Me gusta pasar el aspirador en la mañana dominical mientras escucho música en mi ipod, acompaño rítmicamente y suelto gorgoritos. Entre los artistas que tengo en él se halla Enrique Iglesias, al que hoy el “aleatorio canciones” misteriosamente le ha dado un protagonismo inusitado. Imagino que él no se sentirá muy feliz sabiendo que su música me acompaña pasando el aspirador, pero muchos aspirarían a mucho menos, ¿no creen? Entre pasada y pasada de la máquina pensaba en este chaval “hijode” en el mejor sentido de la palabra. Ahí lo tienen. Poquita voz, poquita afinación, con gallitos de karaoke sonrojantes, y sin embargo vendiendo discos como churros y convertido en una estrella mundial del pop. Me parece que este tío no tiene un pelo de tonto. Para lograr lo que él ha logrado no basta con ser “hijode”. Sus álbumes tienen siempre canciones de calidad y ha explotado al máximo sus debilidades. No le importa desafinar si ello le otorga un estilo personal, cosa que ha logrado plenamente, al igual que su padre. Su estilo no es el mismo, aunque a veces guarda un cierto aunque lejano parecido. Nunca imaginé que ese chaval con cara de tontillo que veía en las revistas del corazón en compañía de su hermano se convertiría en un cantante de éxito, así que felicidades, Enrique.
domingo, 30 de noviembre de 2008
viernes, 28 de noviembre de 2008
Otro disparate: Zetapé da 11.000 millones a los Ayuntamientos
Zetapé anunció ayer que destinará 11.000 millones a los Ayuntamientos para que pongan en marcha iniciativas que se traduzcan en unos 300.000 empleos. La medida es objetivamente mala, pero la insensatez que denota es lo más preocupante. Vamos a suponer que no haya prácticas corruptas y que el dinero se emplee en obras al servicio de los ciudadanos. ¿Con qué criterio se empleará? Pues con el que cada Ayuntamiento estime oportuno. El gobierno parece ignorar que la crisis exige urgentemente reformas estructurales en nuestra economía que potencien determinados sectores para evitar el desmesurado protagonismo del sector de la construcción. Dar dinero a los Ayuntamientos sin una estrategia de cómo emplearlo es una necedad. Mediante esta vía más que generar 300.000 empleos se coloca a 300.000 en vaya usted a saber qué puestos. ¿Acaso van a crear los Ayuntamientos industrias con visos de éxito a medio y largo plazo? Lo dudo. Es a los empresarios, que son los que invierten su propio dinero, a quienes hay que estimular para que emprendan nuevos proyectos en determinados sectores productivos de especial importancia para nuestra economía. Los Ayuntamientos en el mejor de los casos gastarán en obra pública y cuando se acabe el dinero estaremos otra vez igual. Así no se supera la crisis, más bien se está ahondando en ella con este desmesurado aumento del gasto público.
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Actualidad política
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Los ruidos del frigorífico (II)
Estoy realmente impresionado por la cantidad de visitantes que han llegado al blog a través del post referido a los ruidos del frigorífico. No cabe duda de que estamos ante un problema que afecta a más gente de la que yo pensaba en un principio. Claro está que sabía perfectamente que los frigoríficos actuales hacen bastante ruido (¡cómo no lo iba a saber después de nuestra experiencia!), pero creía que la gente no le daba la misma importancia que yo. Y resulta que sí, que sorprenden y preocupan esos zumbidos y extraños ruidos que emite la nueva tecnología. Ante esta situación creo que debo poner a disposición de los lectores del blog algún dato más.
Finalmente el Liebherr 3213 respondió a las expectativas y es lo suficientemente silencioso como para que lo recomiende. Normalmente emite 39 db y hay veces que le he medido 38.6 db. Eso, créanme, está muy bien. Por otra parte, se conecta poco y su consumo es de los más bajos del mercado, 266 KW/año (es A+). El ruido proviene únicamente del zumbido del motor. Conserva magníficamente la temperatura desmintiendo a aquellos que piensan que sólo un no frost lo logra. Sin dudarlo, olvídense de los no frost, pues los alimentos están mucho más frescos y sabrosos. No pasa nada tener que descongelar una vez al año.
Llegar a este frigorífico nos ha costado muchos trastornos. Como sé que muchos de ustedes no estarán dispuestos a quedarse con un aparato que creían silencioso y que les amarga la vida, sepan que tienen derecho a devolverlo sin alegar causa alguna en los 15 primeros días. Lean las leyes de protección del consumidor y allí hallarán respuesta. Suerte.
Finalmente el Liebherr 3213 respondió a las expectativas y es lo suficientemente silencioso como para que lo recomiende. Normalmente emite 39 db y hay veces que le he medido 38.6 db. Eso, créanme, está muy bien. Por otra parte, se conecta poco y su consumo es de los más bajos del mercado, 266 KW/año (es A+). El ruido proviene únicamente del zumbido del motor. Conserva magníficamente la temperatura desmintiendo a aquellos que piensan que sólo un no frost lo logra. Sin dudarlo, olvídense de los no frost, pues los alimentos están mucho más frescos y sabrosos. No pasa nada tener que descongelar una vez al año.
Llegar a este frigorífico nos ha costado muchos trastornos. Como sé que muchos de ustedes no estarán dispuestos a quedarse con un aparato que creían silencioso y que les amarga la vida, sepan que tienen derecho a devolverlo sin alegar causa alguna en los 15 primeros días. Lean las leyes de protección del consumidor y allí hallarán respuesta. Suerte.
martes, 25 de noviembre de 2008
Rouco: "A veces es necesario saber olvidar"
Cuando ayer escuché algunos extractos del discurso de Monseñor Rouco en la XCII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española quedé impresionado por su valentía, independencia y lucidez. Como estaba seguro de que sus declaraciones serían inmediatamente criticadas o interpretadas sesgadamente, cuando no tergiversadas, me hice con el discurso, que ya estaba colgado íntegramente en Internet. Esto es lo que dijo Rouco con relación al movimiento de recuperación de la memoria histórica:
“No son pocos los que manifiestan una justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada, que hemos logrado ya en nuestra sociedad. La historia de España de los dos últimos siglos ha estado, por desgracia, jalonada por tensiones que más de una vez han desembocado en enfrentamientos fratricidas El último y el más terrible de todos tuvo lugar en los años treinta del siglo pasado en el contexto de una situación internacional de confrontación entre ideologías totalitarias de diverso signo. Gracias a Dios, la actual situación internacional y nacional no es la misma. Pero siempre es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas. Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia. A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte; una voluntad basada en los altos ideales de la paz que se alimenta de la justicia, de la libertad y ¿por qué no decirlo? del perdón y del amor fraterno. Es lo que puede llamarse una auténtica y sana purificación de la memoria. A los jóvenes hay que liberarlos, en cuanto sea posible, de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores, sino ayudándoles a fortalecer la voluntad de plena concordia y de amistad, capaz de unir pacíficamente las personas, las familias y las comunidades que integran y conforman la España actual”.
Rouco se ha atrevido a decir lo que no está de moda, lo que hoy en día suena extraño y es políticamente incorrecto por resultar difícil de explicar, pese a que sea una gran verdad. “A veces es necesario saber olvidar”. Naturalmente que sí. Rouco está diciendo en pocas palabras lo mismo que ha expuesto magistralmente Santos Juliá en su artículo “Echar al olvido. Memoria y amnistía en la transición”. En este artículo Juliá examina la diferencia que existe entre echar algo al olvido y caer en el olvido. Lo primero consiste, dice Juliá, en “hablar del pasado, tenerlo presente, un hablar que no puede ser ya el hablar contra el otro, sino un hablar de reconciliación, una advertencia a todos de que ese pasado que se recuerda no se puede repetir y una decisión de que se hará todo lo posible para que no se repita”. Ese es exactamente el fondo del mensaje de Rouco. No se trata de ignorar el pasado o de no hablar de él por cobardía, sino de tenerlo presente –justo lo contrario a la amnesia-, y precisamente por ello tomar la decisión de echarlo al olvido, es decir, hacer borrón y cuenta nueva con un espíritu de concordia y reconciliación, tal como sucedió el la transición. Sin esa decisión hubiera sido imposible la amplia amnistía de la transición que ahora empieza a querer ser vista como un error, una debilidad, un precio que tuvo que pagar la oposición antifranquista. Todo falso, pero muy rentable como bandera de demagogos irresponsables. Hoy apelando a la memoria de las víctimas se pretende otorgar una nueva interpretación a la II República y a la propia transición. Se trata de desfigurar la reconciliación que tuvo lugar en la transición y de reivindicar la razón de los vencidos frente a los dirigentes franquistas que en su día debían haber respondido por crímenes contra la humanidad. Ante semejante ruptura del espíritu de concordia y reconciliación que presidió la transición es oportunísima la referencia de Rouco a liberar a los jóvenes “en cuanto sea posible, de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores”. Lucidísima esta referencia a los jóvenes que algunos pretenden instrumentalizar poniéndolos al servicio una II República que se pretende reinventar y presentarla como una experiencia democrática frustrada.
Pocas horas después Pepiño Blanco salía al paso de las declaraciones de Rouco con la clásica demagogia de quien tiene poca formación, muy mala leche, y muy claras las ideas en la lucha por el dominio de la opinión pública. Decía Pepiño que "me sorprende que quien está promoviendo beatificaciones en relación con personas de aquella época apele ahora al olvido. Algunos tienen amnesia en función de si les conviene o no". Semejante memez cala en ciudadanos poco reflexivos, incapaces de comprender el sentido profundo de las palabras de Rouco. ¿Beatificar a personas por conductas heroicas en defensa de su fe es contrario a la decisión de echar al olvido? ¿Acaso la Iglesia agita el recuerdo de los miles de curas y monjas asesinados durante la Guerra Civil y organiza exposiciones sobre este tema? En modo alguno. Se limita a reconocer las virtudes individuales de aquellos que murieron simplemente por ser cristianos, sin ningún afán sectario o de discordia. Justo lo contrario de lo que parece animar a muchos de los adalides de la memoria histórica.
P.D. Por supuesto, el PP de estos asuntos no opina, pese a que afecten directamente a la transición. Ya se sabe, eso no interesa a la gente.
“No son pocos los que manifiestan una justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada, que hemos logrado ya en nuestra sociedad. La historia de España de los dos últimos siglos ha estado, por desgracia, jalonada por tensiones que más de una vez han desembocado en enfrentamientos fratricidas El último y el más terrible de todos tuvo lugar en los años treinta del siglo pasado en el contexto de una situación internacional de confrontación entre ideologías totalitarias de diverso signo. Gracias a Dios, la actual situación internacional y nacional no es la misma. Pero siempre es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas. Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia. A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte; una voluntad basada en los altos ideales de la paz que se alimenta de la justicia, de la libertad y ¿por qué no decirlo? del perdón y del amor fraterno. Es lo que puede llamarse una auténtica y sana purificación de la memoria. A los jóvenes hay que liberarlos, en cuanto sea posible, de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores, sino ayudándoles a fortalecer la voluntad de plena concordia y de amistad, capaz de unir pacíficamente las personas, las familias y las comunidades que integran y conforman la España actual”.
Rouco se ha atrevido a decir lo que no está de moda, lo que hoy en día suena extraño y es políticamente incorrecto por resultar difícil de explicar, pese a que sea una gran verdad. “A veces es necesario saber olvidar”. Naturalmente que sí. Rouco está diciendo en pocas palabras lo mismo que ha expuesto magistralmente Santos Juliá en su artículo “Echar al olvido. Memoria y amnistía en la transición”. En este artículo Juliá examina la diferencia que existe entre echar algo al olvido y caer en el olvido. Lo primero consiste, dice Juliá, en “hablar del pasado, tenerlo presente, un hablar que no puede ser ya el hablar contra el otro, sino un hablar de reconciliación, una advertencia a todos de que ese pasado que se recuerda no se puede repetir y una decisión de que se hará todo lo posible para que no se repita”. Ese es exactamente el fondo del mensaje de Rouco. No se trata de ignorar el pasado o de no hablar de él por cobardía, sino de tenerlo presente –justo lo contrario a la amnesia-, y precisamente por ello tomar la decisión de echarlo al olvido, es decir, hacer borrón y cuenta nueva con un espíritu de concordia y reconciliación, tal como sucedió el la transición. Sin esa decisión hubiera sido imposible la amplia amnistía de la transición que ahora empieza a querer ser vista como un error, una debilidad, un precio que tuvo que pagar la oposición antifranquista. Todo falso, pero muy rentable como bandera de demagogos irresponsables. Hoy apelando a la memoria de las víctimas se pretende otorgar una nueva interpretación a la II República y a la propia transición. Se trata de desfigurar la reconciliación que tuvo lugar en la transición y de reivindicar la razón de los vencidos frente a los dirigentes franquistas que en su día debían haber respondido por crímenes contra la humanidad. Ante semejante ruptura del espíritu de concordia y reconciliación que presidió la transición es oportunísima la referencia de Rouco a liberar a los jóvenes “en cuanto sea posible, de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores”. Lucidísima esta referencia a los jóvenes que algunos pretenden instrumentalizar poniéndolos al servicio una II República que se pretende reinventar y presentarla como una experiencia democrática frustrada.
Pocas horas después Pepiño Blanco salía al paso de las declaraciones de Rouco con la clásica demagogia de quien tiene poca formación, muy mala leche, y muy claras las ideas en la lucha por el dominio de la opinión pública. Decía Pepiño que "me sorprende que quien está promoviendo beatificaciones en relación con personas de aquella época apele ahora al olvido. Algunos tienen amnesia en función de si les conviene o no". Semejante memez cala en ciudadanos poco reflexivos, incapaces de comprender el sentido profundo de las palabras de Rouco. ¿Beatificar a personas por conductas heroicas en defensa de su fe es contrario a la decisión de echar al olvido? ¿Acaso la Iglesia agita el recuerdo de los miles de curas y monjas asesinados durante la Guerra Civil y organiza exposiciones sobre este tema? En modo alguno. Se limita a reconocer las virtudes individuales de aquellos que murieron simplemente por ser cristianos, sin ningún afán sectario o de discordia. Justo lo contrario de lo que parece animar a muchos de los adalides de la memoria histórica.
P.D. Por supuesto, el PP de estos asuntos no opina, pese a que afecten directamente a la transición. Ya se sabe, eso no interesa a la gente.
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Sociedad
domingo, 23 de noviembre de 2008
A ver si Camps aprende de los franceses
Esta semana hemos tenido una excelente ocasión para comprobar la independencia y ausencia de complejos de los franceses. Nada menos que le han dicho a Bernie Ecclestone que se meta su idea de construir un circuito de Fórmula 1 por Disneyland París por donde le quepa, y que si se quedan sin Gran Premio de Fórmula 1 en Francia, pues muy bien, no pasa nada. ¿Se imaginan semejante respuesta en España? Aquí hemos perdido el culo por darle a Ecclestone el dichoso circuito de Fórmula 1 en Valencia. Nuestros políticos, incapaces de diferenciar el impacto de los grandes eventos, no se dan cuenta de la diferencia cualitativa que existe entre la Copa América, que se establece en la ciudad durante años sin alterar la vida ciudadana y atrayendo muchísima atención mediática de forma sostenida en el tiempo, y un Gran Premio de Fórmula 1, que dura tres días al año y genera muchos más costes económicos y molestias para los ciudadanos que beneficios económicos. El despilfarro estúpido –máxime teniendo un circuito en Cheste- de la Fórmula 1 en Valencia me duele en el alma, sobre todo cuando al mismo tiempo se tiene a las Universidades valencianas al borde de la quiebra.
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martes, 18 de noviembre de 2008
Una opinión de Stanley Payne en "España, una historia única"
Estoy investigando a fondo todo este complejo movimiento de recuperación de la “memoria histórica”. Su complejidad radica en que mezcla, frecuentemente de manera indebida cuando no claramente torticera, cosas muy heterogéneas. Hay adalides de la memoria histórica que se centran en abrir las fosas para enterrar a sus antepasados; otros también se apuntan a llevar adelante políticas de memoria, entre las que se incluiría la rehabilitación moral de la II República y de los combatientes contra el franquismo; finalmente hay quien además aprovecha todo esto para reinterpretar la Transición críticamente y, con unas tesis delirantes, como sucede con el juez Garzón, criminalizar a los dirigentes franquistas negando la validez de las leyes de amnistía y sobre todo el espíritu que las inspiró.
La bibliografía que está generando la “memoria histórica” es muy abundante y es necesario seleccionar. En esta labor de investigación acabo de adquirir la última obra del prestigioso hispanista Stanley G. Payne titulada “España, una historia única”. El libro pretende aclarar diversas cuestiones de la historia de España que aparecen teñidas de polémica. Sólo he podido leer unos pocos capítulos de este libro –es la primera obra de este autor que estudio-, y lo primero que me ha llamado la atención es la profunda sensación de veracidad que genera en el lector el rigor en el estudio y la razonable interpretación de los hechos que realiza Payne. Es admirable, por ejemplo, la manera en que examina la responsabilidad del desencadenamiento de la Guerra Civil.
Pero mi objetivo principal al adquirir este libro se centraba en el último capítulo, aquel en el que Payne examina controversias de la España actual, y valora lo relativo a la memoria histórica. Sabía que era crítico con este movimiento por artículos de prensa, pero al leer el capítulo del libro, además de ver reflejada mi propia opinión sobre el tema, me ha sorprendido que Payne asuma una teoría que, pese a que no dudo de que puede ser cierta, resulta complicada de justificar y de momento pienso que cabría considerarla como una hipótesis. Me refiero a enmarcar las iniciativas de recuperación de la memoria histórica llevadas a cabo por los socialistas en el nuevo paradigma ideológico de la izquierda, el llamado “buenismo”. Veamos lo que dice Payne:
“El tercer factor [del incremento de la agitación relativa a la memoria histórica] fue el cambio ideológico operado en la izquierda. Su doctrina se transformó con rapidez a finales del siglo XX, pasando de las diversas clases de radicalismo de las décadas de 1960 y 1970 a la socialdemocracia y el “eurocomunismo” adoptados a finales de esta última. La nueva orientación se prolongó durante prácticamente dos décadas, pero llegados los años noventa, estaba dando paso a la nueva ideología común de la izquierda occidental, la única gran ideología contemporánea que carece de un nombre generalmente aceptado. Su denominación más técnica es corrección política, pero en España se le ha llamado, con mayor frecuencia, simplemente “buenismo” o incluso “pensamiento dominante”. Al igual que todas las doctrinas izquierdistas radicales de la época contemporánea, la corrección política rechaza de plano el pasado, pero convierte en un fetiche singular la revolución cultural y el rechazo del legado de la civilización occidental, algo en lo que en ciertos aspectos se aparta categóricamente del marxismo clásico. La crítica y el rechazo del pasado son capitales para la corrección política, y también lo es la insistencia en las víctimas y la victimización, así como la búsqueda de grupos especiales de personas a los que defender y estigmatizar en ese sentido. El “victimismo” es especialmente importante para esta ideología contemporánea, ya que, al igual que sus antecesores inmediatos, tiende a convertirse en un credo laico o en un sucedáneo de religión, por lo que debe encontrar formas de abordar la cuestión fundamental de la culpa”.
Stanley G. Payne, España, una história única, Madrid, Ed. Temas de hoy, 2008, págs. 406-407.
Personalmente comparto la opinión de Payne, pero no cabe duda de que es una tesis arriesgada. Celebro la honradez y el compromiso intelectual de Payne, que asume el reto de interpretar el tiempo presente. Además del texto que acabo de transcribir, Payne también alude a que el triunfo del PP en 1996 y 2000 hizo que la izquierda necesitara nuevos argumentos para la agitación política. Es posible que sea cierto, pero creo que la guerra de Iraq otorgaba suficientes motivos de agitación, por lo que si una vez alcanzado el poder el PSOE ha impulsado el movimiento de recuperación de la memoria histórica, creo que ello se debe a otras razones, quizá las citadas en el párrafo trascrito. No obstante, hay que aclarar la relación entre “buenismo” y “memoria histórica”. Todo un reto.
La bibliografía que está generando la “memoria histórica” es muy abundante y es necesario seleccionar. En esta labor de investigación acabo de adquirir la última obra del prestigioso hispanista Stanley G. Payne titulada “España, una historia única”. El libro pretende aclarar diversas cuestiones de la historia de España que aparecen teñidas de polémica. Sólo he podido leer unos pocos capítulos de este libro –es la primera obra de este autor que estudio-, y lo primero que me ha llamado la atención es la profunda sensación de veracidad que genera en el lector el rigor en el estudio y la razonable interpretación de los hechos que realiza Payne. Es admirable, por ejemplo, la manera en que examina la responsabilidad del desencadenamiento de la Guerra Civil.
Pero mi objetivo principal al adquirir este libro se centraba en el último capítulo, aquel en el que Payne examina controversias de la España actual, y valora lo relativo a la memoria histórica. Sabía que era crítico con este movimiento por artículos de prensa, pero al leer el capítulo del libro, además de ver reflejada mi propia opinión sobre el tema, me ha sorprendido que Payne asuma una teoría que, pese a que no dudo de que puede ser cierta, resulta complicada de justificar y de momento pienso que cabría considerarla como una hipótesis. Me refiero a enmarcar las iniciativas de recuperación de la memoria histórica llevadas a cabo por los socialistas en el nuevo paradigma ideológico de la izquierda, el llamado “buenismo”. Veamos lo que dice Payne:
“El tercer factor [del incremento de la agitación relativa a la memoria histórica] fue el cambio ideológico operado en la izquierda. Su doctrina se transformó con rapidez a finales del siglo XX, pasando de las diversas clases de radicalismo de las décadas de 1960 y 1970 a la socialdemocracia y el “eurocomunismo” adoptados a finales de esta última. La nueva orientación se prolongó durante prácticamente dos décadas, pero llegados los años noventa, estaba dando paso a la nueva ideología común de la izquierda occidental, la única gran ideología contemporánea que carece de un nombre generalmente aceptado. Su denominación más técnica es corrección política, pero en España se le ha llamado, con mayor frecuencia, simplemente “buenismo” o incluso “pensamiento dominante”. Al igual que todas las doctrinas izquierdistas radicales de la época contemporánea, la corrección política rechaza de plano el pasado, pero convierte en un fetiche singular la revolución cultural y el rechazo del legado de la civilización occidental, algo en lo que en ciertos aspectos se aparta categóricamente del marxismo clásico. La crítica y el rechazo del pasado son capitales para la corrección política, y también lo es la insistencia en las víctimas y la victimización, así como la búsqueda de grupos especiales de personas a los que defender y estigmatizar en ese sentido. El “victimismo” es especialmente importante para esta ideología contemporánea, ya que, al igual que sus antecesores inmediatos, tiende a convertirse en un credo laico o en un sucedáneo de religión, por lo que debe encontrar formas de abordar la cuestión fundamental de la culpa”.
Stanley G. Payne, España, una história única, Madrid, Ed. Temas de hoy, 2008, págs. 406-407.
Personalmente comparto la opinión de Payne, pero no cabe duda de que es una tesis arriesgada. Celebro la honradez y el compromiso intelectual de Payne, que asume el reto de interpretar el tiempo presente. Además del texto que acabo de transcribir, Payne también alude a que el triunfo del PP en 1996 y 2000 hizo que la izquierda necesitara nuevos argumentos para la agitación política. Es posible que sea cierto, pero creo que la guerra de Iraq otorgaba suficientes motivos de agitación, por lo que si una vez alcanzado el poder el PSOE ha impulsado el movimiento de recuperación de la memoria histórica, creo que ello se debe a otras razones, quizá las citadas en el párrafo trascrito. No obstante, hay que aclarar la relación entre “buenismo” y “memoria histórica”. Todo un reto.
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lunes, 3 de noviembre de 2008
La estrategia del PP rajoyesco
Sé que hay muchos votantes del PP que no entienden la oposición de terciopelo por la que ha apostado Rajoy. Sin embargo, la estrategia de Rajoy existe y no es difícil de entender. Rajoy considera que ha perdido las elecciones no tanto por no haber obtenido un número suficiente de votos, como porque el PSOE ha recibido votos procedentes de la izquierda radical (IU y ERC) que no debería haber recibido. Cree Rajoy que mucha gente ha votado al PSOE porque por encima de cualquier cosa deseaban que no ganara el PP. La consecuencias práctica que el preclaro líder de la oposición extrae de esto es que para ganar las elecciones hay que evitar a toda costa que el PSOE vuelva a contar con esos votos, y, por tanto, con mantener los propios bastará, pues no en vano el votante del PP se caracteriza por su fidelidad. Las actuales encuestas muestran que el PP no sube, pero el PSOE estaría sufriendo una importante pérdida de votantes, lo cual puede hacerle pensar a Rajoy que su estrategia es correcta. Ante todo, no generar rechazo.
Es posible que si la crisis económica se mantiene hasta el final de la legislatura el PSOE sufra un descalabro electoral que lleve al PP al poder. Sin embargo, creo que esto no sucederá si el PP continua con esta estrategia. En mi opinión, el PP rajoyesco yerra al no saber interpretar el momento político que vive España. El Estado de las autonomías se halla claramente en crisis y ello está haciendo que UPD suba como la espuma. La importancia de este fenómeno, que no me canso de repetir, no debe medirse tanto en términos electorales como políticos. El PP va a tener muy complicado, de seguir con esta estrategia de oposición, mantener sus votantes. Pero, además, creo que el fenómeno del miedo frente al PP se va a repetir por mucho que el PP se esfuerce en que no sea así. IU es imposible que remonte el vuelo. Su electorado es presa fácil de los mensajes zapateriles ante el posible ascenso del PP. Por su parte, nada hay más importante para el votante de ERC que frenar al PP. En definitiva, la estrategia conservadora de Rajoy no genera el entusiasmo necesario para frenar el imparable ascenso de UPD, a costa sobre todo del PP, aunque también del PSOE, y no evita el peligro que Rajoy se propone conjurar. ¿Qué hacer? En primer lugar, evitar la sangría de votos a UPD con un mensaje y un liderazgo sólido que profundice en las ideas de unidad, igualdad y solidaridad entre todos los españoles, paralizando de inmediato todas las disparatadas reformas estatutarias. Con ello no se evitará el más que deseable ascenso de UPD, pero logrará que este se produzca sobre todo a costa del PSOE. Por otra parte, es fundamental que el PP refuerce su equipo económico con figuras de indudable prestigio, y que no renuncie al debate ideológico encarnando la defensa de los valores tradicionales. Si todo ello se presenta a la opinión pública combinando la elegancia y moderación en las formas, con la claridad y contundencia en los mensajes de fondo el éxito está servido. Lógicamente Rajoy no puede llevar adelante semejante tarea, pues sigo pensando que es un cadáver político.
Es posible que si la crisis económica se mantiene hasta el final de la legislatura el PSOE sufra un descalabro electoral que lleve al PP al poder. Sin embargo, creo que esto no sucederá si el PP continua con esta estrategia. En mi opinión, el PP rajoyesco yerra al no saber interpretar el momento político que vive España. El Estado de las autonomías se halla claramente en crisis y ello está haciendo que UPD suba como la espuma. La importancia de este fenómeno, que no me canso de repetir, no debe medirse tanto en términos electorales como políticos. El PP va a tener muy complicado, de seguir con esta estrategia de oposición, mantener sus votantes. Pero, además, creo que el fenómeno del miedo frente al PP se va a repetir por mucho que el PP se esfuerce en que no sea así. IU es imposible que remonte el vuelo. Su electorado es presa fácil de los mensajes zapateriles ante el posible ascenso del PP. Por su parte, nada hay más importante para el votante de ERC que frenar al PP. En definitiva, la estrategia conservadora de Rajoy no genera el entusiasmo necesario para frenar el imparable ascenso de UPD, a costa sobre todo del PP, aunque también del PSOE, y no evita el peligro que Rajoy se propone conjurar. ¿Qué hacer? En primer lugar, evitar la sangría de votos a UPD con un mensaje y un liderazgo sólido que profundice en las ideas de unidad, igualdad y solidaridad entre todos los españoles, paralizando de inmediato todas las disparatadas reformas estatutarias. Con ello no se evitará el más que deseable ascenso de UPD, pero logrará que este se produzca sobre todo a costa del PSOE. Por otra parte, es fundamental que el PP refuerce su equipo económico con figuras de indudable prestigio, y que no renuncie al debate ideológico encarnando la defensa de los valores tradicionales. Si todo ello se presenta a la opinión pública combinando la elegancia y moderación en las formas, con la claridad y contundencia en los mensajes de fondo el éxito está servido. Lógicamente Rajoy no puede llevar adelante semejante tarea, pues sigo pensando que es un cadáver político.
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