Hoy he leído en El País un excepcional reportaje (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Mileuristas/siempre/elpepusoc/20081211elpepisoc_1/Tes) en el que se destaca que España ha sido incapaz en los años de crecimiento económico de crear empleo de calidad, de valor añadido, con el que aprovechar al máximo a la élite del país, gran parte de la cual se ve obligada a emigrar. Curiosa paradoja: recibimos inmigrantes para ocupar puestos de escasa cualificación mientras emigran los mejores. Léanlo, les aseguro que no les defraudará. Por lo menos el reportaje tiene un fondo positivo: España ha sido capaz de formar a gente de primer nivel. El problema es que hoy el fracaso educativo nos está llevando a una situación en la que ni siquiera somos capaces de formar a esas minorías selectas, por utilizar la terminología orteguiana. La educación, siempre la educación… Sólo Rosa Díez ha sido capaz de decirle con toda claridad a Zetapé que su política educativa ha sido un fracaso absoluto. Aunque el reproche podría extenderse a los gobiernos de Aznar y, sobre todo, a los de Felipe González. Sin duda es conveniente reformar las leyes educativas, pero lo más importante es acabar con la bazofia televisiva. Niños y jóvenes son un reflejo de lo que ven en programas de entretenimiento televisivo, tanto interior como exteriormente. Los ves por la calle, en el autobús, en el tren, y parece que han salido de series de televisión. De poco servirán las reformas legislativas en educación si no controlamos los contenidos televisivos. Pero, claro, ¿es posible este control? No es lícito restringir los contenidos televisivos más allá de los excesos intolerables, luego o todo comienza con un rearme moral que se traduzca en un rechazo social generalizado de la bazofia televisiva o no hay remedio.
1 comentario:
Vaya por delante mi rechazo a la basta mayoría de programas
televisivos; sin embargo el debate sobre la influencia de los medios
de comunicación en la sociedad y en especial de la televisión no es
nuevo. Quién refleja a quién es la eterna pregunta. Lo que parece
superado es la creencia de que la televisión es como una aguja
hipodermica capaz de ejercer una influencia directa sobre el
espectador, y lo cierto es que negar efectos sobre la audiencia es
igualmente erróneo. Así que posiblemente la realidad sea algo más
compleja. Quizá estemos ante una interacción de dos direcciones, una
suerte de dependencia mutua. Por un lado los medios pueden estar
contribuyendo a redefinir el pensamiento y prioridades de algunos por
la via de la magnificación de algunos hechos a los que se les
prestaría mayor atención de la que recibirían en caso de ser
ocultados por los medios y la poderosa imagen. Estaríamos ante la
fijación de una agenda mediática donde confluyen intereses diversos.
En otros casos la televisión solo serviría para reforzar las
opiniones e ideas ya maduradas por buena parte del publico aportando
argumentos y lo que es más importante la sensación de pertenencia a
un determinado grupo con afines características. Por su parte los
medios y más acusadamente la televisión, que no olvidemos al final no
es otra cosa que una empresa más, puede estar atenta a toda tendencia
social para fagocitarla y convertirla en espectáculo televisivo,
algunas series supuestamente dirijidas a los adolescentes estarían en
esta categoría, pero la televisión necesita reducir la realidad a
clichés para ser fácilmente asumible, esto es cosumida. Precisamente
estos estereotipos pueden ser a su vez asumidos por aquellos que los
identifican como ejemplo de éxito. Precisamente si algo tiene de
perverso la televisión y algunas revistas es la reconstrucción
distorsionada del concepto de éxito con la, podría decirse, creación
de personajes, no olvidemos, de consumo cuyo único mérito radica en
convertir en show sus vidas a cambio de obscenas cantidades de dinero.
Es esta combinación tv éxito dinero la que se me antoja más
perniciosa por lo que supone de relajación moral y ética que
seguramente algunos están trasladando a su modo de relacionarse con el
entorno, tal vez un ejemplo de esta relación son las masivas afluencias a las pruebas de selección de los chamados reality shows tipo factor X, fama u operación triunfo, en busca de un éxito rápido y sin esfuerzo.
Publicar un comentario