de ruptura progresiva y camuflada. Bien está que pronto Egíbar o quien sea tome las riendas del PNV y planteen claramente un referendum de autodeterminación. A ver si entonces impera el sentido común en los dos partidos nacionales -todavía no me resigno a denominar así al PSOE, pese a que no lo parece- y frenan de una vez el totalitarismo nacionalista.
P.D. Uno preferiría no tener que escribir sobre este tema, pero ya ven que la actualidad política española no lo permite.

Pasar de curso con cuatro suspensos

En materia educativa no ganamos para disgustos. Ahora resulta que los alumnos que hayan suspendido cuatro asignaturas podrán pasar de curso. La ministra opina que de este modo se evita su desmoralización, que sería la causa principal del abandono de los estudios. Con otras palabras, la ministra entiende que obligar a un alumno a repetir es hundirlo irremisiblemente en la miseria y casi empujarlo a que deje de estudiar. Mucho me temo que haya pedagogos con perfil de psicólogos en el entorno de esta ministra: siempre zanahoria y nunca palo. Pues se equivoca la ministra. La mejor manera de motivar a un alumno no es presentarle un sistema flexible en el que parece que siempre hay otra oportunidad, sino mostrarle con claridad que deberá esforzarse para poder ser un hombre o una mujer de provecho. Mayor flexibilidad significa para un niño mayor indolencia. No se ven claros los límites y eso es lo que aboca al precipicio. Si uno no aprueba, no pasa de curso. ¿Acaso la experiencia del fracaso no puede ser tremendamente educativa en lugar de desmotivadora?