Como suele ser habitual, ante las hostilidades abiertas entre Hamas e Israel en España lo políticamente correcto es condenar enérgicamente la desproporcionada respuesta que Israel ha dado a la ruptura del alto el fuego por parte de Hamas. La cuestión es complicada porque ciertamente la respuesta a una agresión exige la proporcionalidad, pero también parece razonable adoptar medidas que eviten que la agresión se reproduzca y perpetue, lo cual a su vez exige también actuar con mesura. Nadie ignora que Hamas utiliza las víctimas civiles causadas por los ataques israelíes para mostrar al mundo la maldad hebrea, y también para clamar por la unidad de acción islámica frente a Israel. Difícil alcanzar una solución, pero por lo menos seamos conscientes de la grave responsabilidad de los terroristas de Hamas por no cesar en sus ataques a Israel. Naturalmente que es penoso que mueran inocentes, pero la única solución pasa por garantizar absolutamente el derecho de Israel a existir y a vivir en paz, exigiendo a su vez a Israel que se retire de los territorios ocupados y permita la creación del Estado palestino. A mi juicio, el principal problema para que esto sea posible radica en que hay palestinos que sueñan con la posibilidad de derrotar a Israel en una gran guerra santa que involucre a todos los musulmanes. En España sin embargo sale más rentable simplificar la cuestión y meterse con Israel.
lunes, 29 de diciembre de 2008
sábado, 27 de diciembre de 2008
Sentencias ignoradas, ciudadanos desamparados
Estamos llegando a una situación en la que conocer lo fallado por el Tribunal Supremo en una sentencia firme nos deja indiferentes ante la casi absoluta certeza de que lo decidido no se aplicará si el poder político así lo quiere. Semejante situación es desconcertante y descorazonadora. Fíjense que acabamos de saber que el Tribunal Supremo ha estimado en una reciente sentencia que la Generalitat de Catalunya incumple la ley de política lingüística. En consecuencia, el Tribunal obliga a la Generalitat a ofrecer a los padres la posibilidad real de educar a sus hijos en castellano. Pues bien, estoy convencido de que la gran mayoría de los ciudadanos que hayan leído esta noticia saben que nada va a cambiar en Cataluña por mucho que lo diga el Tribunal Supremo. Les pondré otro ejemplo que hace tiempo comenté en el blog. El Tribunal Supremo ordena en sentencia firme deshacer las obras de “rehabilitación” del teatro romano de Sagunto. Pues bien, como es evidente, la Generalitat Valenciana está incumpliendo la sentencia sin que nadie se escandalice. Sin embargo, cuando las sentencias firmes de los tribunales son impunemente ignoradas es patente que no vivimos en un sano y vigoroso Estado de Derecho.
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miércoles, 24 de diciembre de 2008
El comunicado de la familia Uría
Me ha resultado vergonzoso el comunicado de la viuda y los hijos de Uría, el empresario asesinado por ETA hace pocas semanas. Vienen a lamentar que ser nacionalista vasco no sea suficiente para poder vivir en libertad en “Euskalherría”. En coherencia con ello, no sorprende que interpreten el asesinato de su padre y marido como “echar piedras contra el propio tejado” (sic). Aunque a nadie puede sorprender la miseria y ruindad moral del nacionalismo vasco a estas alturas, este comunicado viene a confirmar que la connivencia con ETA sigue vigente entre los nacionalistas aunque alguno de los suyos llegue a convertirse en víctima de ETA (se pone cara seria y se le sustituye en la partidita de cartas). El comunicado de esta familia es enfermizo. Todo él destila una perfecta comprensión del fin que persiguen los terroristas, el mismo que el que perseguía su víctima, pues no en vano la familia se esfuerza en subrayar que era un nacionalista vasco. La expresión de “echar piedras contra el propio tejado” lo dice todo. Las piedras, se entiende, hay que echarlas a la casa del vecino. No hay que confundirse y privar de libertad a los miembros del pueblo que se pretende liberar. Se critica el medio, el instrumento, no tanto porque se condene la violencia, sino porque se utiliza contra un hijo del pueblo vasco, y se admite sin ambages el fin último de lograr la soberanía del pueblo vasco. Parece claro que la familia Uría no quiere renunciar a la partidita de cartas en el pueblo y condenan por la via de lo políticamente correcto en el País Vasco. Si no fuera porque no se puede dejar tirada en manos de esta gentuza a los vascos de bien de buena gana les daba yo la independencia. Eso sí, total, sin medias tintas.
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lunes, 15 de diciembre de 2008
Rodrigo Rato debe salir a la palestra
A día de hoy el Vicks Vaporub que muchos peperos llevan instalado en las aletas de la nariz ha caducado y el tufo del cadáver político rajoyesco resulta insoportable. Las bases del PP son plenamente conscientes de que hay que enterrarlo cuanto antes, y con él a estos politiquillos que ha aupado a puestos que les vienen grandes (léase Soraya, Pío, Basagoiti, etc). Se abrirá así de nuevo la cuestión del liderazgo en el PP y dos nombres aparecen en las quinielas, Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón. Puestos a elegir me quedo sin dudarlo con la primera, pero me parece que ya va siendo hora de que Rodrigo Rato salga a la palestra y deje claro que está disponible para que una vez verificada la primera debacle electoral (presumiblemente en Galicia) se postule como líder del PP. Es la persona indicada, máxime en este contexto de crisis económica. Espero, pues, que Rato cumpla con su deber y lidere el PP.
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Actualidad política
domingo, 14 de diciembre de 2008
Sobre la educación para la ciudadanía
Clásicos de la filosofía política como Rousseau o John Stuart Mill han coincidido en la importancia de contar con unos ciudadanos bien formados y con vocación de involucrarse activamente en los asuntos públicos para vigorizar la democracia y contribuir a que sea una forma de gobierno capaz de hacer posible el bien común. Por lo tanto, en principio parece plenamente justificado que la escuela pública fomente las virtudes ciudadanas. ¿Acaso esto es adoctrinar? Obviamente habría que ver los contenidos de la asignatura en cuestión, pero cuidado con las críticas a todo lo que suponga transmitir a los estudiantes determinados valores. La escuela debe formar a nuestros niños y jóvenes, y esta tarea no puede realizarse desde la neutralidad más estricta. Deben saber que hay cosas que están bien y cosas que están mal, y no por ello se les está adoctrinando, sino que se les está formando. Las críticas a “Educación para la ciudadanía” no pueden centrarse en el argumento de que la formación moral de los hijos únicamente corresponde a los padres. Cuestión distinta es que en ella se incluyan contenidos que vayan más allá de lo razonable y orienten hacia una determinada concepción moral de dudosa aceptación.
¿Qué se podría hacer para evitar la polémica en torno a esta asignatura? Nada, pues la polémica surgirá de una u otra forma. No obstante, el otro día un amigo me comentó que en su opinión sería conveniente explicar en esta asignatura la vida de españoles ilustres cuyas vidas constituyeran por sí mismas un ejemplo para los jóvenes. Lógicamente esta opción tampoco está exenta de polémica dado que habría que elegir el elenco de españoles ilustres, y como se pueden imaginar en las comunidades autónomas inmediatamente saldría el nacionalista de turno para incluir a personajes nacionalistas. Esto es inevitable, pero ya les digo que a mí no me interesan las miserias de esta gente. Creo que la idea de mi amigo es buena. Necesitamos que los jóvenes conozcan la virtud cívica a través de aquellos que mejor la han encarnado mediante su ejemplo vital.
¿Qué se podría hacer para evitar la polémica en torno a esta asignatura? Nada, pues la polémica surgirá de una u otra forma. No obstante, el otro día un amigo me comentó que en su opinión sería conveniente explicar en esta asignatura la vida de españoles ilustres cuyas vidas constituyeran por sí mismas un ejemplo para los jóvenes. Lógicamente esta opción tampoco está exenta de polémica dado que habría que elegir el elenco de españoles ilustres, y como se pueden imaginar en las comunidades autónomas inmediatamente saldría el nacionalista de turno para incluir a personajes nacionalistas. Esto es inevitable, pero ya les digo que a mí no me interesan las miserias de esta gente. Creo que la idea de mi amigo es buena. Necesitamos que los jóvenes conozcan la virtud cívica a través de aquellos que mejor la han encarnado mediante su ejemplo vital.
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Sociedad
jueves, 11 de diciembre de 2008
Élites, educación y televisión
Hoy he leído en El País un excepcional reportaje (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Mileuristas/siempre/elpepusoc/20081211elpepisoc_1/Tes) en el que se destaca que España ha sido incapaz en los años de crecimiento económico de crear empleo de calidad, de valor añadido, con el que aprovechar al máximo a la élite del país, gran parte de la cual se ve obligada a emigrar. Curiosa paradoja: recibimos inmigrantes para ocupar puestos de escasa cualificación mientras emigran los mejores. Léanlo, les aseguro que no les defraudará. Por lo menos el reportaje tiene un fondo positivo: España ha sido capaz de formar a gente de primer nivel. El problema es que hoy el fracaso educativo nos está llevando a una situación en la que ni siquiera somos capaces de formar a esas minorías selectas, por utilizar la terminología orteguiana. La educación, siempre la educación… Sólo Rosa Díez ha sido capaz de decirle con toda claridad a Zetapé que su política educativa ha sido un fracaso absoluto. Aunque el reproche podría extenderse a los gobiernos de Aznar y, sobre todo, a los de Felipe González. Sin duda es conveniente reformar las leyes educativas, pero lo más importante es acabar con la bazofia televisiva. Niños y jóvenes son un reflejo de lo que ven en programas de entretenimiento televisivo, tanto interior como exteriormente. Los ves por la calle, en el autobús, en el tren, y parece que han salido de series de televisión. De poco servirán las reformas legislativas en educación si no controlamos los contenidos televisivos. Pero, claro, ¿es posible este control? No es lícito restringir los contenidos televisivos más allá de los excesos intolerables, luego o todo comienza con un rearme moral que se traduzca en un rechazo social generalizado de la bazofia televisiva o no hay remedio.
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Sociedad
martes, 9 de diciembre de 2008
Tardá, la mort al borbó y el "salud"
El otro día Joan Tardá, diputado de ERC en el Congreso, en un enfervorizado tono mitinero lanzó vivas a la República y gritó “mort al borbó”, es decir, muerte al borbón. Como era lógico, el vergonzoso comportamiento de Tardá copó los medios de comunicación, pero parece ser que el fulano seguirá campando a sus anchas, como si nada hubiera pasado, lo cual da la medida de la situación de indigencia moral que vive una España incapaz de poner coto a sus enemigos internos. Independientemente de si esas declaraciones tienen relevancia penal, unos políticos que valoran en algo la dignidad de la nación y de sus instituciones deberían romper cualquier vínculo con un partido que no expulsa inmediatamente a alguien que dice tales cosas. Pero vemos que incluso el españolísimo José Bono le quita hierro al asunto demostrando así que tiene una españolidad de leche en polvo, es decir, que se disuelve al instante.
Habrá que reconocerle a Tardá el excelente servicio que ha prestado a quienes reivindican la recuperación de la memoria histórica, pues sus expresiones son un excelente recordatorio del clima de confrontación civil que generaban algunos políticos en los años previos a la Guerra Civil. El discurso de Tardá entronca perfectamente con el lenguaje de aquellos años, especialmente por su palabra de despedida. ¿Saben qué dijo Tardá después de “mort al borbó”? “Salud”.
Durante La República y los años de la Guerra Civil los partidos de izquierdas suprimieron el “adiós” como despedida y empleaban el laicista “salud”. Lo sé porque mi padre me contó una interesante anécdota de su padre, mi abuelo, al que por desgracia no pude conocer. Mi abuelo era un trabajador normal y corriente de una fábrica. Militaba en un sindicato anarquista, pero sin ningún cargo de importancia y sin militancia activa. Se ve que mi abuelo consideraba ridículo suprimir de su vocabulario la palabra “adiós” por la de “salud”, pese a que ello conllevaba el riesgo de que te tomaran por católico, es decir, reaccionario. Una vez un jefecillo republicano le preguntó por qué se despedía con un “adiós”, a lo que mi abuelo contestó que él toda la vida había dicho “adiós” y que no veía razón para cambiar. Cuando acabó la guerra este jefecillo resultó ser afecto al franquismo y habló maravillas de mi abuelo por este simple detalle. Tardá vuelve a emplear el “salud” tan caro en aquellos tiempos de Guerra Civil. Para mí esta palabra dice incluso más que el “mort al borbó”. Revela meridianamente en qué está esta gente, pese a que muchos siguen sin querer enterarse.
Habrá que reconocerle a Tardá el excelente servicio que ha prestado a quienes reivindican la recuperación de la memoria histórica, pues sus expresiones son un excelente recordatorio del clima de confrontación civil que generaban algunos políticos en los años previos a la Guerra Civil. El discurso de Tardá entronca perfectamente con el lenguaje de aquellos años, especialmente por su palabra de despedida. ¿Saben qué dijo Tardá después de “mort al borbó”? “Salud”.
Durante La República y los años de la Guerra Civil los partidos de izquierdas suprimieron el “adiós” como despedida y empleaban el laicista “salud”. Lo sé porque mi padre me contó una interesante anécdota de su padre, mi abuelo, al que por desgracia no pude conocer. Mi abuelo era un trabajador normal y corriente de una fábrica. Militaba en un sindicato anarquista, pero sin ningún cargo de importancia y sin militancia activa. Se ve que mi abuelo consideraba ridículo suprimir de su vocabulario la palabra “adiós” por la de “salud”, pese a que ello conllevaba el riesgo de que te tomaran por católico, es decir, reaccionario. Una vez un jefecillo republicano le preguntó por qué se despedía con un “adiós”, a lo que mi abuelo contestó que él toda la vida había dicho “adiós” y que no veía razón para cambiar. Cuando acabó la guerra este jefecillo resultó ser afecto al franquismo y habló maravillas de mi abuelo por este simple detalle. Tardá vuelve a emplear el “salud” tan caro en aquellos tiempos de Guerra Civil. Para mí esta palabra dice incluso más que el “mort al borbó”. Revela meridianamente en qué está esta gente, pese a que muchos siguen sin querer enterarse.
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