viernes, 14 de septiembre de 2007

La calidad universitaria al desnudo (el secreto del aprobado)

Estamos hartos de oír que la enseñanza primaria y secundaria es un desastre, y que las tasas de fracaso escolar son elevadísimas. Sin embargo, durante estos últimos años también habrán leído que los porcentajes de aprobados en selectividad son muy altos, por no hablar de las pruebas de mayores de 25 años, en las que aprueba gente que no sabe hacer la "o" con un canuto. Quizá a alguno de ustedes le haya llamado la atención, pero si no ha sido así coincidirán conmigo en que aquí hay algo que no cuadra. Pues presten atención porque hoy van a hallar la respuesta en el blog de De Soca.

¿Saben cúal es el criterio por el que los gobiernos autonómicos financian a las Universidades públicas? ¿A que empiezan a adivinarlo? Efectivamente, el número de alumnos matriculados. Esto se traduce en que las Universidades bajan el listón en la selectividad hasta unos niveles alarmantes y permiten que accedan a nuestras aulas alumnos de paupérrimo nivel. Si alguno pensó que las facilidades del bachillerato acababan al afrontar la selectividad, ya pueden ir cayendo del guindo. Por si no fuera suficiente, los disparates e irresponsabilidades no acaban cuando el alumno se matricula en una carrera universitaria. Entonces entran en juego los servicios de calidad de cada Universidad. Prepárense para lo que van a leer porque no van a dar crédito. Los de calidad suelen trabajar fijando unos estándares de calidad: si cumples muchos, tienes calidad, y si no, pues no tienes y probablemente no pases una evaluación externa. Estos estándares suelen responder a variables fácilmente mensurables y controlables como, por ejemplo, presentación de actas en el plazo correspondiente, número de programas traducidos al inglés e incorporados a la web, etc. Pues bien, uno de los estándares de calidad es la llamada tasa de éxito, es decir, el número de aprobados con relación a presentados. Un profesor con una elevada tasa de éxito es un profesor con mayor calidad que otro que apruebe sólo al 10%. Los resultados en calidad afectan a la posibilidad de pedir determinadas ayudas para desplazarse a otras Universidades, etc.; pero, además, existe un especial interés por parte de las autoridades universitarias en fomentar los aprobados para evitar que los alumnos se desalienten y abandonen sus estudios -el mismo argumento que ha utilizado la ministra Cabrera con relación a los alumnos de bachillerato-, pues, como les he comentado, eso afecta al presupuesto de la Universidad, y en un contexto de baja natalidad la falta de alumnos está ahogando económicamente a las Universidades.

En resumen, el camino que conduce a la obtención de los títulos universitarios está expedito. La consigna es aprobar a toda costa para que el sistema nos permita sobrevivir. Muchos alumnos viven engañados con unos aprobados que hoy cuestan infinitamente menos esfuerzo que hace apenas quince años.

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