domingo, 30 de septiembre de 2012

Un comentario a "aporías nacionalistas", de García Amado

Este fin de semana, Juan Antonio García Amado, autor del blog “Dura lex”, referenciado en este blog como uno de los que sigo, ha publicado dos entradas sobre las aporías del nacionalismo. En la primera de ellas, única en la que me detendré, se dedica a mostrar que las reivindicaciones nacionalistas conducen a aporías insostenibles cuando simultáneamente se recurre al argumento identitario y al de la queja por el trato injusto. Puedo compartir plenamente su argumentación en este punto, que es desarrollada con la claridad que le caracteriza. Mi interés se centra en la hipótesis de que un nacionalismo de unión y otro de secesión –por utilizar sus términos- recurran exclusivamente al argumento de la identidad nacional. Según García Amado en estos casos no parece haber mucho que hacer, el conflicto está servido sin remedio. Quizá los párrafos más elocuentes sean estos dos: 

“Ahora veámoslo desde el punto de vista del nacionalismo de la unión. En el ejemplo con el que comparamos e ilustramos, es mi mujer la que quiere por encima de todo que continuemos juntos. ¿Qué puede o debe hacer? Si yo me sirvo del argumento de la identidad y ella trae a colación el de la identidad suya, estamos en un callejón sin salida. Ella se empeña en que no puede vivir sin mí, pero yo insisto en que solo puedo vivir sin ella. En esa tesitura, podrá acudir a la ley el que la tenga de su parte, por ejemplo si en ese sistema jurídico no está regulado el divorcio o la separación. Entonces la ley está del lado de mi mujer y podrá invocarla a su favor para mantenerme con ella coactivamente, pero ¿tiene sentido que se obligue a dos a vivir juntos cundo hay uno que no soporta al otro? Esa es la aporía o callejón sin salida cuando chocan dos nacionalismos de la identidad, el uno de unión y el otro de separación. No hay tutía”. 

Y, sin analogía alguna, su posición se resume así: 

“La contraposición de nacionalismos de la identidad aboca sin remedio al conflicto: habrá uno que pierda o se rinda y habrá otro que venza y se salga con la suya, pero ambos se sentirán cargados de razones sustanciales, metafísicas casi cuando hablamos de naciones. Por definición, por el modo de ser de cada uno, los nacionalismos de la identidad están incapacitados para negociar, pues arrancan de premisas innegociables siempre que el uno sea nacionalismo de unión y el otro de separación”. 

Es verdad que dos nacionalismos de identidad que tienen como objetivo irrenunciable la unidad por un lado y la independencia por otro se encaminan a un conflicto que lo más probable es que se salde con un ganador y un perdedor. Da la impresión de que a García Amado le parece que en el debate identitario las razones importan poco y, en cualquier caso, serán incapaces de evitar que se produzca la confrontación. Digo esto porque alude a que las naciones se fundan en “razones sustanciales, metafísicas”. Este punto me parece bastante importante y por ello quiero detenerme en él. 

La cuestión radica en si cuando se trata del nacionalismo la clave se halla en los sentimientos de identidad y en la voluntad colectiva de caminar en una determinada dirección coherente con dichos sentimientos. Es cierto que toda nación sobrevive en tanto permanezcan activos los lazos afectivos que sirven para trazar conjunta y voluntariamente metas colectivas, la primera de las cuales es buscar juntos el bien común. Como decía Renan, una nación es un plebiscito cotidiano. Pero no sólo eso, una nación es una sociedad completa,  como explica Julián Marías, es decir un lugar en el que hallamos una serie de vigencias generales que nos permiten desarrollar la totalidad de lo que se considera una vida plena y que la diferencian de otra sociedad de forma sustancial. Aunque cada región implique determinadas peculiaridades en el modo de vivir, la región se caracteriza por no alterar sustancialmente el modo de vivir, por lo que cambiando de región podemos decir que estamos en la misma sociedad. 

¿Es posible discutir racionalmente sobre cuándo una sociedad cambia sustancialmente y se convierte en otra distinta? Esta pregunta es importante no sólo desde un punto de vista teórico, sino también porque si ignoramos los datos objetivos que identifican a una nación y se produce la secesión de una región que erróneamente se ha considerado a sí misma una nación las consecuencias vitales para sus miembros pueden ser bastante más graves que las económicas, que son las únicas que al parecer hoy importan. Concretemos la pregunta: ¿la sociedad catalana o la sociedad vasca son sustancialmente distintas del resto de la sociedad española, y puede hablarse, por tanto, de una diferencia análoga a la que existe entre la sociedad española y la francesa o la portuguesa, por ejemplo? Que hay particularidades notables en el País Vasco y Cataluña nadie lo niega. El propio Franco, en su testamento político, exhorta a preservar la unidad de España exaltando la rica multiplicidad de sus regiones. La cuestión es si son verdaderamente una nación, es decir, si son sociedades sustancialmente distintas del resto de España. Y esto no depende de su voluntad, sino que es cuestión de examinar su estructura social que en buena medida se explica por la historia. 

Mi respuesta es claramente negativa, especialmente en el caso de Cataluña. España es la nación más antigua de Europa y esta afirmación no supone darle una solidez especial fundada meramente en el paso del tiempo, sino que la historia pone de relieve una permeabilidad social constante que ha hecho de España una sociedad completa, aunque se preserven las particularidades regionales. Y esta permeabilidad ha sido particularmente acusada en el último siglo y medio. La sociedad catalana y vasca han recibido una inmigración del resto de España que sólo se explica por su pertenencia indiscutible a la nación española. Algo como lo acontecido en estas regiones sería inaudito que se produjera sin levantar temores entre dos naciones. Por ejemplo, ¿se imaginan que todos los trabajadores extremeños y andaluces que emigraron a Cataluña hubieran sido franceses o rumanos? No hubo ningún problema porque todos eran españoles, y lo mismo cuando se trata del País Vasco. ¿Qué era el País Vasco a finales del siglo XIX? Le sugiero al lector que indague en la población de Bilbao y San Sebastián en 1870. ¿Sorprendido, lector, al ver que esos “históricos” territorios de esa comunidad histórica carecían de importancia? 

Cuando se trata de nacionalismos identitarios, la historia y una fina observación de la realidad social puede proveernos de argumentos objetivos con los que contrarrestar la voluntad de una determinada región por independizarse. Cierto que dicha voluntad podrá existir, manifestarse y aspirar a cambiar la realidad, pero me parece importante, y por ello este comentario a la entrada de García Amado, señalar que en un debate sobre nacionalismos identitarios una parte puede tener más razón que la otra o incluso toda la razón, aunque tener la razón no sea suficiente para enervar la confrontación. Por ello, para concluir diré que, si estoy en lo cierto y es posible utilizar argumentos a favor de un nacionalismo y no de otro que vayan más allá de la voluntad de ser nación, los partidos nacionales deberían utilizarlos y no conformarse con apelar a la Constitución. ¿Por qué demonios no se puede sostener que Cataluña es una región, y que hoy Cataluña no se explica si no es como el resultado de su pertenencia indiscutible a la nación española de la que ha recibido a cientos de miles de trabajadores que han contribuido a su prosperidad? No hay que rechazar el debate con los nacionalistas, máxime cuando no tienen razón.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Sobre las caricaturas de Mahoma

El tema de las caricaturas de Mahoma requiere una respuesta que nos permita escapar de ese dilema diabólico en que parece que estamos varados: si se opta por no publicar las caricaturas se estaría renunciando a los propios principios en defensa de la libertad de expresión, lo cual además podría ser interpretado como un triunfo de los intolerantes. Por el contrario, si se publican alguno pensará que es una imprudencia innecesaria que puede tener graves consecuencias. ¿Cómo actuar en este y en otros casos semejantes?

En el blog hay un post titulado “Una mezquita en la zona cero”. Lo que allí dije puede servir para este caso, aunque habrá que ser más explicito. A mi juicio, la clave está en darse cuenta de que el ejercicio legítimo de un derecho fundamental no es garantía de convivencia pacífica si no está inspirado por un deseo de concordia. ¿El derecho a la libre expresión ampara la crítica a las religiones? Sí, siempre que no se incurra en el insulto. Aquí topamos con el primer problema, pues puede no ser fácil determinar cuándo estamos ante un insulto. Los miembros de una religión pensarán que determinada caricatura es una blasfemia intolerable mientras que el autor sólo tenía intención de bromear. Vamos a dejar fuera los casos claros de insultos a una religión, pese a que como digo aquí es difícil hallar claridad, y centrémonos en supuestos en los que se critica satíricamente, tal y como ha sucedido con esas viñetas francesas.

En estos casos se estaría ante un ejercicio legítimo del derecho a la libre expresión amparado por el ordenamiento jurídico. ¿Y no es el titular del derecho quién determina cuándo y cómo desea ejercer legítimamente su derecho? Sí, sin duda así es. Por consiguiente, cabría pensar que nada hay que objetar a la publicación de las caricaturas. Jurídicamente no, en efecto, pero, y esto es de la máxima importancia, la convivencia no se construye sólo a través del derecho. La política implica convivir juntos y  organizar la sociedad con el fin de alcanzar el bien común. Para ello, como decía al principio, al respeto a los derechos fundamentales hay que añadir la búsqueda de la concordia que puede exigir en ocasiones renunciar a todo aquello que sin ser esencial en la defensa de la propia posición sabemos que puede ofender al otro, aunque tengamos derecho a actuar así. ¿En qué se traduce este planteamiento? En afirmar que no hay nada censurable en quien movido por una voluntad de concordia se autolimita en el ejercicio de sus derechos y expresa sus opiniones con delicadeza. Así, por ejemplo, se puede criticar de palabra la actitud de los musulmanes fundamentalistas sin utilizar esas imágenes que tanto les molestan. Pero, se me objetará, ¿movidos por voluntad de concordia o más bien por miedo? Y, si es esto último, ¿dejarnos intimidar no supone renunciar a nuestra libertad? ¿No será, pues, que disfrazamos de voluntad de concordia nuestro miedo? Además, ¿qué sucede con quiénes hacen de las caricaturas satíricas su profesión? Estas preguntas, todas ellas pertinentes, no tienen respuesta fácil. Cada cual debe responderlas en su fuero interno y no permitir que el temor sea la causa de nuestra acción. Lo que sobre todo quiero destacar es que el ejercicio de los derechos fundamentales debería estar inspirado por un decidido afán de concordia. Cuando esto no es así surgen los agravios, las rencillas, los conflictos en definitiva que poco a poco van minando la convivencia. Si sabemos que para mucha gente la religión es algo muy importante en su vida, ¿qué se gana guisando Cristos o dibujando a Mahoma con una bomba en el turbante? Hay que ir por la vida diciendo lo que uno piensa, pero procurando no ofender innecesariamente a los demás en lugar de estampar nuestros derechos en la cara de los otros.

martes, 18 de septiembre de 2012

Carrillo

Santiago Carrillo, que hoy ha fallecido a los 97 años, ha sido testigo y protagonista de la historia de España en el siglo XX. En su larga vida cometió errores y maldades -Paracuellos-, pero también contribuyó positivamente al éxito de la Transición. Algunos pensarán que su responsabilidad en las matanzas de Paracuellos hacen de él un personaje  siniestro que no merece ningún homenaje, pero la Transición se basó en una reconciliación en la que se decidió no utilizar el pasado como instrumento de confrontación política. Las víctimas de Paracuellos están en su derecho de no perdonarle, máxime cuando él nunca reconoció su implicación en aquello, pero los españoles administramos un perdón político que incluye también a Carrillo. Valoremos, pues, su figura con objetividad, sin dejar que sus aciertos o sus errores conduzcan a juicios maniqueos. Teniendo, pues, a la vista toda su biografía me parece que lo más destacable, por la trascendencia histórica del acontecimiento, fue haber logrado que el PCE favoreciera la concordia durante la Transición. Sin embargo, en sus últimos años de vida parecía que valoraba negativamente muchos de los logros de aquella época. Se convirtió en un adalid de la memoria histórica, algo incomprensible en alguien que se benefició personalmente de aquel perdón político.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Excelente dato de déficit autonómico

Parece que nos sobran buenas noticias y no se da la importancia que tiene a los datos de control del déficit público que ayer proporcionó el ministro Montoro. Las autonomías están obteniendo resultados en el contexto más difícil. Estoy muy contento porque, al margen de que signifique que no hará falta adoptar muchas más medidas de las que nos están hundiendo en la recesión, esto debería servir para que muchos se den cuenta de que las comunidades autónomas, bien gestionadas, son viables. Por cierto, impresionante el esfuerzo de Valencia, Cataluña y Castilla-La Mancha.

El desafío catalán parece que "va de bo"

Hacía tiempo que no escribía sobre temas relacionados con Cataluña, que en otro tiempo protagonizaron bastantes entradas, pero la iniciativa abiertamente independentista que ha puesto en marcha CiU nos sitúa ante un nuevo escenario que conviene analizar.

Los nacionalistas catalanes se quejan siempre, lo cual hace difícil que pueda saberse cuándo sus reivindicaciones son justas o injustas. En los últimos tiempos vienen insistiendo en la necesidad de un pacto fiscal para Cataluña, lo cual sería la reacción lógica de cualquiera que no viva en el País Vasco o Navarra. Se puede comprobar que estas regiones –los españoles que allí viven, por consiguiente- tienen una situación privilegiada frente al resto. A partir de ahí, la injusticia es mayor o menor. El trato fiscal más injusto lo padecemos sin ninguna duda los valencianos, aunque es cierto que los catalanes también tienen motivos de queja por el sistema de financiación. Al margen de lo que pidan los catalanes, la situación del País Vasco y Navarra es un agravio inaceptable con el que habría que acabar. Ahora bien, nada de esto justifica la reacción independentista, pues desde la lealtad se puede protestar enérgicamente, como espero que haga Fabra lo antes posible para defender no los intereses de los valencianos, como si de una reivindicación egoísta se tratara, sino un simple trato justo que garantice la igualdad entre todos los españoles.

La toma de posición inequívocamente independentista de CiU ha sido un golpe de suerte dentro de la desgracia que supone comprobar reiteradamente que el nacionalismo catalán y vasco, como radicalmente españoles que son, hacen de los agravios que les causa España su razón de ser. Son tan españoles que no sé cómo se las apañarían para vivir olvidándose de España, al margen de sus posibilidades de supervivencia económica. Pero decía que ha sido un golpe de suerte porque no es habitual que los nacionalistas catalanes sean tan claros. Esta vez, como diríamos los valencianos, parece que “va de bo”. ¿Qué hay que hacer? Yo lo resumiría en tres puntos:

1. Si CiU adelanta las elecciones e incluye en su programa una posición inequívocamente independentista, y los partidos independentistas obtienen un respaldo electoral superior al 70%, convendría formar una mesa de partidos y abrir un proceso de diálogo con vistas a llegar a acuerdos para modificar el marco constitucional, de tal forma que pudiera plantearse ese llamado “divorcio” entre Cataluña y el resto de España. Naturalmente, el conjunto del pueblo español debería decidir sobre ese nuevo marco constitucional. Igual hay sorpresas y la mayoría de los catalanes prefiere un pacto fiscal y el resto de los españoles lo rechaza y prefiere independizarse de los catalanes. 

2. Mientras tanto, no sólo la Constitución debe respetarse escrupulosamente, como es natural, sino que si siempre es importante decir la verdad, ahora resulta imprescindible. Rajoy y Rubalcaba tienen la obligación de defender la nación española. Aunque sea perfectamente lícito que los catalanes piensen que Cataluña es una nación, hay que subrayar que la que sin duda lo es es España.



viernes, 7 de septiembre de 2012

El dilema del rescate

El anuncio de Draghi sobre la disposición del Banco Central Europeo a adquirir ilimitadamente bonos en el mercado secundario ha desatado la euforia en los mercados, pero los alemanes están que trinan con el italiano. La actitud de Alemania en la crisis que estamos viviendo está sirviendo para que mucha gente empiece a conocer ese defecto alemán que Ortega denominaba “furor teutonicus”. Se trata de profesar una fe inquebrantable en determinadas ideas por mucho que la tozuda realidad les mande señales claras de que deberían reconsiderarlas. Una obstinación incompatible con la prudencia, que es el corazón y la esencia de la política. Aunque no debería sorprenderme, de verdad que no salgo de mi asombro con la reacción que hoy ha habido en Alemania contra Draghi.

Pero dejemos a los alemanes a un lado y examinemos la situación en la que ahora mismo estamos. La maniobra de Draghi, que llega con retraso, es la única salida para evitar la quiebra de España y la consiguiente ruptura del euro. El mero anuncio de la existencia de la posibilidad de una intervención del BCE ha relajado enormemente la prima de riesgo, aunque no sabemos si será suficiente y los especuladores forzarán la petición efectiva de un rescate que aparece ligado a “estrictas condiciones”. ¿Qué debemos hacer? Es difícil responder a esta pregunta sin conocer con detalle los datos que maneja Hacienda. Vamos a suponer lo más probable, que estamos con el agua al cuello y necesitamos financiación barata urgentemente. Es evidente que esas “estrictas condiciones” exigirán profundizar en los recortes, lo cual a mi juicio es incompatible con la recuperación económica y nos pondría en el camino de Portugal o Irlanda. Por consiguiente, en la negociación que ahora mismo está desarrollándose España debe poner pie en pared y hacer valer las medidas que ha tomado hasta el momento como aval para ese rescate. De lo contrario, hay que evitar a toda costa el rescate. Creo que es preferible la salida del euro antes que acabar como Portugal o Irlanda, sencillamente porque el “furor teutonicus” está condenando al euro y con esa actitud es cuestión de tiempo el regreso de las monedas nacionales. Mejor que esto se produzca ahora y no después de haber destrozado nuestra economía. Insisto en que España puede y debe plantear un órdago, sobre todo después de todos los sacrificios que estamos realizando los españoles.

viernes, 31 de agosto de 2012

El caso Bolinaga

Por lo que se ha publicado en los medios de comunicación, la fiscalía, atendiendo a un informe médico que señala que el estado físico del etarra Bolinaga no es terminal, ha solicitado que permanezca en la cárcel. El juez ha argumentado en su resolución que los principios de humanidad y la dignidad de las personas deben predominar sobre cualquier otra consideración legal. En efecto, un Estado que reconoce la dignidad de todo ser humano no puede ser indiferente ante la situación de los presos. Pero la misericordia debe ponderarse con la firmeza de un Estado que persigue a aquellas personas que han ignorado la dignidad de sus víctimas al haber actuado con extrema crueldad, como hizo Bolinaga torturando despiadadamente a Ortega Lara. Comprendo que puede tratarse de un caso discutible, pero mi criterio sería haber esperado hasta el comienzo de la agonía y, mientras llega ese momento, facilitar al máximo las visitas de familiares y hacer todo lo posible por mejorar el entorno del preso en la cárcel.

P.D. Obviamente, estos comentarios no son valoraciones sobre la interpretación de la norma realizada por el juez, sino opiniones sobre los principios que deberían inspirar la legislación en esta materia.