Si les preocupa ser cada día mejor persona y ayudar a construir un mundo mejor no es necesario irse al Nepal o ponerse en manos de un "coach" que nos cobre 20.000 euros por curso. Tenemos a nuestro alcance una sencilla posibilidad que personalmente procuro explotar al máximo. Cada vez que nos subimos al coche tenemos la oportunidad de hacer más amable nuestra ciudad respetando generosamente un paso de cebra, facilitando la incorporación de otro conductor a nuestro carril, sonriendo y agradeciendo la deferencia de otro conductor, y también tenemos la oportunidad de aprender a controlar la ira o de ser pacientes y comprensivos. Si son de los que se estresan al volante, hacen lucecitas o están siempre con el taco en la punta de la lengua y se han visto al borde de la tragedia en una discusión de tráfico, les sugiero que recapaciten y sean conscientes de las posibilidades de crecimiento personal que nos ofrece conducir. Sería interesante que las autoescuelas no olvidaran que conducir no es sólo un saber técnico, tanto en lo que se refiere al vehículo como a las normas de la circulación, sino una forma de relacionarse con otras personas -cientos, miles- con el objetivo común de llegar a un determinado lugar.
martes, 23 de julio de 2013
jueves, 18 de julio de 2013
El problema no es Susana Díaz
No nos escandalicemos porque Susana Díaz, la candidata socialista a suceder a Griñán, como tantos otros, lleve toda su vida dedicada a la política -carne de aparato he leído que le llaman-. El problema es de los partidos que no tienen reparos en encumbrar a este tipo de gente (incluso en las primarias debería existir algún tipo de filtro que garantice una cierta idoneidad de los candidatos) y de los ciudadanos que en último término otorgamos nuestro voto. En estos días es habitual escuchar a algunos intelectuales exhortar a la rebelión civica. Me daría por satisfecho con que cada ciudadano actuara con responsabilidad, más necesaria que nunca, en dos terrenos: ejercicio de la libre expresión donde a cada cual le sea posible y sufragio meditado para que en ningún caso se vote a candidatos manifiestamente mediocres. Esa es la única manera de responder a casos como el de Susana Díaz.
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Actualidad política
viernes, 28 de junio de 2013
La noche de los rábanos salados
En España siempre han estado
bastante arraigadas esas excelentes obras de misericordia que son dar de comer
al hambriento y dar posada al peregrino. Cuando llegaba a casa de mis padres el
cobrador de Finisterre o el señor que tenía que mirar el contador del gas mientras estábamos comiendo, mi madre siempre soltaba ese españolísimo “¿quiere
comer?”. Si en España te visitan familiares es habitual alojarles en tu casa antes que dejarles ir a un hotel. Las posadas y los hoteles
siempre han sido para los españoles establecimientos mercenarios de último
recurso. En los últimos tiempos las cosas han cambiado y la mayor parte de
nuestros hoteles suelen disponer de todo tipo de servicios y comodidades. Nada
que ver con las posadas, fondas y hostales de los años cincuenta que conoció el
filósofo del derecho francés Michel Villey, quien en su “Compendio de Filosofía
del Derecho” –si mal no recuerdo- bromea a lo Chiquito de la Calzada con que no sé qué
estaba más vacío que una pensión española. Sí, los tiempos han cambiado y está
muy bien que los hoteles hayan mejorado, pero, por favor, no perdamos nuestra
hospitalidad tradicional. Sigamos viendo el hotel como el lugar mercenario de
último recurso que en realidad es.
Este sentido de la hospitalidad
siempre me ha parecido genuinamente español, pero también lo he visto en
algunos franceses del sur que he tenido oportunidad de conocer y, pásmese
lector, he tenido la suerte de disfrutar de la hospitalidad alemana (no se
apure, luego le cuento). Ello me ha hecho pensar que quizá la razón radique en
que se trata de conductas profundamente ligadas a la religión. Muchos
despotrican contra la edad media dejándose llevar por prejuicios, pero durante
esa época en Europa estaba socialmente vigente la obligación de dar posada y comida al
peregrino. Eso, que sigue por cierto presente entre los musulmanes, lo hemos
ido perdiendo con la progresiva secularización de nuestra sociedad. Podría
decirse que a mayor secularización mayores posibilidades de que la visita de
uno acabe en un hotel.
Y les cuento la anécdota alemana
por dos razones. Primero, porque me he metido mucho con los alemanes en los
últimos tiempos y como sospecho que con la cumbre del fin de semana igual tengo que
volver a darles cera así compenso un poquito. En segundo lugar, porque la anécdota creo que ilustra bien esa
relación entre vivencia de la religión que se traslada a buenas acciones.
Bueno, quizá haya una tercera razón, y es que esto de ir en taparrabos en
verano me está resultando de lo más cómodo. Al grano. En el segundo curso de Derecho,
en el año 1990, formaba parte del equipo de fútbol de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Valencia. Un día se incorporó al equipo un estudiante alemán
y charlamos un rato. Tampoco nos hicimos íntimos amigos.
En otoño yo iba a viajar a Dinamarca en tren, y tenía que pasar una noche en Hamburgo antes de tomar al día siguiente otro tren para llegar a Aarhus, mi destino. Se lo dije al
alemán y, como era de Hamburgo, aunque estudiaba en Salzburg, me dio su
dirección y teléfono para que quedáramos, si tenía tiempo y daba la casualidad
de que él estaba por allí. Guardé los datos mecánicamente con la convicción de
que no le iba a llamar. Total, se trataba de llegar por la tarde a la estación,
buscar un hostalillo para pasar la noche y partir a primera hora. No sospechaba
yo que cierto evento en Hamburgo iba a dejar la ciudad sin una habitación libre.
Deambulé con mi mochila de hotel en hotel recibiendo siempre la misma
respuesta: todo estaba completo. Se me pasaron por la cabeza varias soluciones hasta que reparé en que tenía la dirección del amigo
alemán. Había que intentarlo, así que telefoneé y
contestó su madre. Él no estaba allí y le expliqué a la buena mujer quién era
yo y cuáles eran mis circunstancias. Imagínense, un desconocido español que
dice ser amigo de su hijo. ¿Qué harían ustedes? La señora se separó un momento
del auricular para hablar con su marido y sólo tardó unos pocos segundos en
decirme que fuera a dormir a su casa. ¡Oh, qué maravillosa sensación saber que
había una cama para mí en una ciudad extraña! Llegué, conocí a sus padres, y estos me enseñaron la habitación de su hijo en la que pasaría la noche. Había dos grandes
fotos allí. Una de Helmut Kohl y otra del papa, Juan Pablo II. En
nuestras escasas conversaciones españolas habíamos hablado de política y de
religión y yo sabía perfectamente que él era un católico prácticamente fiel
partidario de la CDU (hoy defiende a Merkel). Y también supe después que su
familia era muy religiosa, aunque con una particularidad: su padre y él eran
fervientes católicos, mientras que su madre y su hermana eran protestantes
luteranos. La conversación con los padres de mi amigo Andreas (así se llama) durante
la cena fue muy agradable, aunque tuve que pagar un precio: no olvidaré los rábanos con sal crudos que comimos en la cena y que,
lógicamente, no iba a despreciar, pese a que me resultaban verdaderamente repugnantes. Dormí a pierna suelta y a la mañana siguiente
el padre de Andreas me llevó a la estación donde tomé el tren para Aarhus
dispuesto a vivir una nueva aventura.
jueves, 13 de junio de 2013
Dos preguntas mollares
Dos preguntas excelentes de José García Domínguez:
"¿Por qué un accionista español o un tenedor de participaciones preferentes (los depósitos están garantizados) deben sufrir quebrantos si una entidad quiebra, pero no así el banco alemán que compró sus cédulas hipotecarias? ¿Por qué Merkel solo cree en el libre mercado cuando los que salen perdiendo son otros? No nos rescatan: somos nosotros quienes los vamos a rescatar a ellos. Y pensar que aún hay quien no lo ha entendido".
Este hombre ve perfectamente cuál es el verdadero problema. Les aconsejo que lean sus opiniones.
martes, 11 de junio de 2013
Pendientes del Tribunal Constitucional Federal de Alemania
¿Se acuerdan de
cuando Mario Draghi dijo aquello de que el Banco Central Europeo haría lo
necesario para salvar el euro, con la famosa apostilla “y, créanme, será
suficiente”? Se refería Draghi a la posibilidad de que un Estado de la unión
monetaria solicitara formalmente el rescate y se pusiera en marcha un mecanismo
de compra de deuda pública por el BCE en los mercados secundarios de deuda para
rebajar la presión y garantizar la sostenibilidad (al menos a corto plazo) del
Estado rescatado. En Alemania aquello no convenció a muchos, porque pensaban
que esa compra de deuda por parte del BCE suponía ir más allá de sus funciones
utilizando recursos, entre otros, del contribuyente alemán. Esta es la razón
por la que en Alemania se presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional
sosteniendo que dicha compra masiva de deuda pública era contraria a la
Constitución alemana. Pues bien, para que se den cuenta de cuál es la posición
de Alemania en esta crisis, en una información que hoy publica “El País”, una encuesta difundida por el diario
económico Handelsblatt apunta que casi la mitad de los
alemanes está en contra de ese programa de compra de deuda, mientras que solo
un tercio lo apoya. ¿Aparte de que nos hundamos en la miseria para pagar
lo que les debemos, qué estrategia tienen los alemanes para acabar con la
crisis?
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Actualidad política
martes, 4 de junio de 2013
Concierto de Chenoa en el Gran Teatro de Elche
El pasado domingo, por la tarde, asistí
al concierto de Chenoa en el Gran Teatro de Elche. Fue una suerte que viniera
por Elche y que todavía quedaran entradas cuando me enteré el día antes. Estuvo
muy bien, a pesar de que, según ella, padecía un catarrillo. Quizá no tenga un
oído fino, pero a mí me pareció que su voz sonó estupenda. Era un concierto
acústico en el que únicamente le acompañaban dos guitarristas. Este austero
acompañamiento no mermó en absoluto la calidad del concierto y de paso permitió
que el precio fuera asequible. No sabía que había mejorado tanto su repertorio,
ni que se hubiera dedicado a componer sus propios temas. La verdad es que me
gustaron y demuestra ser una artista muy completa. Estuvo simpática y creo
que todos los asistentes tuvimos la impresión de que se entregó y que, al igual
que el público, disfrutó. Cuando comenzó a ser conocida me resultaba un poco
arrogante, pero he dejado de tener esa sensación. Por cierto, cada vez la veo
más guapa, más mujer (se mezcló con el público y cuando se me puso a tiro, como
un quinceañero, le saqué la foto que publico). Lástima que redujera ese generoso
trasero rubensiano que Dios le dio.
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Espectáculos
¿Punto de inflexión?
Me encantaría creer que el dato
de paro de mayo que se acaba de conocer es el punto de partida de una
recuperación económica que, comenzando por la reducción del desempleo, nos va a
permitir crecer, controlar el déficit y pagar la deuda. Con gusto me olvidaría
de la profecía que publiqué el otro día si pensara que hay razones para ello.
Lo siento lector. No, no crea que soy de naturaleza pesimista, sucede sencillamente
que un análisis frío y racional de la situación me impide creer que estamos
ante un punto de inflexión.
Si con un veintitantos por ciento
de paro no hay buenos datos en el mes de mayo… Hay que combatir el paro y hay
que crecer. Pero lo importante, lo que desgraciadamente no podemos olvidar, es
que hay que crecer lo suficiente como para devolver las deudas privadas y
públicas que tenemos contraídas los españoles. Y ahí está el verdadero
problema. Yo no veo cómo podemos alcanzar ese nivel de crecimiento con estas
políticas de austeridad y, sobre todo, sin soberanía monetaria. Así es muy
difícil, porque si quieres ser competitivo necesitas recurrir a una devaluación
interna –en eso estamos- que lastra el crecimiento en tanto la bajada de los sueldos -que no se ve proporcionalmente compensada por el control de precios- afecta muy negativamente al consumo. La solución con este corsé que representa la unión monetaria
es que España sea competitiva a base de una transformación radical de la nación (política de reformas) que, aunque deseable e imprescindible en muchos terrenos (reforma de la administración, laboral, unidad de mercado, reducción de trámites burocráticos, educación pública de la máxima calidad), es una utopía cuando se plantea como
un objetivo ineludible a corto plazo para superar la crisis.
No me malinterpreten. No
deseo que España se convierta en un país de turistas capaz de competir a través
de fabricar productos baratos y de baja calidad. Debemos aspirar a la
excelencia, pero una excelencia que pasa por una transformación gradual de la
nación en la que nosotros, los españoles, seamos quienes formulemos y lideremos
nuestros propios proyectos. Por eso la unión monetaria es una enorme dificultad para países como el nuestro. Y ahora va
y parece que IU se apunta a la idea de que hay que abandonar el euro. Che,
lector, al final va a pensar que soy un izquierdista radical. Yo ya no sé ni lo
que soy…
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