A la vista de los comentarios de
algunos contertulios televisivos, tengo la impresión de que la nacionalización
de Bankia satisface a casi todo el mundo, incluidos muchos periodistas y
contertulios que tenía por liberales. Por si no se han enterado bien, les
explico en qué consiste la jugada de anoche, el movimiento que propone el “pensionista”
Goirigolzarri. El FROB (Fondo de Rescate y Ordenación Bancaria) había prestado
dinero a Bankia -unos 5.000 millones- que ésta tenía que devolver con un
lucrativo interés para el Estado. Lo que pide Bankia es no devolver ese dinero
a cambio de que el Estado se convierta en el máximo accionista y controle el
45% del accionariado. Claro, esto supone que Bankia no devuelve el dinero público,
y además ahora sabemos que necesita una nueva inyección de 7.000 millones de
euro. ¿Y eso a quién conviene? De entrada, a todos los clientes que pueden ver
en peligro sus ahorros (un servidor, de momento, se encuentra entre ellos). A
partir de ahí, si Bankia pudiera ser saneada a un coste razonable y pudiera dar
beneficios, se supone que el Estado podría obtener ingresos en forma de
dividendos, dada su condición de accionista mayoritario. Pero si los activos de
Bankia están sobrevalorados y Bankia amenaza quiebra la nacionalización sería
desastrosa porque nos va a costar todavía más dinero. Vamos a suponer que
Bankia sea viable, ¿cómo se comporta un banco nacionalizado de esas dimensiones
en un mercado competitivo? Lo normal sería que se procediera a un saneamiento y
venta, pero me parecería muy lógico que los competidores de Bankia –Banco Santander,
BBVA, etc.- pusieran el grito en el cielo. Mi impresión es que no hay más
remedio que proceder a la nacionalización para evitar que el sistema se venga
abajo y cunda el pánico entre los ciudadanos y, sobre todo, en los mercados financieros
(aunque ya ven cómo está la prima de riesgo) y en determinadas instituciones
internacionales. La duda inquietante es si hay más entidades que, como Bankia,
van a ser incapaces de devolver el dinero público y requieran su nacionalización.
Y los ciudadanos asistimos
atónitos a todo el espectáculo, sobre todo al escuchar las cifras que se manejan cuando se habla de inyectar dinero
público en la banca. Ya manifesté mi indignación en la entrada titulada “Sí hay
dinero para los bancos”, pero ésta aumenta a la vista de los recortes en
sanidad y educación. ¿Demagogia? En absoluto. Entiendo que no se puede dejar
caer el sistema financiero, pero es que aquí se van todos de rositas y los
ciudadanos no podemos permitirlo. ¿Va a dar alguna explicación Fernández Ordóñez?
¿Va a aclararnos José Luis Olivas cuál fue su política al frente de Bancaja?
¿Tenía que ser Goirigolzarri –que recibe una millonaria pensión anual tras
dejar el BBVA- quién se ponga al frente de Bankia, nada menos que para poner la
manita y decirle a los contribuyentes “dame argo”? Esto da auténtico asco, y lo
peor es que la situación es cada vez más inquietante. Está demostrado que
Zapatero se pasó cuatro años tocando el violón, incapaz de afrontar y resolver
en serio ningún problema, comenzando por el saneamiento del sector financiero
español (ya saben, el más sólido del mundo). Si esto todavía está por resolver,
la crisis indudablemente va a durar como mínimo tres años más. Pero lo peor
sucede fuera de España. La salida de Grecia del euro es inevitable a la vista
de los resultados de las últimas elecciones, lo que aumentará las tensiones
financieras, que afectarán esta vez muy duramente a Francia. Lo de Grecia unido
a que se ve que nuestro sector financiero está con el culo al aire prácticamente
hace imposible que la prima de riesgo española baje. En este contexto, si
Alemania no da vía libre a los eurobonos –que habrá que ver si funcionan- el
rescate de España y la ruptura de la zona euro son un hecho. Todo lo que
estamos viviendo son medidas desesperadas para evitar la consumación de un
fracaso histórico propiciado por la irresponsabilidad de los gobernantes que
nos embarcaron en ese proyecto (en lo que a nosotros respecta, la
responsabilidad pesa sobre el gobierno de Aznar, pero también son cómplices
todos los partidos de la oposición que no pusieron ningún reparo). Den por
seguro que ahora mismo muchos burócratas de Bruselas están planeando en secreto
cómo abordar este proceso de ruptura ordenada del euro.