Supongo que habrán visto el video de los artistas de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (la polémica P.A.Z. –tiene toda la razón Rosa Díez al criticar que “vulgaricen” la palabra paz-) cantando la canción “Defender la alegría”. La canción es mediocre y, en mi opinión, suena de pena. Pero vayamos a lo importante. Quizá piensen que simplemente se está ante una manifestación pública de apoyo a Zapatero. Sin embargo, detrás de ese “defender la alegría” creo que se esconde una calculada estrategia para presentar a Zapatero como el candidato optimista, calificativo que él mismo se atribuyó en su día, al aludir a su optimismo antropológico.
Este verano leí el mediocre ensayo “La fuerza del optimismo”, de Luis Rojas Marcos. Aparte de sostener que es mejor ser optimista que pesimista, poco más aporta a los lectores –no a su autor, que habrá ingresado unas buenas perrillas con el bodrio- la obra de Rojas. En el capítulo 8, titulado “Optimismo en acción”, se ocupa del optimismo en la política. Alude Rojas a un estudio de Harold Zullow y su equipo de psicólogos de la Universidad de Pennsilvania en el que, entre otras cosas, se demuestra que los electores prefieren mayoritariamente a los candidatos optimistas. Eso sí, el estudio se circunscribe a los Estados Unidos. Asumiendo las tesis de Zullow, Rojas afirma que “cuanto más optimistas sean los candidatos más esperanza de victoria generan en los votantes. Las explicaciones positivas tienden a transmitir sentimientos de esperanza y seguridad ante las crisis y los retos sobre los que tienen que pronunciarse los electores. Por tanto, es razonable pensar que si los votantes quieren un líder que les permita creer que resolverá los problemas del país, tenderán a favorecer al candidato optimista” (Luis Rojas Marcos, La fuerza del optimismo, Barcelona, Santillana, 2005, pág. 192). Pensará alguno de ustedes que semejante afirmación exigiría un análisis más profundo y meditado, pero el insigne psiquiatra no profundiza en el asunto. Se conforma con aportar un estudio que demuestra que los candidatos optimistas suelen ganar y, por tanto, se colige que el optimismo es mejor que el pesimismo. Pero no se vayan todavía, que aún hay más, como diría Superratón. Parece que Zapatero se ha leído el libro porque su actitud ante la crisis económica sigue el manual del perfecto optimista. Si no, fíjense en este texto de Rojas Marcos: “Las declaraciones de estos aspirantes optimistas también se distinguían porque en ellas no asumían responsabilidad personal por los fracasos de sus políticas, sino que los achacaban a circunstancias incontrolables, a fuerzas destructivas ajenas o a enemigos malévolos, como el célebre eje del mal del presidente George W.Bush” (pág. 193). Y así se suceden ejemplos de optimismo y buenos resultados electorales, incluso en la imagen física, pues “en cuanto a los protagonistas de las elecciones estadounidenses de noviembre de 2004, casi todos los expertos coincidieron en que el presidente George W. Bush presentó una imagen más optimista que el senador demócrata John Kerry, a quien algunos cronistas llamaron el caballero de la triste figura” (págs. 194-195).
Ciertamente, parece que en Estados Unidos los candidatos se esfuerzan por parecer simpáticos, por lucir su mejor sonrisa y ser capaces de reírse hasta de su propia sombra. ¿No se dan cuenta de que Zapatero apuesta por esta línea? En la campaña “Con Z de Zapatero” nuestro insigne Presidente sale en el video descojonándose de su pronunciación. Las alusiones a su famosa sonrisa son de sobra conocidas. Ahora, “Defender la alegría”. Estamos, pues, ante una estrategia de marketing electoral claramente calculada. Hay que huir del catastrofismo, del oscurantismo, de las interpretaciones negativas. Todo irá bien. Se supone que eso genera confianza en el elector, como dice Rojas Marcos. Sin embargo, como en tantas otras cosas, España no es Estados Unidos. Zapatero olvida la mala leche hispana, ese zarpazo que a veces suelta el pueblo español a quien se le ríe en la cara. Zapatero haría bien en no olvidar que cuando la gente tiene problemas económicos y no llega a fin de mes no está para bromas. Ni siquiera cuando se las gastan sus artistas favoritos haciendo el gestito con el dedo. Se está exponiendo a que le metan el dedito por salva sea la parte.
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