martes, 12 de febrero de 2008

El New Flame

No salgo de mi asombro con este asunto. Resulta que el barco en cuestión lleva unos seis meses encallado en aguas gibraltareñas con riesgo de que se produzca un vertido, ignoro de qué magnitud. ¡Seis meses! Ciertamente, Gibraltar y por ende el gobierno británico deben actuar con toda la diligencia que sea necesaria para evitar una catástrofe ecológica. Pero eso no justifica que nuestro gobierno y, especialmente, el gobierno andaluz no se hayan movilizado y movilizado a su vez a la opinión pública para acabar con esta situación lo antes posible, máxime sabiendo que tras la catástrofe del Prestige la amenaza de nuestras costas por contaminación genera una notable alarma social. Pues bien, El País nos sale con que el PP trata de convertir el New Flame en otro Prestige. En lugar de adoptar la perspectiva propia del ciudadano razonablemente preocupado por un problema tan grave, nos encontramos con que nuevamente prima el tratamiento del suceso en clave partidista. Es verdaderamente de vergüenza la falta de imparcialidad de este medio que llega a extremos intolerables, tal como sucede en este caso. Por cierto, ¿y la movilización social? ¿Veremos a los del "Nunca Mais" y a los titiriteros -¡qué feliz expresión!- ricos?

lunes, 11 de febrero de 2008

¡Que se besen!, ¡que se besen! ("entrevista" de Gabilondo a Zetapé)

¡Qué fuerte la entrevista, por llamarla así, de Gabilondo a Zetapé! ¡Mare de Deu! Claro está que Gabilondo tiene unas ideas conocidas por todos, pero si no sabe ser un profesional capaz de formular preguntas más incisivas que lo deje. Ha hecho un ridículo espantoso. El tono de Zapatero era melífluo, dulzón, parsimonioso hasta dar el tostón. Reiteraba los supuestos logros de su gobierno ante la incapacidad del entrevistador para dar a aquello algo de ritmo. En fin, está claro que Zetapé quiere responder a la ingeniosa campaña que está protagonizando Rajoy destacando los logros de su gobierno y esta noche Cuatro, merced a Gabilondo, se ha convertido en un plató para lanzar los mensajes publicitarios del partido. Insisto, lo de hoy no merece calificarse de entrevista. Por supuesto, mejor no entrar en el fondo. ¿Fondo? ¿Contenido? ¿Sustancia? Esto es incompatible con este animal de poder, como lo calificó hace poco Sánchez Dragó, que desde los veintipocos años vive instalado en el cargo público sin tener oficio ni beneficio.

"Defender la alegría"

Supongo que habrán visto el video de los artistas de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (la polémica P.A.Z. –tiene toda la razón Rosa Díez al criticar que “vulgaricen” la palabra paz-) cantando la canción “Defender la alegría”. La canción es mediocre y, en mi opinión, suena de pena. Pero vayamos a lo importante. Quizá piensen que simplemente se está ante una manifestación pública de apoyo a Zapatero. Sin embargo, detrás de ese “defender la alegría” creo que se esconde una calculada estrategia para presentar a Zapatero como el candidato optimista, calificativo que él mismo se atribuyó en su día, al aludir a su optimismo antropológico.

Este verano leí el mediocre ensayo “La fuerza del optimismo”, de Luis Rojas Marcos. Aparte de sostener que es mejor ser optimista que pesimista, poco más aporta a los lectores –no a su autor, que habrá ingresado unas buenas perrillas con el bodrio- la obra de Rojas. En el capítulo 8, titulado “Optimismo en acción”, se ocupa del optimismo en la política. Alude Rojas a un estudio de Harold Zullow y su equipo de psicólogos de la Universidad de Pennsilvania en el que, entre otras cosas, se demuestra que los electores prefieren mayoritariamente a los candidatos optimistas. Eso sí, el estudio se circunscribe a los Estados Unidos. Asumiendo las tesis de Zullow, Rojas afirma que “cuanto más optimistas sean los candidatos más esperanza de victoria generan en los votantes. Las explicaciones positivas tienden a transmitir sentimientos de esperanza y seguridad ante las crisis y los retos sobre los que tienen que pronunciarse los electores. Por tanto, es razonable pensar que si los votantes quieren un líder que les permita creer que resolverá los problemas del país, tenderán a favorecer al candidato optimista” (Luis Rojas Marcos, La fuerza del optimismo, Barcelona, Santillana, 2005, pág. 192). Pensará alguno de ustedes que semejante afirmación exigiría un análisis más profundo y meditado, pero el insigne psiquiatra no profundiza en el asunto. Se conforma con aportar un estudio que demuestra que los candidatos optimistas suelen ganar y, por tanto, se colige que el optimismo es mejor que el pesimismo. Pero no se vayan todavía, que aún hay más, como diría Superratón. Parece que Zapatero se ha leído el libro porque su actitud ante la crisis económica sigue el manual del perfecto optimista. Si no, fíjense en este texto de Rojas Marcos: “Las declaraciones de estos aspirantes optimistas también se distinguían porque en ellas no asumían responsabilidad personal por los fracasos de sus políticas, sino que los achacaban a circunstancias incontrolables, a fuerzas destructivas ajenas o a enemigos malévolos, como el célebre eje del mal del presidente George W.Bush” (pág. 193). Y así se suceden ejemplos de optimismo y buenos resultados electorales, incluso en la imagen física, pues “en cuanto a los protagonistas de las elecciones estadounidenses de noviembre de 2004, casi todos los expertos coincidieron en que el presidente George W. Bush presentó una imagen más optimista que el senador demócrata John Kerry, a quien algunos cronistas llamaron el caballero de la triste figura” (págs. 194-195).

Ciertamente, parece que en Estados Unidos los candidatos se esfuerzan por parecer simpáticos, por lucir su mejor sonrisa y ser capaces de reírse hasta de su propia sombra. ¿No se dan cuenta de que Zapatero apuesta por esta línea? En la campaña “Con Z de Zapatero” nuestro insigne Presidente sale en el video descojonándose de su pronunciación. Las alusiones a su famosa sonrisa son de sobra conocidas. Ahora, “Defender la alegría”. Estamos, pues, ante una estrategia de marketing electoral claramente calculada. Hay que huir del catastrofismo, del oscurantismo, de las interpretaciones negativas. Todo irá bien. Se supone que eso genera confianza en el elector, como dice Rojas Marcos. Sin embargo, como en tantas otras cosas, España no es Estados Unidos. Zapatero olvida la mala leche hispana, ese zarpazo que a veces suelta el pueblo español a quien se le ríe en la cara. Zapatero haría bien en no olvidar que cuando la gente tiene problemas económicos y no llega a fin de mes no está para bromas. Ni siquiera cuando se las gastan sus artistas favoritos haciendo el gestito con el dedo. Se está exponiendo a que le metan el dedito por salva sea la parte.

sábado, 9 de febrero de 2008

El aborto

Recuerdo que hace muchos años, probablemente casi veinte, escuché a José María Cano, del grupo Mecano, uno de los más importantes del país por aquel entonces, hablar en televisión sobre el aborto. No se enfrascó en una perorata teórica sobre la cuestión cuando surgió el tema. Inclinó la cabeza con gesto meditativo y se expresó en un tono tan sincero que me impresionó profundamente. Dijo Cano pausada y reflexivamente que el aborto es una bestialidad, un crimen que en una determinada situación él podría cometer. Me llamó la atención porque no edulcoró la terrible acción con el lenguaje, ni buscó parapetarse en justificaciones. Reconoció que llegado el caso él podría ser débil y llegar a envilecerse hasta el punto de convertirse en un criminal. Pero al menos se sabía culpable.
La actitud de Cano es muy distinta a la de esas mujeres del “nosotras parimos, nosotras decidimos”. No tienen reparos en ignorar su crimen y sepultarlo bajo sus supuestos derechos. Habrá que decirles que no existe tal derecho. Lo único que hace el Código Penal es despenalizar el aborto en tres supuestos. No es lo mismo una conducta despenalizada que una conducta amparada por un derecho. En nuestros días la confusión es máxima en este punto, y se debe a que toda conducta permitida se identifica inmediatamente con tener un derecho. Una conducta despenalizada implica que la acción en cuestión se considera mala, pero no obstante hay razones que aconsejan tolerarla. Eso es lo que sucede con el aborto o con otras leyes tolerantes, que así habría que denominarlas. Tener un derecho implica tener atribuido algo cuyo ejercicio o protección (depende de sus características) es considerado un bien, ya sea para su titular y/o para el conjunto de la colectividad.
El aborto es, como decía José María Cano, una bestialidad, y en una sociedad demográficamente moribunda como la española urge acabar con él. Hace pocos días, el candidato republicano Mitt Romney, se refirió a la decadencia europea señalando que se debe a su alejamiento de Dios, lo cual se ha visto reflejado en una cultura de la muerte que le ha hecho perder la necesaria fuerza demográfica que requiere toda sociedad que mira al futuro con optimismo y generosidad pensando en las futuras generaciones. Lamentablemente, Romney tiene razón.

viernes, 8 de febrero de 2008

El hombre en busca de sentido

Tenía muy buenas referencias de Viktor Frankl, uno de los psiquiatras más importantes del siglo XX. Su nombre aparece citado con frecuencia por Rafael Navarrete, que, como les dije en otro post, es el autor de uno de los libros que más me han marcado, “El aprendizaje de la serenidad”. Así que cuando encontré en la Librería San Jorge “El hombre en busca de sentido”, quizá el libro más vendido de Frankl, me dije que ya era hora de leerlo. En el mismo paquete entró “Fe, verdad y tolerancia”, de Joseph Ratzinger, que todavía no he comenzado a leer.

Sin duda “El hombre en busca de sentido” es un libro excepcional escrito por un hombre extraordinario. Me ha impresionado muchísimo y ya ocupa un puesto de privilegio en mi biblioteca. Frankl (1905-1997) era judío y sobrevivió a varios campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos Auschwitz. Ya era psiquiatra cuando ingresó en el campo, y como tal la experiencia de aquel intensísimo sufrimiento fue una lección dura, pero tremendamente fértil si tenemos en cuenta el legado de Frankl. En su libro examina psicológicamente la vida en un campo de concentración. No en vano el primer título del libro fue “Un psicólogo en un campo de concentración”. De ahí extrajo importantes enseñanzas para fundar su propia escuela, la logoterapia: una psicoterapia que presta atención al hombre concreto, a sus creencias y peculiaridades sin pretender clasificarle, y trata de ayudarle a comprender el sentido de su vida porque el hombre es primariamente, según Frankl, un ser que necesita imperiosamente dar sentido a su vida. De ahí el nombre de “logoterapia”, pues utiliza la acepción de razón, de sentido, inmersa en el término “logos”. Ese sentido, aunque parezca mentira, puede hallarse no sólo en un determinado proyecto vital tendente a alcanzar una meta, sino también en el sufrimiento. Sí, sufrir puede ser nuestro destino y nuestra vida puede alcanzar la plenitud incluso envuelta en el mayor sufrimiento. Desde luego, semejante tesis sólo puede merecer respeto y atención cuando proviene de alguien que experimentó los mayores sufrimientos y estuvo en muchas ocasiones a punto de morir. Léanlo. Se lo recomiendo.

Rajoy ante Gabilondo

Estuvo bien Rajoy ante Gabilondo. Yo le pondría un notable alto. Expuso con claridad sus críticas al gobierno y justificó de manera convincente su labor de oposición. Difícil no coincidir con sus apreciaciones, aunque comprendo que para los fieles telespectadores de Gabilondo (yo soy uno de ellos, porque me gusta escuchar a aquel con quien discrepo, aunque a veces me indigne), acostumbrados a sus tendenciosas manipulaciones, el Sr. Rajoy les resultaría una sorpresa dada la tolerancia y moderación de la que hizo gala, en claro constraste con el taimado talante de su entrevistador.

Y es que no cabe duda de que el PP tiene una extraordinario arsenal argumental para esgrimir contra este gobierno irresponsable, cuando no felón, e incapaz. Sus grandes proyectos de legislatura han sido un estrepitoso fracaso: el Estatuto catalán y la negociación con ETA. Ahora, además, como estaba cantado, nos encontramos de lleno con que se avecina una grave crisis económica en la que apenas acabamos de entrar. El PSOE trata de lucir sus logros sociales como la ley para la igualdad de género o la ley de dependencia. Esta última me parece una buena ley, pero la ley para la igualdad es tremendamente discutible en cuanto a su principio inspirador y, todavía más, en muchas de sus aplicaciones como, por ejemplo, la paridad en las listas electorales. La paridad es una parida en este terreno y en otros muchos.

Cuando Zapatero rompió con CiU, al no permitir que este partido gobernara en Cataluña, imaginé que estaba claro que adelantaría las elecciones a octubre para evitar toparse con la crisis económica. Ha querido acabar la legislatura y su soberbia le va a perder. Hace poco no pensaba que realizaría el siguiente pronóstico, pero lo voy a hacer. El PP va a ganar las elecciones. Ojo, eso no significa que me entusiasme Rajoy ni muchos de los miembros de su equipo. Y sigo sin tener claro si les voy a votar. Lo que sí que tengo claro es que cualquier cosa antes que el orate monclovita.

martes, 5 de febrero de 2008

Por tierras de Aragón

Regresaba del Monasterio de Piedra (Nuévalos, provincia de Zaragoza) cuando a los pocos kilómetros una indicación trastocó mi plan inicial. Calamocha, 65. Mi idea era regresar a Elche siguiendo la misma ruta que en el viaje de ida, es decir, volver a Calatayud, donde había pernoctado, y de ahí seguir por carretera nacional, parando en Daroca para tomar un cafetito, hasta enlazar con la autovía Mudéjar en Calamocha. Sin embargo, esa indicación prometía una vía directa y más corta a Calamocha, eso sí, por carretera comarcal. No había prisa y sí ganas de aventura, así que tras meditarlo di media vuelta y puse rumbo a Calamocha. La carretera era toda para mí, hasta el punto de que casi te nacía saludar a los escasos vehículos que se te aparecían en la ruta fantasma. Así comenzó la estremecedora experiencia de atravesar los pueblos fantasma del campo de Calatayud y de la provincia de Teruel. El caserío y las monumentales iglesias, muchas de ellas del siglo XVI, acredita que esos pueblos tuvieron gente, vida, poderío. Sin embargo, hoy yacen exangües y yertos. Sólo algún vehículo estacionado en sus calles denotaba un hilillo de vida humana itinerante. Quizá alberguen vida humana durante los fines de semana y en vacaciones, pero esos habitantes itinerantes pasan por estos pueblos como quienes acuden al cementerio a pasear y a honrar a los difuntos. Monterde, ¡qué espectáculo! Parte de su caserío, huérfano de sus moradores de antaño, ocupa la ladera de una montaña. Las casas han adquirido la tonalidad de la montaña y dan la impresión de haberse convertido en un elemento más de la naturaleza. Abanto, Bello, y otros pueblos más reflejan la imagen más dura de la despoblación que han sufrido algunas zonas de Aragón. Así llegué a Calamocha, que todavía sobrevive, y tomé la Autovía Mudéjar. Mientras conducía por la autovía pensaba que ella ha sido para muchos pueblos de Aragón lo que el Carpacia para los náufragos del Titanic que braceaban desesperados en las negras y frías aguas del Atlántico.