Estaba esperando a conocer las cifras del déficit público de
España en 2012
para analizar la situación económica. Ya disponemos del dato y éste ha
supuesto una enorme satisfacción para el Gobierno y para la Comisión Europea.
Se daba por descontado que España superaría el 7% de déficit público –sin
contar el rescate bancario-, así que el 6,74% es un éxito que ha servido para
que Rajoy, sin triunfalismos, sostuviera en el debate sobre el Estado de la
Nación que se han sentado las bases de la recuperación. Además del control del
déficit, el Gobierno funda sus esperanzas en el superávit de la balanza por
cuenta corriente, en el saneamiento del sector bancario, en la reforma laboral,
y en la mejora de la competitividad provocada por el proceso de devaluación
interna de los salarios en el sector público y privado. Con todo ello se podría
decir, en opinión del Gobierno y de bastantes expertos, que seguimos inmersos
en la crisis, pero podemos empezar a ver el final del túnel. ¿Es eso cierto?
De todos los análisis que he leído estoy de acuerdo con Jordi
Sevilla en que de momento estamos cambiando déficit por deuda. En efecto, rebajar
el déficit más de dos puntos con una recesión del 1,4% del PIB es, como bien
dice Alberto Recarte, espectacular. Este esfuerzo nos permite alejar
el fantasma del rescate y rebajar la prima de riesgo. Ahora bien, que uno se
sacrifique no significa que va a pagar. Seguimos teniendo déficit y, por tanto,
nuestra deuda pública sigue aumentando, afortunadamente, pues ello significa
que nos siguen prestando y por eso dice Sevilla que cambiamos déficit por deuda.
La salud de nuestra economía ha mejorado con la disminución del déficit y el
equilibrio en la balanza por cuenta corriente, pero el verdadero reto es empezar a empezar a crecer, y
por eso se habla tanto de presionar a Merkel para impulsar políticas de
crecimiento. Ahora se trata de remontar, de crear riqueza que haga crecer la
economía, reducir el desempleo, sanear mucho más las cuentas públicas y
recuperar cierto grado de bienestar. Mientras no crezcamos seguiremos cambiando
déficit por deuda, algo que no puede ser así indefinidamente.
¿Y hay motivos para pensar que vamos a crecer? Es cierto que
se han adoptado medidas encaminadas a lograr dicho objetivo, tales como la reforma
del sector financiero y la laboral, que se han presentado como los dos grandes pilares
para una nueva etapa de crecimiento. Respecto a la primera, resulta fundamental, aunque como ciudadano me parezca escandaloso que haya que
haber llegado a este punto por la nefasta e inmoral gestión de muchos
banqueros. De la segunda ya dije en su día que, aunque tenía aspectos positivos,
era un instrumento para despedir más fácil y barato. Creo que ha beneficiado a
muchos empresarios (algunos con escasos escrúpulos), y ahora empieza a verse su
coste social. Rajoy ha anunciado nuevas medidas para favorecer el crecimiento,
como, por ejemplo, la ley de la unidad de mercado y una importante línea de
crédito para emprendedores. ¿Es suficiente?
Creo que la situación debe estabilizarse y mejorar por la
propia dinámica interna de todo proceso de ajuste, pero hay tres dificultades
que no veo fácil superar. En primer lugar, los logros obtenidos en la reducción
del déficit se han basado en buena medida en importantes subidas de impuestos y
en bajadas de sueldo a empleados públicos. Esto unido a la subida de la
energía (luz, gas, gasolinas, etc.) ha hecho que el consumo se desplome (lo
cual justifica en buena medida la mejora de la balanza de pagos por cuenta
corriente) y no veo que tenga visos de cambiar a medio plazo. En segundo
lugar, nuestro crecimiento ya no va a recibir el impulso de la construcción, sino que tiene
que basarse, además de en el turismo, en potenciar actividades económicas que
primen la calidad, lo cual exige una apuesta por la formación y el I+D. ¿Va a
ser posible recolocar a muchos parados de escasa cualificación? Lo veo bastante
difícil. Algunos de los más cualificados han optado por marcharse y otros
esperan su oportunidad o se lanzan a emprender (nuestra gran esperanza), pero
sustituir el motor de la construcción es una tarea larga y difícil, aunque
imprescindible. En tercer y último lugar, sigo viendo el envejecimiento de la
población como un problema al que urge dar respuesta. En poco tiempo van a
aumentar notablemente las clases pasivas y las cuentas de la Seguridad Social
generarán déficits cada vez más inasumibles. Aquí hacen falta cambios muy
importantes, comenzando por políticas que favorezcan la familia y la natalidad,
pero esto es muy complicado por muchas razones (recomiendo la lectura de mis
posts sobre la soltería y la natalidad).
En definitiva, estoy contento porque es verdad que se ha
evitado el desastre, pero creo que nos queda todavía un buen trecho para salir
de esta crisis. ¿Significa esto que la política de austeridad era la correcta? La
austeridad era necesaria en aquellas políticas que se han llevado a cabo con
manifiesto despilfarro e incompetencia, pero jamás en educación y sanidad. Todo
hubiera sido más sencillo, y se hubieran obtenido mejores resultados, si el
Banco Central Europeo hubiera respaldado a España
comprando bonos, en lugar de mirar demasiado tiempo hacia otro lado mientras se
centraba casi exclusivamente en el control de la inflación. Hemos y estamos
sufriendo más de lo necesario, y los culpables del sufrimiento –todos identificables-
han gozado de absoluta impunidad. Pero dicho esto, formando parte
de la unión monetaria España no disponía de excesivo margen para otras
políticas, aunque siempre queda el recurso de romper la baraja si se te imponen condiciones inaceptables (y ha habido momentos en que se imponía la ruptura, menos mal que Draghi rectificó), de ahí que muchas de mis críticas se hayan dirigido contra Merkel y
la política que ha impulsado. Y voy a concluir reiterando una idea de la que estoy plenamente convencido: el euro es un error, aunque se supere esta crisis. Y
deberíamos darnos cuenta de que dar marcha atrás no significa acabar con la
Unión Europea, tal como muchos parecen querer hacernos creer con esa
insistencia en proclamar que el euro es un proyecto “irreversible”. El objetivo
de España debería ser superar esta crisis logrando sanear sus cuentas
públicas y abandonar este club en el otros tomarán las decisiones en función de
sus intereses. Confío en España, cada vez veo más virtudes nacionales que
antes me pasaban desapercibidas, y creo que haríamos bien en recuperar las
riendas de nuestra política monetaria, demasiado importante como para dejarla
en manos de Bruselas.