domingo, 14 de diciembre de 2008

Sobre la educación para la ciudadanía

Clásicos de la filosofía política como Rousseau o John Stuart Mill han coincidido en la importancia de contar con unos ciudadanos bien formados y con vocación de involucrarse activamente en los asuntos públicos para vigorizar la democracia y contribuir a que sea una forma de gobierno capaz de hacer posible el bien común. Por lo tanto, en principio parece plenamente justificado que la escuela pública fomente las virtudes ciudadanas. ¿Acaso esto es adoctrinar? Obviamente habría que ver los contenidos de la asignatura en cuestión, pero cuidado con las críticas a todo lo que suponga transmitir a los estudiantes determinados valores. La escuela debe formar a nuestros niños y jóvenes, y esta tarea no puede realizarse desde la neutralidad más estricta. Deben saber que hay cosas que están bien y cosas que están mal, y no por ello se les está adoctrinando, sino que se les está formando. Las críticas a “Educación para la ciudadanía” no pueden centrarse en el argumento de que la formación moral de los hijos únicamente corresponde a los padres. Cuestión distinta es que en ella se incluyan contenidos que vayan más allá de lo razonable y orienten hacia una determinada concepción moral de dudosa aceptación.

¿Qué se podría hacer para evitar la polémica en torno a esta asignatura? Nada, pues la polémica surgirá de una u otra forma. No obstante, el otro día un amigo me comentó que en su opinión sería conveniente explicar en esta asignatura la vida de españoles ilustres cuyas vidas constituyeran por sí mismas un ejemplo para los jóvenes. Lógicamente esta opción tampoco está exenta de polémica dado que habría que elegir el elenco de españoles ilustres, y como se pueden imaginar en las comunidades autónomas inmediatamente saldría el nacionalista de turno para incluir a personajes nacionalistas. Esto es inevitable, pero ya les digo que a mí no me interesan las miserias de esta gente. Creo que la idea de mi amigo es buena. Necesitamos que los jóvenes conozcan la virtud cívica a través de aquellos que mejor la han encarnado mediante su ejemplo vital.

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