¿Qué
sucede cuando una persona posee un arma? ¿Qué transformación se produce en ella? Un arma nos proporciona poder para matar, y mucha gente cuando se sabe poderosa gusta de ver reconocido su poder, independientemente de en qué consista. Pensemos, por ejemplo, en una discusión de tráfico acalorada en la que uno de los implicados lleva un revólver en la guantera. Es posible que la situación llegue a requerir hacer uso de ella para defenderse, pero más de uno tendrá la tentación de sacarlo a pasear para mostrar su poder e intimidar al otro. Su pensamiento podría traducirse así: "No te pongas chulo que como te saque el revólver y veas mi poder te vas a cagar". Hay una película, “El señor de las moscas”, basada en el
libro del mismo título, en la que entre otros muchos temas de interés, se
observa el cambio que en el grupo de cadetes náufragos en una isla deshabitada supone
la aparición de las armas. En este caso
también hay una justificación objetiva: las armas van a utilizarse
para cazar cerdos. Pero inmediatamente se observa que los que las poseen se sienten poderosos,
diferentes al resto del grupo. La escisión entre los cazadores armados y el resto de cadetes será el comienzo de un enfrentamiento con trágicas consecuencias.
En el debate sobre el derecho a portar armas se pueden esgrimir diferentes argumentos. Es sabido que en Estados Unidos los defensores de este derecho tienen presente un modelo de sociedad individualista en la que el Estado ocupa un papel residual, tanto que incluso
no puede impedir el derecho de cada persona a defenderse por sí misma. La segunda enmienda de su Constitución establece
que “siendo
necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el
derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Me pregunto cuántas muertes injustas y atroces por armas en manos de particulares tendremos que ver para que los defensores de este argumento de principio se den cuenta de que las consecuencias sólo pueden ser relegadas hasta cierto límite cuando se trata de convivir.