lunes, 21 de noviembre de 2011

Hundimiento, debacle o como quieran ustedes llamarlo

El resultado electoral de ayer tiene que analizarse a partir del hundimiento electoral del PSOE, cuya verdadera magnitud se comprende a la vista de los más de cuatro millones de votos que ha perdido. El PP se ha limitado a mantener sus diez millones de votantes y ello ha bastado para que Rajoy, el héroe del silencio, se convierta en presidente con una estrategia de catenaccio político. Como se preveía, estas elecciones han reflejado, entre otras cosas, un claro deseo de los españoles por huir del bipartidismo, pues nada menos que casi un treinta por ciento de los votos no han ido ni al PSOE ni al PP. Por ello, a la vista de la desproporción entre votos y escaños, una vez más, hay que insistir en la necesidad de reformar el sistema electoral. No es admisible que UPyD con más de un millón de votos obtenga 5 diputados, y Amaiur, con poco más de trescientos mil, cuente con 7 escaños. Hay más de 600.000 votantes de UPyD que carecen de representación, lo cual me parece inadmisible. Y, aunque no tan extremo, lo mismo sucede con IU y con Equo.

El PP obtiene mayoría absoluta y tiene la misión de reparar el desaguisado socialista. Con ese fin por primera vez puede tratar de sumar al respaldo de su grupo el apoyo de un partido nacional como UPyD con más de un millón de votos –y el diputado de Foro Asturias-, en lugar del desagradable mercadeo con los nacionalistas a cuenta de la financiación, de transferencias y de cualquier otra cosa que redunde en perjuicio del interés general. En la tarea de gobierno, que sin duda exigirá reformas importantes, creo que es importante que el PP no pierda de vista que no todo pasa por adelgazar el llamado Estado del bienestar. El problema de España es facilitar la creación de riqueza, crecer, no tanto que el sector público esté hipertrofiado, que también.

Pero, como he señalado al comienzo, el titular de estas elecciones es el hundimiento del PSOE. Los socialistas cometerían un grave error si interpretaran este resultado como el precio a pagar por pensar en los intereses generales antes que en los intereses de partido. El problema no fueron las medidas –obsérvese si no el resultado de CiU en Cataluña en estas elecciones-, sino la absoluta falta de criterio que denotaban, pues antes estábamos en la Champions, había que adoptar medidas de estímulo y no se iba a gobernar a golpe de Decreto, podían divisarse brotes verdes y muchas otras predicciones sistemáticamente incumplidas. La gestión ha sido nefasta, pero hay algo más, un problema político de fondo que el resultado de ayer permite apreciar con toda claridad. El electorado socialista considera que el gobierno no ha tenido en cuenta a los más desfavorecidos y no ha realizado una política de izquierdas. Ese votante o se ha abstenido o ha votado a IU. Luego están aquellos que piensan que el PSOE ha dimitido de la defensa de los intereses nacionales y ha cedido a las presiones del nacionalismo, es decir, ha dejado de ser un partido nacional, y muchos de los que así opinan han pensado que la mejor opción era UPyD. Parece claro, por tanto, cuál debería ser el rumbo a seguir por el PSOE en el próximo congreso: consolidar unos nuevos principios socialdemócratas basados en la defensa de la nación española y de la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles. El intento de camuflarse con los nacionalistas y perder su referencia como partido nacional ha sido severamente castigado en el País Vasco y en Cataluña. El problema del PSOE es que carece de políticos capaces de liderar esa nueva orientación estratégica. El tiempo político de José Bono ha caducado, y los políticos de las generaciones emergentes, al margen de la mediocridad de aquellos que conocemos (Chacón, Pajín, Aído, Trujillo, Hernando, etc.), se han cocido, más bien quemado, en la estrategia de hacer de España un Estado confederal que ha caracterizado la etapa de Zapatero. La estrategia está clara, no así el liderazgo.


lunes, 14 de noviembre de 2011

La niña de Huanchaco

Todavía la estoy viendo. La niña peruana no tendrá más de diez años. Marcha sentada junto a la ventanilla en sentido opuesto a la dirección del ómnibus. Junto a sus chanclas veo una bolsa de plástico con mercancías que no acierto a identificar. Ase la bolsa con la mano, junto a otra bolsa pequeña, con tres dulces, que si no estuviera en Perú diría que son mazapán. Imperturbable. Ni siquiera mira por la ventanilla. Parece saber a dónde va. Tiene una mirada de serena tristeza resignada. Su chalequito rosa que cubre una camiseta azul me llega al corazón: en él se dibujan billetes de cien dólares con la cara de B. Franklin. ¿Dónde están sus padres? Viaja sola, completa y resignadamente sola. Estoy de pie contemplándola. El conductor acelera con fuerza y creo que la he pisado levemente. No ha oído mi disculpa. Tampoco se ha inmutado al sentir mi pie. Es domingo y parece que la niña peruana vuelve o se dirige a trabajar. No sabe que hoy sigo viéndola, que no he abandonado ese ómnibus que me transporta de Trujillo a Huanchaco.

martes, 1 de noviembre de 2011

Caramba con el "protectorado"

La que están montando los griegos. A estas alturas, después de haber llegado a un acuerdo la semana pasada, sus dirigentes salen con que el pueblo es soberano en democracia y no está de más consultarle. Este arrebato democrático, loable en otras circunstancias, ha hecho que cunda el pánico en la eurozona y en el resto del mundo. Sin duda Papandreu es un sinvergüenza de tomo y lomo y hay que dejar quebrar a Grecia, pero el referéndum griego es el mejor ejemplo para darse cuenta de que la llamada cesión de soberanía de los Estados a la Unión Europea no es tal. Ceder parcelas de decisión en ejercicio de la soberanía no es ceder soberanía. Conviene recordar que el poder soberano es, según la clásica definición de Bodino, perpetuo, y en ejercicio de la soberanía los griegos pueden saltarse a la torera sus compromisos y decidir que prefieren la quiebra, el corralito y el dracma, por mucho que los grandes expertos digan que será su ruina. Quizá los griegos hayan llegado a la conclusión de que las cosas difícilmente pueden ser peores y que con el dracma al menos los turistas ingleses verán los partidos de la premier en sus islas en lugar de en Benidorm. La semana pasada leíamos que una de las consecuencias de la cumbre era que Grecia se convertía en una especie de protectorado. Como salga adelante el referéndum y además los griegos digan “Auf wiedersehen, Europa” me acordaré del Rockefeller de José Luis Moreno diciendo eso de “toma protectorado, Moreno”.

viernes, 28 de octubre de 2011

Bruselas nos echa una mano al cuello

Las principales decisiones de la cumbre de Bruselas (recapitalización de bancos, ampliación del fondo de rescate y énfasis en las medidas de ajuste presupuestario) se orientan a tranquilizar a los mercados y a Francia y Alemania. Bien está que se critique el déficit excesivo y el endeudamiento que conlleva, pero parece que haya una conjura para ahogar la economía y evitar que salgamos de la crisis. Se está comentando con toda razón que carece de sentido que se castigue a los bancos (en realidad se castiga a sus clientes) españoles más que a los bancos franceses o alemanes que soportarán la quita de la deuda griega. Las decisiones de Bruselas nos están matando, sobre todo si tenemos en cuenta el dato de ayer que ha pasado absolutamente desapercibido por la cumbre y por el dato de la EPA de hoy. Me refiero a que el déficit del Estado hasta septiembre es del 3,42%. Eso significa que es posible cumplir las previsiones de déficit público para 2011, es decir, que no supere el 6%. Es probable que el Estado tenga margen para enjugar las desviaciones de las CCAA y no superar esa cifra. Si eso es así, no se puede admitir una quita del 2% de la deuda pública española, que es lo que motiva la recapitalización de los bancos y el consiguiente cierre del grifo crediticio. El dato del paro español confirma que lo último que hay que hacer es obturar el crédito exigiendo garantías adicionales de solvencia a los bancos. Y no deja de tener gracia –humor negro, eso sí- que en Bruselas se nos diga que debemos adoptar medidas para crear empleo, porque ese paro es inaceptable. Ya, muy bien, que expliquen estos señores cómo se crean empresas sin financiación.

Lectores, créanme, en Bruselas cada cual defiende lo suyo, como acaba de quedar patente. De hecho, se dice que el problema de España en la cumbre fue que Zapatero no pinta una mona. ¿Acaso esos Estados Unidos de Europa que parieron nocturnamente cuatro políticos van a cambiar esa dinámica? Yo no les compro la burra. Lo que tenemos que hacer los españoles es dejar de buscar las soluciones en Bruselas y preocuparnos por mejorar nuestra nación. No hay que reducir el déficit y la deuda para cumplir con compromisos externos, sino porque es una mala política que conduce al desastre.  

Ipad y Iphone para sus señorías. ¡Qué cara más dura!

Es una vergüenza que se gasten casi 500.000 euros en regalar a cada diputado un Ipad y un Iphone. ¡Qué desfachatez! 

jueves, 27 de octubre de 2011

El euro estaría muy bien, si fuera posible

Pregunta Óscar que a quién interesa el fin del euro. Da la impresión de que sugiere que hay fuerzas interesadas en que el euro colapse, y en concreto podría pensarse en EE.UU o el propio Reino Unido. Pero la pregunta no es esa. Sería maravilloso que el euro pudiera funcionar, pero ¿es eso posible?, ¿es posible el euro? Esa es la pregunta que en su día no se planteó con la suficiente serenidad, y que la realidad nos estampa en las narices. Estos días se comenta que Alemania está totalmente en contra de que el Banco Central Europeo compre deuda soberana, es decir, monetarice la deuda (los estatutos del BCE lo impiden, pero hay formas de poner en práctica dicha monetarización). La razón es que estima que ello puede provocar inflación –en su economía, quizá no en las más deprimidas, como apuntaba Krugman-, lo cual es muy negativo para una economía exportadora como la alemana. ¿Ven a qué me refiero? Las decisiones se toman en clave nacional y, aunque comprensible, así no se puede llegar lejos.

No piensen que soy euroescéptico o que tengo un especial interés en ir cambiando moneda cada vez que salgo al extranjero. Se trata de algo mucho más simple: los políticos tecnócratas pusieron en marcha el euro pensando en unas ventajas financieras y de simplificación del sistema de cambio que repercutirían favorablemente en la economía. Puede que también tuvieran en mente contribuir a la consolidación de la unidad política, pero pienso que lo decisivo fue lo otro. Yo soy mucho más básico en mis planteamientos: no creo que camuflar la realidad pueda reportar ventajas a la larga, y el euro para mí representa una atroz operación de camuflaje cuyo maquillaje son los criterios de convergencia, que son una manifestación más de lo que se conoce como “la cultura del indicador” –los colegas universitarios me entenderán perfectamente-. La moneda de un país, su apreciación o depreciación en los mercados, da una imagen bastante fiel de la economía de ese país. Cierto que pueden seguir existiendo operaciones especulativas sobre la moneda, pero no a tan gran escala. Al margen de conservar el control de la política monetaria, la moneda nacional tiene la ventaja de que respeta la realidad mejor que el euro, y no nos permite los “pelotazos” y “excesos” que el euro ha hecho posible. No puede ser que Grecia y Alemania tengan la misma moneda, así de sencillo, no sólo porque sus economías son distintas, sino también porque son distintas su cultura política y empresarial, y ello influye decisivamente en la economía. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

La letra pequeña de "El panorama vasco"

La entrada “El panorama vasco” concluía así:


“Lo prioritario, no obstante, insisto en ello, es confirmar el fin del terrorismo y dar paso a una normalización de la convivencia por un período de tiempo lo suficientemente amplio antes de abordar, si los ciudadanos vascos a través de sus representantes insisten en ello, la posible independencia”.

Falta la letra pequeña que concrete mejor los pasos a dar:

1. DISOLUCIÓN DE ETA Y ENTREGA DE LAS ARMAS. Si ETA pretende renunciar a la violencia y participar normalmente en la vida democrática debe pagar un precio. Lo primero es, como señalé en mi entrada, disolverse, una manifestación pública de arrepentimiento y perdón a las víctimas, y una entrega de las armas y colaboración con el esclarecimiento de crímenes. Si eso no sucede y alcanzan el gobierno vasco mucho me temo que será difícil vivir en libertad y, en consecuencia, imposible establecer cualquier tipo de diálogo sobre la modificación del marco político que incluya la posible independencia.

2. BENEFICIOS PENITENCIARIOS Y NORMALIZACIÓN DE LA CONVIVENCIA. Si ETA se disolviera en los términos apuntados, podría pensarse en adoptar medidas penitenciarias tales como el traslado de presos a cárceles próximas al País Vasco. Al mismo tiempo la normalización de la convivencia exige lo siguiente:

a) Respeto escrupuloso al Estado de Derecho, incluido, por supuesto, a los símbolos de la nación española. Cualquier declaración unilateral de independencia debe ser atajada por los cauces legales, lo cual incluye naturalmente la intervención del ejército para garantizar la unidad de España.
b) Consolidación de la vida en libertad que permita a los vascos exiliados que lo deseen regresar a su tierra.
c) Un transcurso mínimo de quince años sin cuestionar los fundamentos del marco político para asegurar que la convivencia en libertad está garantizada.

3. DIÁLOGO SOBRE EL ENCAJE POLÍTICO DEL PAÍS VASCO EN ESPAÑA.

Si transcurrido ese tiempo hay partidos que abogan por la independencia y reciben un apoyo mayoritario del electorado vasco, debe abrirse ese debate, de tal forma que los partidos políticos estén dispuestos a poner en marcha una propuesta de reforma de la Constitución, en caso de que sea necesaria, para que el pueblo español la ratifique. Negociación y concreción del proceso de decisión: Sujetos políticos, comisión de formulación de preguntas y porcentajes de apoyo básicamente.

4. SUPUESTO CONFLICTIVO.

Imaginemos que el pueblo español no acepta modificar la Constitución y reconocer la independencia del País Vasco. En ese caso, bastante improbable si los grandes partidos españoles apoyan una determinada propuesta consensuada para la que piden el voto favorable, se plantea un claro conflicto: el conjunto de los españoles se desliga de la opinión de sus principales líderes políticos y no está dispuesto a aceptar la independencia que desean los ciudadanos de una región española que se consideran a sí mismos una nación. ¿Cómo actuar? Respetando la ley, es decir, la voluntad del pueblo español.