Los últimos datos de la pandemia aconsejan inequívocamente que las autoridades adopten medidas para evitar las celebraciones navideñas. La Generalitat Valenciana ha permitido reuniones de nada menos que diez personas y, además, no solo familiares, sino también "allegados", un auténtico disparate (http://www.gvaoberta.gva.es/documents/7843050/169783335/medidas_navidad_covid_19_CAS.jpg/23e5aed1-a241-4508-9485-ac3d5732bd38?t=1607329484884). En mi opinión, debería decretarse un toque de queda desde el cierre de las tiendas el día 24 y el 31 de diciembre, y un confinamiento total para el día 25. O se adoptan medidas o aquellos que están concienciados de que hay que ser escrupulosos con las directrices sanitarias van a ser víctimas de familiares que les realizarán el típico chantaje emocional al que es muy complicado que se nieguen. Ahora que vemos la luz al final del túnel con la esperanza de las vacunas es fundamental salvar vidas y facilitar el trabajo del personal sanitario.
El discurso de Merkel advirtiendo de las funestas consecuencias de reunirse en Navidad es el camino a seguir. Es verdad que los alemanes se pueden permitir un confinamiento duro, pero también lo es que a raíz de la experiencia del nazismo los alemanes han interiorizado como pocos pueblos que la dignidad humana exige hacer lo posible por salvar vidas. Como dijo Merkel, "no es aceptable 590 muertes al día por Covid". En España no detecto un sentimiento de preocupación equivalente ante las cifras de muertos que escuchamos cada día. El sacrificio de evitar estas reuniones navideñas es nimio en comparación con las vidas que se podrían salvar. Ojalá todo el mundo se quedara en su casa tranquilamente y diéramos tiempo a que la vacuna logre que mejore la situación.