Una constante en la política de España
desde la Transición a la democracia ha sido la confianza absoluta en que la
incorporación a las comunidades europeas significaría la modernización de
España y el logro y el mantenimiento de la prosperidad. La crisis actual
presenta la novedad de que muestra que la creencia de que Europa resolvería
todos nuestros problemas era falsa. No sólo no es así, sino que ahora nos
lamentamos de habernos embarcado en el Titanic del euro, y sobre todo abochorna
el haberlo hecho sin que se abriera el más mínimo debate interno, a diferencia
de lo que sucedió en otros países.
Hemos aceptado la ortodoxia de lucha sin
cuartel contra el déficit porque no parece existir otro camino. Pero el déficit
sigue ahí, y seguirá pescadilleando la cola de nuestra economía, es decir,
recortándola más y más hasta que nos engullamos a nosotros mismos. Pero no hay
otro camino, nos dicen. Pues yo digo que sí lo hay, y ese camino tiene un
nombre: ESPAÑA. Ni soy populista, ni euroescéptico. Simplemente pienso que
nunca ha sido más necesaria la unidad de las fuerzas políticas para tomar
decisiones pensando en el bien de España y, por tanto, estando dispuestos a
plantear en Bruselas –más bien en Berlín- la batalla necesaria. No es admisible
que en esta situación no se hayan puesto en marcha los eurobonos. Esto es una
vergüenza para Europa. ¿Cómo se puede construir un proyecto político europeo si
los alemanes se regodean en que los mercados les financian a tipos irrisorios
mientras españoles, italianos, portugueses y griegos nos dejamos la vida y la
de nuestros hijos en cada subasta de deuda? Órdago a lo grande con este tema,
que es capital a corto plazo. En España ya está en marcha el mecanismo de los
hispanobonos, al margen de que la administración central sale al rescate de las
autonomías.
Ya está bien de bajar la cabeza. Una cosa
es reestructurar nuestra economía y otra destrozarla. Si los políticos actuaran
con patriotismo y altura de miras se pondrían de acuerdo para exigir los
eurobonos, es decir, una financiación asumible que nos diera margen para
reformar sin destrozar y poder volver a crear riqueza. Se me dirá que los
eurobonos, al estar contaminados por Estados en quiebra, no servirían para
salvar a los débiles y, además, se llevarían por delante a los fuertes. Esto
sólo se podrá saber si se ponen en marcha, pero suponiendo que fuera así, la
negativa demuestra que Alemania y sus aliados por encima de todo desean
salvarse de la quema a costa de hundirnos, y eso no puede ser. Pienso que
Alemania lleva camino de destrozar el proyecto europeo. Y en lo que respecta a
nosotros, ojalá todo esto sirva para volver a hacernos pensar como españoles.