Vergonzoso el volantazo de Ciudadanos. Una cosa es reposicionarse ideológicamente y otra romper pactos y gobiernos generando inestabilidad. Así su desastre está asegurado con toda la razón. Ahora entiendo el malestar que dejaba entrever Albert Rivera. Llevó al partido al éxito y también lo hundió, pero sabría lo que se estaba cocinando y le escandalizaría. PP y Vox se quedan solos como alternativa. Arrimadas ha enterrado al partido.
miércoles, 10 de marzo de 2021
lunes, 1 de marzo de 2021
Alerta frente a la violencia de la extrema izquierda
La violencia de los grupos de extrema izquierda y la comprensión que hacia ella han mostrado podemitas e independentistas es una grave amenaza para la convivencia pacífica en España. Ya incidí en el último post en su absoluto desprecio por la verdad y en que la defensa de la libre expresión es un pretexto sin el más mínimo fundamento que si algo pone de manifiesto es su sectarismo. Declaran “alertas anfascistas” frente a Vox -así lo hizo el propio Pablo Iglesias tras los resultados de las elecciones andaluzas- y sabotean y agreden a miembros de este partido en sus mítines mientras reclaman permisividad hacia los insultos a través de expresiones humillantes y vejatorias de “artistas” como Hasél o Valtònyc.
Hay que condenar enérgicamente esta ola de violencia y estar
muy vigilantes ante el propósito cada vez menos disimulado de actuar
violentamente para desestabilizar el orden constitucional. Desgraciadamente, la
extrema izquierda sigue sin renunciar a sus ideas revolucionarias basadas en la
“acción directa”, el eufemismo que emplean muchas veces para camuflar sus
acciones. En un vídeo en el que aparece acompañado por Hasél, Valtònyc señala
que el camino a seguir es la “acción directa”. La opinión de este sujeto no
tiene la más mínima consistencia intelectual, pero sí que sirve como indicio
para conocer qué ideas animan a estos grupos anarquistas, independentistas y
siempre antisistema.
No sólo debe preocuparnos la violencia física, sino es muy
importante evitar que se propague la violencia verbal. Es habitual que un
enfrentamiento físico comience con bravuconadas e insultos que van subiendo de
tono hasta que alguien asesta el primer golpe. En España la mentira se abre
paso y el lenguaje violento y provocativo está subiendo de tono. Y, junto al
lenguaje, se está imponiendo la división política en bloques antagónicos
incapaces de tender puentes entre ellos. Cada vez que se ofrece una encuesta se
hace una suma de los diputados que obtendría cada bloque. Conviene recordar las
palabras, una vez más, de Julían Marías respecto a cómo se llegó a la Guerra
Civil: “¿Puede decirse que estos
políticos, estos partidos, estos votantes querían la guerra civil? Creo que no,
que casi nadie español la quiso. Entonces ¿cómo fue posible? Lo grave es que
muchos españoles quisieron lo que resultó ser una guerra civil. Quisieron: a) Dividir
al país en dos bandos. b) Identificar al “otro” con el mal. c) No tenerlo en
cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz. d) Eliminarlo,
quitarlo de en medio (políticamente, físicamente si era necesario)”.
(Julián Marías, La España real,
Barcelona, Círculo de Lectores, 1983, p. 304).
Antes de que se desencadene una guerra, mucha gente cree
imposible que esto se acabe produciendo. Piensan que no llegará la sangre al
río, que son salidas de tono para negociar, para sacar rédito político. Quienes
así lo creen pueden estudiar cómo la situación de España se fue pudriendo sin
que se imaginara que ello desembocaría en tres años de guerra civil. O, si lo
prefieren, que se lean “El mundo de ayer”, de Stefan Zweig, y comprobarán que
incluso después del asesinato del archiduque Francisco Fernando, no se creía en
la guerra como una posibilidad real. A ello contribuían, como bien explica
Zweig, que en los últimos cuarenta años apenas había habido conflictos bélicos de
importancia en Europa. Quizá en España también llevemos muchos años de paz y muchos
jóvenes no valoren la importancia que tiene lo que hemos logrado:
nada menos que más de cuarenta años viviendo en democracia. Hay que cuidar ese
tesoro y estar alerta frente a quienes amenazan nuestra convivencia en paz.
martes, 16 de febrero de 2021
Defienden a Pablo Hasél y viven contra la verdad
No entro a valorar si los tuits de Pablo Hasél están amparados por el derecho a la libre expresión e información, aunque atribuir delitos como asesinar y torturar sin aportar pruebas no forma parte del derecho a la libre información, que nunca puede amparar la calumnia. Pero, ya digo, me da exactamente igual. Aunque sus insultos y críticas a la monarquía quedaran amparadas por la libre expresión, su lenguaje violento y soez denota falta de educación y nulo talento artístico. Defender a este mamarracho como si fuera un luchador por la libertad como en su día lo fue, por ejemplo, Marcelino Camacho, deja bien patente la inversión de valores y de referentes públicos que se vive en nuestra sociedad.
Cientos o miles de jóvenes se han echado a las calles de Barcelona quemando contenedores para defender a este sujeto enarbolando la bandera de la libre expresión. Probablemente se trata de los mismos que justifican que se luche contra Vox pegándoles una patada en la boca y que han boicoteado los mítines de este partido que sí constituyen un ejercicio legítimo de la libre expresión. Estos niñatos que tienen la gran suerte de vivir en democracia y de poder decir lo que piensan con entera libertad se encuentran con que el siniestro Pablo Iglesias los azuza con el mantra falaz de que España no es una democracia plena. El problema es que teniendo la verdad a su alcance prefieren la mentira. Esto me recuerda a las relaciones del hombre con la verdad que tan bien explica Julián Marías. Aunque parezca paradójico, el hombre puede vivir “contra la verdad”, puede rechazarla. Les cito este pasaje de Introducción a la filosofía:
“Es posible una
situación extremadamente anormal y paradójica, que es la de vivir contra la
verdad. Y es –no nos engañemos- la dominante en nuestra época. Se afirma y
quiere la falsedad a sabiendas, por serlo; se la acepta tácticamente, aunque
proceda del adversario, y se admite el diálogo con ella: nunca con la verdad.
Esta es sentida por innumerables masas como la gran enemiga, y contra ella es
fácil lograr el acuerdo (…). ¿Por qué esta voluntaria adscripción a la mentira
en cuanto tal? La razón no es demasiado
oculta: en el fondo, se trata simplemente del miedo a la verdad. El hombre que
vive sobre un supuesto de ideas y creencias de cuya falsedad está íntimamente
convencido, o que al menos sospecha, y que no tiene el ánimo necesario para
vivir en la duda y a la intemperie, para sentirse perdido, aplazar decisiones y
ponerse a realizar esa faena inexorable que es el pensar –inexorable, porque
cuando es auténtico no admite componendas y solo se aquieta con la verdad
misma-; cuando no tiene ese ánimo, digo, huye de la verdad y la persigue,
porque adivina que su mera presencia arruina el irreal fundamento de su vida”.
Vivimos rodeados de mentiras y de mentirosos. Las “fake news” y la tolerancia a las mismas cuando no su disfrute es un fenómeno generalizado. Los independentistas mienten y su electorado acepta borreguilmente sus mentiras. El Presidente del Gobierno ha llegado al poder mintiendo continuamente, y sabemos que lo seguirá haciendo si le interesa para seguir en el poder. Cada vez que Fernando Simón abre la boca sabemos que no podemos confiar en su palabra, y allí sigue después de todo lo que ha dicho. Nadie quiere ver la verdad sobre las pensiones o sobre el drama del envejecimiento de la población. Tampoco se quiere saber la verdad sobre los muertos que ha provocado la pandemia. Es desolador. Llegará un momento en que la mentira no nos sirva. La cuestión como sociedad es cuándo y cómo se producirá el golpe que nos exigirá despertar y afrontar la realidad.
lunes, 15 de febrero de 2021
Triunfo de pacotilla
En las elecciones autonómicas de 2017 Ciudadanos obtuvo treinta y seis escaños. ¿Qué hizo con ellos Arrimadas siguiendo la estrategia diseñada por Rivera? Preparó las maletas y se marchó a Madrid. En las elecciones de ayer se quedó en seis escaños. A nadie puede sorprender que en menos de cuatro años y sin gobernar haya sufrido semejante debacle. ¿Qué han hecho sus votantes? Muchos han pensado que no vale la pena arriesgar la salud para ir a votar; otros han colaborado al triunfo de pacotilla del PSC; los más guerreros han apostado por armar ruido votando a Vox. Todo absolutamente inútil si de lo que se trata es de desplazar al independentismo del poder. La solución al problema catalán pasa por la ruina, no hay otro camino que dejar que los catalanes sigan experimentando la decadencia, porque la autonomía política hace posible que el zangolotino Pere Aragonés vaya, con toda probabilidad, a ser el próximo presidente de la Generalitat de Catalunya. Respecto al triunfo del independentismo, ninguna novedad. ¿Acaso alguien se puede sorprender del resultado? Eso sí, una participación de poco más del cincuenta por ciento no puede respaldar un proyecto de ruptura. Seguirán reclamando un referéndum y Sánchez y el que venga se lo negará o todo lo más ofrecerá un giliestatut.
Hay quienes ven en el resultado de Vox una enmienda a la
totalidad a la estrategia de Casado contra Vox. No estoy de acuerdo. Vox ha
sacado un buen resultado en Cataluña porque mucha gente allí quiere mostrar su
hartazgo con el independentismo y Vox es el partido que mejor canaliza ese
sentimiento, sin que el PP pueda competir por ese espacio. A Vox se le vota con las vísceras y eso es sencillamente lo que ha
pasado. Desgraciadamente esa visceralidad se extiende por toda España y lleva a
que Vox siga aumentando sus expectativas electorales. El PP hace bien en no
sumarse a esa corriente que no conduce a nada bueno, sino que debe conformar
una alternativa al PSOE con gente capaz y con un discurso político claro y bien
articulado. Si lo hace, ese votante de Vox puede que le vote en unas elecciones generales. El problema es que Pablo Casado es un joven que sólo ha sabido
vivir de la política. Es un buen parlamentario, pero sus dotes de liderazgo
están por demostrar. En mi opinión, ante la deriva que está tomando Pablo
Iglesias, el PP debía haber mostrado su disposición a apoyar parlamentariamente
a Sánchez si rompe con Podemos. Lamentablemente, Ciudadanos carece de peso y la
inercia electoral puede que le lleve a desaparecer o a ser residual. Si eso sucede el PP tendrá el
reto de presentarse como alternativa y como posible socio de gobierno al mismo
tiempo, es decir, debe ser capaz de hacer de PP o de Ciudadanos llegado el
caso.
lunes, 8 de febrero de 2021
La marmota catalana
Los ciudadanos pacíficos y sensatos que viven en Cataluña tienen sobradas razones para estar preocupados por la deriva que allí se vive. El acoso a Vox recuerda el ambiente hostil del mundo etarra en el País Vasco contra todos los que se sentían españoles. No debe de ser nada fácil estar allí y saber que por una u otras razones los independentistas van a seguir gobernando y permitiendo que se pudra la convivencia y la prosperidad. Los socialistas han creído que celebrar las elecciones autonómicas este mes favorecía sus intereses sin importarles nada el lógico temor de los ciudadanos a participar en mesas electorales y, también, en ir a votar. Cabe suponer que la abstención será altísima y dudo mucho de que beneficie a los partidos constitucionalistas. Si a ello unimos que el sistema electoral prima el voto de las zonas rurales donde domina el independentismo, el resultado es bastante predecible.
El independentismo va a lograr que Cataluña siga perdiendo peso dentro de España sin conseguir sus objetivos. Es difícil saber cómo actuar siendo un catalán sensato que observa con pavor esta situación. Salir de allí e irse a cualquier otro lugar es tentador, como hicieron todos los vascos que abandonaron su tierra hartos de vivir sin libertad. Pero de este modo los intolerantes consiguen sus objetivos. Eso sí, si uno no es catalán y puede marcharse a otro lugar, yo desde luego iría preparando las maletas.
lunes, 1 de febrero de 2021
Patada a seguir o apuesta por la excelencia
Viene resultando habitual que algunas personas se refieran a nuestros jóvenes diciendo que son la generación mejor formada y que, por ello, es doloroso ver que tienen tan pocas oportunidades de encontrar un empleo digno. No es verdad, no son en absoluto la generación mejor formada: justo lo contrario, tienen una formación más que mediocre y, sobre todo, una preocupante incapacidad para estudiar con atención sostenida durante un período largo de tiempo sin sucumbir a las distracciones. Así lo confirmarán la mayor parte de los profesores universitarios a los que les pregunten. ¿Cuál es la razón de ello? Por una parte, la educación primaria y secundaria se ha degradado en sus contenidos curriculares eliminando contenidos esenciales o reduciéndolos al máximo. Por otra parte, la falta de disciplina y de respeto a los profesores, y las constantes interferencias de la tecnología, dificultan que niños y jóvenes cultiven las habilidades de expresión escrita y oral a través del fomento de la lectura, y el pensamiento abstracto y la reflexión imprescindible para el éxito en materias como las matemáticas.
A pesar de todas las carencias, muchos llegan a la
Universidad, que les abre sus puertas de par en par deseosa de ingresar dinero
en concepto de matrícula, al igual que acoge a todos aquellos mayores de
veinticinco o cuarenta años que desean lograr un título
universitario y ven como un sueño cumplido haber superado los exámenes de acceso. Las universidades, necesitadas de ingresos por
matrícula, renuncian de entrada a ser centros de excelencia y juegan con las
ilusiones y el dinero de muchas personas a quienes se les ha hecho creer que
son capaces de estudiar una carrera universitaria. A partir de entonces, pueden
pasar dos cosas. Hay profesores que, conscientes de que suspender les trae
dificultades, deciden no complicarse la vida, aplican a su trabajo una “patada
a seguir” de rugby y colaboran a engrosar la bola de nieve del gigantesco y
temerario engaño. Con ello aumentan la presión sobre aquellos que creen que su
responsabilidad hacia la sociedad como empleados públicos reclama un nivel
mínimo de exigencia que cada vez menos estudiantes pueden alcanzar. El
inevitable y merecido “suspenso” supone el despertar del sueño para muchos de
los estudiantes que en realidad nunca pasaron de ser alumnos que viajaban en un mullido vagón hacia el despeñadero académico. En esta situación se halla actualmente
la Universidad española: patada a seguir o resistencia frente a la degradación.
jueves, 21 de enero de 2021
Pere Aragonés
Hace tiempo que me llama la atención Pere Aragonés, un genuino producto de marketing político. Escucharle hablar es una absoluta pérdida de tiempo: sin ninguna idea original, se dedica a repetir los "mantras" independentistas. Nada de eso importa en nuestros días. En una entrevista en La Sexta Noche, el argumento de José Bono para defender la idoneidad del candidato Illa a la Generalitat de Catalunya era, pásmense, que sólo había que mirarle la cara para darse cuenta de que era un buen candidato. Que si la cara es el espejo del alma, que si no se enfadaba, que era un hombre sensato, en definitiva, cualidades de “talante” que tan de moda se pusieron con el nefasto Zapatero. Este Pere Aragonés, quizá asesorado, en un contexto de gente mal vestida, descorbatada, y en muchos casos zarrapastrosa se deja una barba aseada que oculta el zangolotino que en realidad es, y ha decidido que hasta el momento de meterse en la cama nadie le iba a pillar sin americana y decidiendo estratégicamente cuándo toca ponerse la corbata. Es una clara apuesta por disfrazarse de “institucional” en un partido golpista como ERC que ahora pretende recular y ofrecer una imagen que los aleje del radicalismo unilateral. Para ello nada mejor que poner de cabeza visible a un político bien disfrazado, capaz de engolar adecuadamente y de leer lo que le preparen. El diseño se completa con unos titulillos pagados para tener alguna línea académica de universidades de prestigio americanas, todo muy aseado, pero sin que se le conozca ninguna profesión seria.