viernes, 15 de febrero de 2008

Vetado en El País

Se ve que alguno en El País ha visto que mi blog no es muy pro-gubernamental, y ya no me publican ninguno de los comentarios que hago a las noticias que aparecen en la edición digital del diario zapateril, que servían para nutrir el blog de algunos visitantes ocasionales que, como es evidente, no he logrado fidelizar. Si se observan detenidamente los comentarios que publican es fácil apreciar cómo actúa El País. Hoy, por ejemplo, se ha producido un caso de lo más interesante. Se han dado a conocer los resultados de la encuesta del CIS sobre intención de voto. Como sabrán, según el CIS, PP y PSOE están más cerca que nunca en intención de voto. Naturalmente, aunque no fuera así, los resultados habrían sido estos, dado que al gobierno le interesa cualquier dato que movilice a su electorado. Pues bien, comenté la noticia viniendo a decir que los grandes beneficiados eran los radicales nacionalistas, y que era más que necesario recuperar el consenso entre los grandes partidos para reformar el sistema electoral. Ya saben, mi cantinela de siempre. Naturalmente, no lo publicaron, pues, como les digo, me han vetado. Curiosamente, publicaron comentarios muy favorables al PP, en los que se decía que iban a ganar y que el PSOE todavía perdería más. Estoy convencido de que El País pretendía dar la impresión de que en el PP están crecidos con el fin de movilizar al electorado de izquierdas. Esa es la consigna.

Cassandra´s dream

Reconozco que él no tuvo la culpa. ¿Quién nos mandaba a Pepe y a mí acceder a la propuesta de Óscar, más maduro en aquel tiempo, y cometer la imprudencia de entrar a ver “Hanna y sus hermanas” con 15 años? No, Woody Allen no tuvo la culpa de que tras semejante experiencia de brutal aburrimiento pasara mucho tiempo con escalofríos sólo de pensar en ver alguna de sus películas. Años más tarde accedí, nuevamente con Óscar, a ir a ver “Poderosa Afrodita”, y mi relación con Woody mejoró hasta llegar a tolerarlo. Sin embargo, ha sido hoy, hace apenas una hora, cuando por fin me he rendido al talento del gran judío manhattaniense. Vengo de ver “Cassandra´s dream” en los cines Odeón de Elche.

Yo no sé de cine, es decir, no miro las películas ni valorando la calidad de los planos, ni el sonido, ni los decorados, ni los efectos especiales, ni nada de aquello en lo que reparan los expertos. Me interesa la historia, el guión y la interpretación. Sobre todo aprecio aquellas historias que abordan con profundidad y credibilidad los problemas genuinamente humanos: los morales. Las películas de acción me parece que son algo así como documentales del Nacional Geographic sobre las focas en la Antártida. Se centran puramente en las acciones externas de los hombres sin prestar demasiada atención, sólo lo estrictamente necesario, a los fines últimos que mueven a los seres humanos a actuar. Las películas de acción no pasan de mostrar las causas eficientes de las acciones. Por ejemplo, si alguien comete un robo, la película de acción nos suele dejar ver que ello se produce porque quiere ganar dinero, y ahí concluye el asunto. Comprendemos el móvil, la causa eficiente de la acción, al igual que comprendemos en el documental por qué las focas emiten diversos sonidos. El tratamiento profundo del problema de la avaricia, la avaricia como tal, no es objeto de la película. No se profundiza en la cuestión de los fines, en el problema moral, que es lo genuinamente humano.

“Cassandra´s dream” narra una historia en la que vemos cómo la debilidad humana movida por la ambición conduce a perder dinero en el póker y, por tanto, a ver cómo cambia la vida cuando uno se ve envuelto en deudas de juego. Sin buscarlo, las circunstancias de la vida te presentan una solución en la que ni por asomo habían pensado los protagonistas: el crimen. Pero cuando éste se comete sin ser un criminal, aparece el genuino problema de la culpa, del arrepentimiento y de la expiación. Allen aborda en esta película un gran tema. El autoengaño ante el aparente callejón sin salida es fruto de errores en la inteligencia y en la voluntad, el núcleo del problema moral. En fin, queridos lectores (¿están ahí?), no les cuento más. Vayan a verla. Se la recomiendo.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Zapatero a Gabilondo: "Nos conviene que haya tensión"

Acabo de escuchar en la radio unas palabras que Zapatero le dijo a Gabilondo al acabar los juegos florales, que no entrevista, en televisión. Por lo visto, se las han pillado en un descuido. Le dice literalmente que "nos conviene que haya tensión". Hombre, para mí no es ninguna sorpresa. Es evidente que el principal objetivo del PSOE es evitar la abstención, movilizar a su electorado. Ahora bien, es lamentable que este hombre vaya acusando al PP de generar crispación y gresca cuando es él precisamente el que la busca deliberadamente. Ahí está su verdadera faz para quien quiera verla. Tenemos un Presidente que no duda en preferir que haya tensión si ello redunda en sus intereses partidistas. Eso es jugar con fuego. No en vano se merece que le llame el orate monclovita.

martes, 12 de febrero de 2008

El New Flame

No salgo de mi asombro con este asunto. Resulta que el barco en cuestión lleva unos seis meses encallado en aguas gibraltareñas con riesgo de que se produzca un vertido, ignoro de qué magnitud. ¡Seis meses! Ciertamente, Gibraltar y por ende el gobierno británico deben actuar con toda la diligencia que sea necesaria para evitar una catástrofe ecológica. Pero eso no justifica que nuestro gobierno y, especialmente, el gobierno andaluz no se hayan movilizado y movilizado a su vez a la opinión pública para acabar con esta situación lo antes posible, máxime sabiendo que tras la catástrofe del Prestige la amenaza de nuestras costas por contaminación genera una notable alarma social. Pues bien, El País nos sale con que el PP trata de convertir el New Flame en otro Prestige. En lugar de adoptar la perspectiva propia del ciudadano razonablemente preocupado por un problema tan grave, nos encontramos con que nuevamente prima el tratamiento del suceso en clave partidista. Es verdaderamente de vergüenza la falta de imparcialidad de este medio que llega a extremos intolerables, tal como sucede en este caso. Por cierto, ¿y la movilización social? ¿Veremos a los del "Nunca Mais" y a los titiriteros -¡qué feliz expresión!- ricos?

lunes, 11 de febrero de 2008

¡Que se besen!, ¡que se besen! ("entrevista" de Gabilondo a Zetapé)

¡Qué fuerte la entrevista, por llamarla así, de Gabilondo a Zetapé! ¡Mare de Deu! Claro está que Gabilondo tiene unas ideas conocidas por todos, pero si no sabe ser un profesional capaz de formular preguntas más incisivas que lo deje. Ha hecho un ridículo espantoso. El tono de Zapatero era melífluo, dulzón, parsimonioso hasta dar el tostón. Reiteraba los supuestos logros de su gobierno ante la incapacidad del entrevistador para dar a aquello algo de ritmo. En fin, está claro que Zetapé quiere responder a la ingeniosa campaña que está protagonizando Rajoy destacando los logros de su gobierno y esta noche Cuatro, merced a Gabilondo, se ha convertido en un plató para lanzar los mensajes publicitarios del partido. Insisto, lo de hoy no merece calificarse de entrevista. Por supuesto, mejor no entrar en el fondo. ¿Fondo? ¿Contenido? ¿Sustancia? Esto es incompatible con este animal de poder, como lo calificó hace poco Sánchez Dragó, que desde los veintipocos años vive instalado en el cargo público sin tener oficio ni beneficio.

"Defender la alegría"

Supongo que habrán visto el video de los artistas de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (la polémica P.A.Z. –tiene toda la razón Rosa Díez al criticar que “vulgaricen” la palabra paz-) cantando la canción “Defender la alegría”. La canción es mediocre y, en mi opinión, suena de pena. Pero vayamos a lo importante. Quizá piensen que simplemente se está ante una manifestación pública de apoyo a Zapatero. Sin embargo, detrás de ese “defender la alegría” creo que se esconde una calculada estrategia para presentar a Zapatero como el candidato optimista, calificativo que él mismo se atribuyó en su día, al aludir a su optimismo antropológico.

Este verano leí el mediocre ensayo “La fuerza del optimismo”, de Luis Rojas Marcos. Aparte de sostener que es mejor ser optimista que pesimista, poco más aporta a los lectores –no a su autor, que habrá ingresado unas buenas perrillas con el bodrio- la obra de Rojas. En el capítulo 8, titulado “Optimismo en acción”, se ocupa del optimismo en la política. Alude Rojas a un estudio de Harold Zullow y su equipo de psicólogos de la Universidad de Pennsilvania en el que, entre otras cosas, se demuestra que los electores prefieren mayoritariamente a los candidatos optimistas. Eso sí, el estudio se circunscribe a los Estados Unidos. Asumiendo las tesis de Zullow, Rojas afirma que “cuanto más optimistas sean los candidatos más esperanza de victoria generan en los votantes. Las explicaciones positivas tienden a transmitir sentimientos de esperanza y seguridad ante las crisis y los retos sobre los que tienen que pronunciarse los electores. Por tanto, es razonable pensar que si los votantes quieren un líder que les permita creer que resolverá los problemas del país, tenderán a favorecer al candidato optimista” (Luis Rojas Marcos, La fuerza del optimismo, Barcelona, Santillana, 2005, pág. 192). Pensará alguno de ustedes que semejante afirmación exigiría un análisis más profundo y meditado, pero el insigne psiquiatra no profundiza en el asunto. Se conforma con aportar un estudio que demuestra que los candidatos optimistas suelen ganar y, por tanto, se colige que el optimismo es mejor que el pesimismo. Pero no se vayan todavía, que aún hay más, como diría Superratón. Parece que Zapatero se ha leído el libro porque su actitud ante la crisis económica sigue el manual del perfecto optimista. Si no, fíjense en este texto de Rojas Marcos: “Las declaraciones de estos aspirantes optimistas también se distinguían porque en ellas no asumían responsabilidad personal por los fracasos de sus políticas, sino que los achacaban a circunstancias incontrolables, a fuerzas destructivas ajenas o a enemigos malévolos, como el célebre eje del mal del presidente George W.Bush” (pág. 193). Y así se suceden ejemplos de optimismo y buenos resultados electorales, incluso en la imagen física, pues “en cuanto a los protagonistas de las elecciones estadounidenses de noviembre de 2004, casi todos los expertos coincidieron en que el presidente George W. Bush presentó una imagen más optimista que el senador demócrata John Kerry, a quien algunos cronistas llamaron el caballero de la triste figura” (págs. 194-195).

Ciertamente, parece que en Estados Unidos los candidatos se esfuerzan por parecer simpáticos, por lucir su mejor sonrisa y ser capaces de reírse hasta de su propia sombra. ¿No se dan cuenta de que Zapatero apuesta por esta línea? En la campaña “Con Z de Zapatero” nuestro insigne Presidente sale en el video descojonándose de su pronunciación. Las alusiones a su famosa sonrisa son de sobra conocidas. Ahora, “Defender la alegría”. Estamos, pues, ante una estrategia de marketing electoral claramente calculada. Hay que huir del catastrofismo, del oscurantismo, de las interpretaciones negativas. Todo irá bien. Se supone que eso genera confianza en el elector, como dice Rojas Marcos. Sin embargo, como en tantas otras cosas, España no es Estados Unidos. Zapatero olvida la mala leche hispana, ese zarpazo que a veces suelta el pueblo español a quien se le ríe en la cara. Zapatero haría bien en no olvidar que cuando la gente tiene problemas económicos y no llega a fin de mes no está para bromas. Ni siquiera cuando se las gastan sus artistas favoritos haciendo el gestito con el dedo. Se está exponiendo a que le metan el dedito por salva sea la parte.

sábado, 9 de febrero de 2008

El aborto

Recuerdo que hace muchos años, probablemente casi veinte, escuché a José María Cano, del grupo Mecano, uno de los más importantes del país por aquel entonces, hablar en televisión sobre el aborto. No se enfrascó en una perorata teórica sobre la cuestión cuando surgió el tema. Inclinó la cabeza con gesto meditativo y se expresó en un tono tan sincero que me impresionó profundamente. Dijo Cano pausada y reflexivamente que el aborto es una bestialidad, un crimen que en una determinada situación él podría cometer. Me llamó la atención porque no edulcoró la terrible acción con el lenguaje, ni buscó parapetarse en justificaciones. Reconoció que llegado el caso él podría ser débil y llegar a envilecerse hasta el punto de convertirse en un criminal. Pero al menos se sabía culpable.
La actitud de Cano es muy distinta a la de esas mujeres del “nosotras parimos, nosotras decidimos”. No tienen reparos en ignorar su crimen y sepultarlo bajo sus supuestos derechos. Habrá que decirles que no existe tal derecho. Lo único que hace el Código Penal es despenalizar el aborto en tres supuestos. No es lo mismo una conducta despenalizada que una conducta amparada por un derecho. En nuestros días la confusión es máxima en este punto, y se debe a que toda conducta permitida se identifica inmediatamente con tener un derecho. Una conducta despenalizada implica que la acción en cuestión se considera mala, pero no obstante hay razones que aconsejan tolerarla. Eso es lo que sucede con el aborto o con otras leyes tolerantes, que así habría que denominarlas. Tener un derecho implica tener atribuido algo cuyo ejercicio o protección (depende de sus características) es considerado un bien, ya sea para su titular y/o para el conjunto de la colectividad.
El aborto es, como decía José María Cano, una bestialidad, y en una sociedad demográficamente moribunda como la española urge acabar con él. Hace pocos días, el candidato republicano Mitt Romney, se refirió a la decadencia europea señalando que se debe a su alejamiento de Dios, lo cual se ha visto reflejado en una cultura de la muerte que le ha hecho perder la necesaria fuerza demográfica que requiere toda sociedad que mira al futuro con optimismo y generosidad pensando en las futuras generaciones. Lamentablemente, Romney tiene razón.