miércoles, 21 de marzo de 2007
Las banderas y la Constitución
Los grandes partidos políticos se afanan en presentarse ante el electorado como moderados y defensores leales de la Constitución, por eso suelen calificar al adversario de extremista o radical. Concretamente, el PSOE se está esforzando por presentar al PP como un partido cada vez más escorado a la derecha, no en vano dicen que representa la derecha extrema, así que poco falta para erigirlo en el heredero de las esencias del franquismo. Por su parte, el PP sostiene que ZP es un radical que se alía con independentistas que buscan despedazar España. No entraré en valoraciones sobre quién tiene más o menos razón. Quisiera únicamente llamar la atención sobre el hecho de que en las manifestaciones convocadas o apoyadas por el PP el símbolo exhibido por abrumadora mayoría ha sido la bandera constitucional española. En cambio, las manifestaciones convocadas o apoyadas por el PSOE han estado presididas por símbolos inconstitucionales y, caso de las banderas republicanas, claramente sectarios, en tanto en modo alguno representan un espíritu de unidad. Quizá no sea un dato decisivo, pero no parece muy lógico que un partido que se proclama leal a la Constitución ondee más la bandera republicana que la bandera nacional de 1978.
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sábado, 17 de marzo de 2007
El precio del egoísmo
Desde un punto de vista frío y objetivo, la incorporación de la mujer al mundo laboral está siendo un desastre: en España nacen cada vez menos niños y, por tanto, aparecen nubarrones para la pervivencia de nuestra sociedad. Las mujeres declaran que ser madres les perjudica laboralmente, y tienen razón. Por tanto, o nos tomamos en serio lo de las ayudas a la familia para compatibilizar la universalización del trabajo con el reemplazo generacional, o nos vamos al garete. Con eso no basta, pues, además de las dificultades económicas, el latiguillo de “quiero realizarme” representa la desvalorización del sacrificio en favor de otras personas o de la sociedad como tal. ¿Se imaginan adónde les mandarían algunos si les espetaran que deben tener hijos por el bien de la sociedad? Es necesario un esfuerzo en el terreno educativo y moral, por una parte, y, por otra, resulta imprescindible que la sociedad fomente la natalidad. Pero, ¿y si los recursos necesarios para este fin son tan ingentes que el Estado no puede costearlos? Amigos, pues habrá que sacrificarse y generar más recursos. ¿Cómo? De momento, retrasando la edad de la jubilación, es decir, recortando nuestra libertad. Y es que no hay mayor espejismo que pensar que es posible sostener una sociedad en la que sus individuos sólo buscan de forma egoísta su autorrealización. Alguien tiene que pagar el precio del egoísmo, tarde o temprano.
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Sociedad
jueves, 15 de marzo de 2007
La valoración de la Iglesia de las obras de Jon Sobrino
Las observaciones críticas de la Congregación para la Doctrina de la Fe a algunas tesis que expone el sacerdote jesuita Jon Sobrino -uno de los principales teólogos de la liberación- en sus obras se han convertido en carnaza para diarios progres demagogos -léase El País, por ejemplo- que rápidamente tienden a ver en estas críticas una muestra de intolerancia y celo ortodoxo. Sólo hay que leer el documento -diez páginas- para observar que estamos ante una controversia teológica de hondo calado y poco susceptible de ser enjuiciada frívolamente. He hecho el esfuerzo de leerla y desde mi nula formación en materia teológica me atrevo a opinar que alguna de las críticas que he leído me parecen razonables, en tanto entiendo que son difícilmente compatibles con la fe católica. En particular, me ha llamado poderosamente la atención que Jon Sobrino sostenga que la muerte de Cristo en la cruz tiene un valor fundamentalmente ejemplarizante. Cuanto menos, resulta chocante. Pues bien, en mi afán de que este blog sirva también para que los lectores se interesen por ir a las fuentes de la polémica, voy a transcribir la crítica de la Congregación para la Doctrina de la Fe en este punto. Ahí va:
“VI. El valor salvífico de la muerte de Jesús.
9. Algunas afirmaciones del P. Sobrino hacen pensar que, según él, Jesús no ha atribuido a su muerte un valor salvífico: “Digamos desde el principio que el Jesús histórico no interpretó su muerte de manera salvífica, según los modelos soteriólogicos que, después, elaboró el Nuevo Testamento: sacrificio expiatorio, satisfacción vicaria […]. En otras palabras, no hay datos para pensar que Jesús otorgara un sentido absoluto trascendente a su propia muerte, como hizo después el Nuevo Testamento” (Jesucristo, 261). “En los textos evangélicos no se puede encontrar inequívocamente el significado que Jesús otorgó a su propia muerte” (ibidem). “…puede decirse que Jesús va a la muerte con confianza y la ve como último acto de servicio, más bien a la manera de ejemplo eficaz y motivante para otros que a la manera de mecanismo de salvación para otros. Ser fiel hasta el final, eso es ser humano” (Jesucristo, 263).En un primer momento la afirmación del Autor parece limitada, en el sentido de que Jesús no habría atribuido un valor salvífico a su muerte con las categorías que después usó el Nuevo Testamento. Pero después se afirma que no hay datos para pensar que Jesús otorgara un sentido absoluto trascendente a su propia muerte. Se dice sólo que va a la muerte con confianza y le atribuye un valor de ejemplo motivante para otros. De esta manera los numerosos pasajes del Nuevo Testamento que hablan del valor salvífico de la muerte de Cristo24 resultan privados de toda conexión con la conciencia de Cristo durante su vida mortal. No se toman debidamente en consideración los pasajes evangélicos en los que Jesús atribuye a su muerte un significado en orden a la salvación; en particular Mc 10,4525: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”; y las palabras de la institución de la eucaristía: “Ésta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos”26. De nuevo aparece aquí la dificultad a la que antes se ha hecho mención en cuanto al uso que el P. Sobrino hace del Nuevo Testamento. Los datos neotestamentarios ceden el paso a una hipotética reconstrucción histórica, que es errónea.10. Pero el problema no se reduce a la conciencia con la que Jesús habría afrontado su muerte y al significado que él le habría dado. El P. Sobrino expone también su punto de vista respecto al significado soteriológico que se debe atribuir a la muerte de Cristo: “Lo salvífico consiste en que ha aparecido sobre la tierra lo que Dios quiere que sea el ser humano […]. El Jesús fiel hasta la cruz es salvación, entonces, al menos en este sentido: es revelación del homo verus, es decir, de un ser humano en el que resultaría que se cumplen tácticamente las características de una verdadera naturaleza humana […]. El hecho mismo de que se haya revelado lo humano verdadero contra toda expectativa, es ya buena noticia, y por ello, es ya en sí mismo salvación […]. Según esto, la cruz de Jesús como culminación de toda su vida puede ser comprendida salvíficamente. Esta eficacia salvífica se muestra más bien a la manera de la causa ejemplar que de la causa eficiente. Pero no quita esto que no sea eficaz […]. No se trata pues de causalidad eficiente, sino de causalidad ejemplar” (Jesucristo, 293-294).Por supuesto, hay que conceder todo su valor a la eficacia del ejemplo de Cristo, que el Nuevo Testamento menciona explícitamente27. Es una dimensión de la soteriología que no se debe olvidar. Pero no se puede reducir la eficacia de la muerte de Jesús al ejemplo, o, según las palabras del Autor, a la aparición del homo verus, fiel a Dios hasta la cruz. El P. Sobrino usa en el texto citado expresiones como “al menos” y “más bien”, que parecen dejar abierta la puerta a otras consideraciones. Pero al final esta puerta se cierra con una explícita negación: no se trata de causalidad eficiente, sino de causalidad ejemplar. La redención parece reducirse a la aparición del homo verus, manifestado en la fidelidad hasta la muerte. La muerte de Cristo es exemplum y no sacramentum (don). La redención se reduce al moralismo. Las dificultades cristológicas notadas ya en relación con el misterio de la encarnación y la relación con el Reino afloran aquí de nuevo. Sólo la humanidad entra en juego, no el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación. Las afirmaciones del Nuevo Testamento y de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia sobre la eficacia de la redención y de la salvación operadas por Cristo no pueden reducirse al buen ejemplo que éste nos ha dado. El misterio de la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la fuente única e inagotable de la redención de la humanidad, que se hace eficaz en la Iglesia mediante los sacramentos.Afirma el Concilio de Trento en el Decreto sobre la justificación: “…el Padre celestial, «Padre de la misericordia y Dios de toda consolación» (2 Cor 1,3), cuando llegó la bienaventurada «plenitud de los tiempos» (Ef 1,10; Gál 4,4) envió a los hombres a su Hijo Cristo Jesús […], tanto para redimir a los judíos «que estaban bajo la ley» (Gál 4,5) como para que «las naciones que no seguían la justicia, aprehendieran la justicia» (Rom 9,30) y todos «recibieran la adopción de hijos» (Gál 4,5). A éste «propuso Dios como propiciador por la fe en su sangre» (Rom 3,25), «por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo» (1jn 2,2)”28.Se afirma en el mismo decreto que la causa meritoria de la justificación es Jesús, Hijo unigénito de Dios, “el cual, «cuando éramos enemigos» (Rom 5,10), «por la excesiva caridad con que nos amó» (Ef 2,4) nos mereció la justificación con su santísima pasión en el leño de la cruz, y satisfizo por nosotros a Dios Padre”29.El Concilio Vaticano II enseña: “El Hijo de Dios, en la naturaleza humana que unió a sí, venciendo la muerte con su muerte y resurrección, redimió al hombre y lo transformó en una criatura nueva (cf. Gál 6,15; 2Cor 5,17). A sus hermanos, convocados de entre todas las gentes, los constituyó místicamente como su cuerpo, comunicándoles su Espíritu. La vida de Cristo en este cuerpo se comunica a los creyentes, que se unen misteriosa y realmente a Cristo que ha padecido y ha sido glorificado por medio de los sacramentos”30.El Catecismo de la Iglesia Católica indica a su vez: “Este designio divino de salvación por la muerte del Siervo, el Justo, había sido anunciado previamente en las Escrituras como misterio de Redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado. San Pablo confiesa, en una profesión de fe que dice haber «recibido, que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras» (1 Cor 15,3). La muerte redentora de Jesús cumple en particular la profecía del Siervo sufriente. Jesús mismo ha presentado el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo sufriente”31″.
“VI. El valor salvífico de la muerte de Jesús.
9. Algunas afirmaciones del P. Sobrino hacen pensar que, según él, Jesús no ha atribuido a su muerte un valor salvífico: “Digamos desde el principio que el Jesús histórico no interpretó su muerte de manera salvífica, según los modelos soteriólogicos que, después, elaboró el Nuevo Testamento: sacrificio expiatorio, satisfacción vicaria […]. En otras palabras, no hay datos para pensar que Jesús otorgara un sentido absoluto trascendente a su propia muerte, como hizo después el Nuevo Testamento” (Jesucristo, 261). “En los textos evangélicos no se puede encontrar inequívocamente el significado que Jesús otorgó a su propia muerte” (ibidem). “…puede decirse que Jesús va a la muerte con confianza y la ve como último acto de servicio, más bien a la manera de ejemplo eficaz y motivante para otros que a la manera de mecanismo de salvación para otros. Ser fiel hasta el final, eso es ser humano” (Jesucristo, 263).En un primer momento la afirmación del Autor parece limitada, en el sentido de que Jesús no habría atribuido un valor salvífico a su muerte con las categorías que después usó el Nuevo Testamento. Pero después se afirma que no hay datos para pensar que Jesús otorgara un sentido absoluto trascendente a su propia muerte. Se dice sólo que va a la muerte con confianza y le atribuye un valor de ejemplo motivante para otros. De esta manera los numerosos pasajes del Nuevo Testamento que hablan del valor salvífico de la muerte de Cristo24 resultan privados de toda conexión con la conciencia de Cristo durante su vida mortal. No se toman debidamente en consideración los pasajes evangélicos en los que Jesús atribuye a su muerte un significado en orden a la salvación; en particular Mc 10,4525: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”; y las palabras de la institución de la eucaristía: “Ésta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos”26. De nuevo aparece aquí la dificultad a la que antes se ha hecho mención en cuanto al uso que el P. Sobrino hace del Nuevo Testamento. Los datos neotestamentarios ceden el paso a una hipotética reconstrucción histórica, que es errónea.10. Pero el problema no se reduce a la conciencia con la que Jesús habría afrontado su muerte y al significado que él le habría dado. El P. Sobrino expone también su punto de vista respecto al significado soteriológico que se debe atribuir a la muerte de Cristo: “Lo salvífico consiste en que ha aparecido sobre la tierra lo que Dios quiere que sea el ser humano […]. El Jesús fiel hasta la cruz es salvación, entonces, al menos en este sentido: es revelación del homo verus, es decir, de un ser humano en el que resultaría que se cumplen tácticamente las características de una verdadera naturaleza humana […]. El hecho mismo de que se haya revelado lo humano verdadero contra toda expectativa, es ya buena noticia, y por ello, es ya en sí mismo salvación […]. Según esto, la cruz de Jesús como culminación de toda su vida puede ser comprendida salvíficamente. Esta eficacia salvífica se muestra más bien a la manera de la causa ejemplar que de la causa eficiente. Pero no quita esto que no sea eficaz […]. No se trata pues de causalidad eficiente, sino de causalidad ejemplar” (Jesucristo, 293-294).Por supuesto, hay que conceder todo su valor a la eficacia del ejemplo de Cristo, que el Nuevo Testamento menciona explícitamente27. Es una dimensión de la soteriología que no se debe olvidar. Pero no se puede reducir la eficacia de la muerte de Jesús al ejemplo, o, según las palabras del Autor, a la aparición del homo verus, fiel a Dios hasta la cruz. El P. Sobrino usa en el texto citado expresiones como “al menos” y “más bien”, que parecen dejar abierta la puerta a otras consideraciones. Pero al final esta puerta se cierra con una explícita negación: no se trata de causalidad eficiente, sino de causalidad ejemplar. La redención parece reducirse a la aparición del homo verus, manifestado en la fidelidad hasta la muerte. La muerte de Cristo es exemplum y no sacramentum (don). La redención se reduce al moralismo. Las dificultades cristológicas notadas ya en relación con el misterio de la encarnación y la relación con el Reino afloran aquí de nuevo. Sólo la humanidad entra en juego, no el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación. Las afirmaciones del Nuevo Testamento y de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia sobre la eficacia de la redención y de la salvación operadas por Cristo no pueden reducirse al buen ejemplo que éste nos ha dado. El misterio de la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la fuente única e inagotable de la redención de la humanidad, que se hace eficaz en la Iglesia mediante los sacramentos.Afirma el Concilio de Trento en el Decreto sobre la justificación: “…el Padre celestial, «Padre de la misericordia y Dios de toda consolación» (2 Cor 1,3), cuando llegó la bienaventurada «plenitud de los tiempos» (Ef 1,10; Gál 4,4) envió a los hombres a su Hijo Cristo Jesús […], tanto para redimir a los judíos «que estaban bajo la ley» (Gál 4,5) como para que «las naciones que no seguían la justicia, aprehendieran la justicia» (Rom 9,30) y todos «recibieran la adopción de hijos» (Gál 4,5). A éste «propuso Dios como propiciador por la fe en su sangre» (Rom 3,25), «por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo» (1jn 2,2)”28.Se afirma en el mismo decreto que la causa meritoria de la justificación es Jesús, Hijo unigénito de Dios, “el cual, «cuando éramos enemigos» (Rom 5,10), «por la excesiva caridad con que nos amó» (Ef 2,4) nos mereció la justificación con su santísima pasión en el leño de la cruz, y satisfizo por nosotros a Dios Padre”29.El Concilio Vaticano II enseña: “El Hijo de Dios, en la naturaleza humana que unió a sí, venciendo la muerte con su muerte y resurrección, redimió al hombre y lo transformó en una criatura nueva (cf. Gál 6,15; 2Cor 5,17). A sus hermanos, convocados de entre todas las gentes, los constituyó místicamente como su cuerpo, comunicándoles su Espíritu. La vida de Cristo en este cuerpo se comunica a los creyentes, que se unen misteriosa y realmente a Cristo que ha padecido y ha sido glorificado por medio de los sacramentos”30.El Catecismo de la Iglesia Católica indica a su vez: “Este designio divino de salvación por la muerte del Siervo, el Justo, había sido anunciado previamente en las Escrituras como misterio de Redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado. San Pablo confiesa, en una profesión de fe que dice haber «recibido, que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras» (1 Cor 15,3). La muerte redentora de Jesús cumple en particular la profecía del Siervo sufriente. Jesús mismo ha presentado el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo sufriente”31″.
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Sociedad
El flanco del PSOE
Es curioso, se comenta que el PSOE anda muy interesado en fomentar la aparición de partidos de extrema derecha que resten votos al PP. Tanto deben estar pensando en ello que con su actitud de compadreo con los nacionalistas, en lugar de mantenerse fiel a los postulados tradicionales de la izquierda, están descuidando su flanco ideológico natural. La aparición de Ciudadanos de Cataluña fue el primer aviso. Ahora leo que en Valencia capital nace un partido que se ubica en la izquierda social. Hum, vamos a ver si a nivel nacional se mueve algo. Yo me imagino que debe haber mucha gente de izquierdas en España que votaría gustoso a un PSOE que defendiera sin ambages la España constitucional indisolublemente unida, la igualdad de todos los españoles sin que ello dependa de la comunidad en la que se resida, y los principios de solidaridad entre ciudadanos y comunidades autónomas. La ocasión la pintan calva, así que Redondo Terreros, Rosa Díez and company, haceros el ánimo.
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Actualidad política
martes, 13 de marzo de 2007
El error de suprimir el servicio militar obligatorio
Creo que Aznar fue un buen gobernante, pese a cometer algunos errores de consideración. Curiosamente, uno de los que a mí me parece más grave no fue percibido como tal, sino que la mayor parte de los ciudadanos acogió su decisión con alegría –mal que ahora me pese, yo también-, al tiempo que recibía el beneplácito de la oposición. Quizá este hecho debería haber hecho sospechar a Aznar del tremendo error que estaba cometiendo, pero pudo más la popularidad de la medida que las graves consecuencias que entrañaba. En fin, el error al que me refiero fue la supresión del servicio militar obligatorio.
A mí me parece que la defensa de la nación es una tarea que nos incumbe a todos, ricos o pobres, hombres o mujeres. A partir de ahí, debe ser organizada con eficiencia para cumplir adecuadamente su misión, lo que puede derivar en una cierta profesionalización de las fuerzas armadas que, sin embargo, no debería traducirse en la eliminación del servicio militar obligatorio. Aznar se centró únicamente en la eficiencia y olvidó que el servicio militar, además de ser socialmente más justo, era una de esas instituciones de las que no convenía privar a España para lograr que el ciudadano se sintiera partícipe de un proyecto común de vida colectiva.
Es cierto que países como el Reino Unido o Estados Unidos cuentan con ejércitos profesionales, pero no podemos ignorar que la tradición liberal que marca la historia de estos países ha dado como resultado una sociedad civil reacia a que los poderes públicos le resten el protagonismo. De hecho, por principio desconfían de la labor de estos poderes. La sociedad española lamentablemente carece de dicho vigor, en gran medida por la dictadura y por el enorme peso que los poderes públicos han adquirido con el desarrollo del Estado de las autonomías. Por eso me parece que fue un gravísimo error privarle de una institución que, con independencia de sus defectos, estaba intrínsecamente ligada a una idea absolutamente clave y especialmente necesaria en la España actual: el sacrificio individual en aras del bien común. Algún lector podría recordarme que cada año conoce el sabor de ese sacrificio cuando paga sus impuestos. Sin duda, tiene razón, pero me parece que existe una diferencia cualitativa importante entre pagar impuestos y realizar el servicio militar obligatorio. Pero ¿qué otros ejemplos, aparte del pago de impuestos y, en general, de obligaciones económicas se pueden ofrecer de instituciones sociales que requieran un claro sacrificio personal a favor de la colectividad? Sólo se me ocurre una: la obligación inexcusable para formar parte de un jurado.
En líneas generales, comparto la tesis liberal según la cual los poderes públicos deben respetar la libertad de cada individuo para vivir de acuerdo con sus convicciones siempre que no dañe a los demás. Pero en el marco de una comunidad política existen determinados ámbitos de la vida colectiva que aconsejan y en algunos casos requieren la inexorable participación de los ciudadanos. La supresión del servicio militar obligatorio ha erosionado gravemente la captación de esta idea, que no debe verse como una restricción de las libertades individuales, sino más bien como el justo tributo que todos debemos realizar al servicio del bien común. Además, es importante enseñar que tales exigencias, aunque puedan ser percibidas como cargas, constituyen una virtud cívica y, por añadidura, un honor. El mayor riesgo para la libertad surge cuando se cree que la contribución al bien común es algo de lo que deben encargarse exclusivamente los poderes públicos.
A mí me parece que la defensa de la nación es una tarea que nos incumbe a todos, ricos o pobres, hombres o mujeres. A partir de ahí, debe ser organizada con eficiencia para cumplir adecuadamente su misión, lo que puede derivar en una cierta profesionalización de las fuerzas armadas que, sin embargo, no debería traducirse en la eliminación del servicio militar obligatorio. Aznar se centró únicamente en la eficiencia y olvidó que el servicio militar, además de ser socialmente más justo, era una de esas instituciones de las que no convenía privar a España para lograr que el ciudadano se sintiera partícipe de un proyecto común de vida colectiva.
Es cierto que países como el Reino Unido o Estados Unidos cuentan con ejércitos profesionales, pero no podemos ignorar que la tradición liberal que marca la historia de estos países ha dado como resultado una sociedad civil reacia a que los poderes públicos le resten el protagonismo. De hecho, por principio desconfían de la labor de estos poderes. La sociedad española lamentablemente carece de dicho vigor, en gran medida por la dictadura y por el enorme peso que los poderes públicos han adquirido con el desarrollo del Estado de las autonomías. Por eso me parece que fue un gravísimo error privarle de una institución que, con independencia de sus defectos, estaba intrínsecamente ligada a una idea absolutamente clave y especialmente necesaria en la España actual: el sacrificio individual en aras del bien común. Algún lector podría recordarme que cada año conoce el sabor de ese sacrificio cuando paga sus impuestos. Sin duda, tiene razón, pero me parece que existe una diferencia cualitativa importante entre pagar impuestos y realizar el servicio militar obligatorio. Pero ¿qué otros ejemplos, aparte del pago de impuestos y, en general, de obligaciones económicas se pueden ofrecer de instituciones sociales que requieran un claro sacrificio personal a favor de la colectividad? Sólo se me ocurre una: la obligación inexcusable para formar parte de un jurado.
En líneas generales, comparto la tesis liberal según la cual los poderes públicos deben respetar la libertad de cada individuo para vivir de acuerdo con sus convicciones siempre que no dañe a los demás. Pero en el marco de una comunidad política existen determinados ámbitos de la vida colectiva que aconsejan y en algunos casos requieren la inexorable participación de los ciudadanos. La supresión del servicio militar obligatorio ha erosionado gravemente la captación de esta idea, que no debe verse como una restricción de las libertades individuales, sino más bien como el justo tributo que todos debemos realizar al servicio del bien común. Además, es importante enseñar que tales exigencias, aunque puedan ser percibidas como cargas, constituyen una virtud cívica y, por añadidura, un honor. El mayor riesgo para la libertad surge cuando se cree que la contribución al bien común es algo de lo que deben encargarse exclusivamente los poderes públicos.
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lunes, 12 de marzo de 2007
Nuevas amenazas de Al Queda contra España
No bastó con que los españoles pusieramos al felón de Presidente para que nos retirara de Iraq. Tampoco debemos estar en Afganistán y nos conminan a retirar nuestras “humanitarias” tropas de allí. El peligro es real, y no precisamente por el hecho en sí de la amenaza, sino porque en la lógica de los terroristas España se presenta como presa fácil. Al ceder con los atentados de Madrid mandamos un mensaje de debilidad que no habrá pasado desapercibido. Nos exponemos a que nos vuelvan a atizar para que repitamos la bajada de pantalones. Y es que aunque la guerra de Iraq careciese de justificación y fuera un error apoyarla, retirar las tropas tras los atentados fue una grave irresponsabilidad.
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viernes, 9 de marzo de 2007
Las escandalosas declaraciones de Conde Pumpido
El Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido, que, no lo olvidemos, cesó a Fungairiño, fiscal jefe de la Audiencia Nacional y verdadero azote de terroristas, ha declarado que apenas hay ya víctimas del terrorismo. Por si no hubiera suficientes motivos para manifestarse y pedir la dimisión de este gobierno, va y sale este fulano con estas. ¿Acaso para él las únicas víctimas son las víctimas mortales? Eso parece, pues incomprensiblemente se olvida de todas las personas que salen a la calle con guardaespaldas o que sencillamente no pueden expresar su opinión, por no hablar de aquellos empresarios que reciben cartas de extorsión o de los que una mañana encuentran quemada su fábrica o cualquier otro bien. Habló uno más del club felón.
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Bisbal, gran cantante, mediocre artista
Hay cantantes que ganan cuando pisan un escenario. Sus gestos, sus miradas, su porte, sus movimientos, todo aureola un carisma artístico con el que disfrutas. En los últimos tiempos están apareciendo buenas voces en el panorama musical carentes de gracia y carisma artístico. Uno de ellos es Bisbal. Me gusta como canta, pero verle en televisión es deprimente: siempre las mismas poses y gestos (lo de la patada de karate ya provoca arcadas). Preferible escucharle el disco y no verle actuar, y mucho menos escucharle hablar. Pero como él muchos otros que también han salido de OT. Me viene a la cabeza el penúltimo ganador, Sergio, otra buena voz encorsetada en una personalidad carente de arte. Para ser completamente justo con este programa hay que decir que también por allí ha aparecido algún verdadero artista. Eso sí, pocos, poquísimos, pueden contarse con los dedos de una mano. Para mí, únicamente son artistas de verdad Soraya, Chenoa y, atención que viene sorpresa, José Antonio -un tipo de la última edición que no tardó mucho en abandonar la academia-. El tío disfrutaba sobre el escenario como pocos.
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Sociedad
jueves, 8 de marzo de 2007
Algunos mails intoxicadores
He recibido algún email reenviado que, siguiendo la línea argumental del gobierno, trata de mostrar que el PP adoptó medidas penitenciarias beneficiosas para presos de ETA sin recibir crítica alguna del PSOE, lo cual contrasta, según estos mensajes, con lo que ahora está realizando el PP. El mensaje, pues, es que el PP actúa hipócrita y deslealmente con el gobierno. De entrada, me parece muy bien que se pongan datos sobre la mesa y se ofrezcan argumentos. El ciudadano debe tomarse el trabajo de separar el grano de la paja y juzgar por sí mismo: ¡qué trabajo cuesta ser un ciudadano responsable en democracia! Tras haber trillado convenientemente el documento adjunto del email, extraigo la conclusión de que el PP tiene razón. Lo primero que hay que decir es que el gobierno, el que sea, tiene derecho a utilizar la política penitenciaria, en lo que le compete, como crea conveniente para alcanzar bienes, entre los cuales destaca acabar con el terrorismo. Esto significa que conceder beneficios penitenciarios u otras medidas favorables a presos de ETA no es necesariamente un mal, una vileza o una cesión al chantaje. Hay que examinar la línea política en la que se enmarcan las actuaciones y, a su vez, cada caso concreto. A mí me parece lícito que el gobierno sea generoso con presos arrepentidos que hacen pública su condena del terrorismo. También me parece bien que si ETA da un paso hacia el cese de su actividad, el gobierno adopte medidas favorables a sus presos. Pero lo que me parece más importante, diría más, decisivo, es que los terroristas den el primer paso, y precisamente eso es lo que sucedió mientras gobernó el PP, y no puede desmentir el email que he recibido. Nunca el PP adoptó medidas de beneficiosas ante una ofensiva etarra, justamente sucedió lo contrario. En cambio, ETA ha matado en Barajas y ha chantajeado con De Juana. En modo alguno se puede ceder en estas condiciones. Esa es la diferencia.
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martes, 6 de marzo de 2007
Una comida hablando de política
Desafortunadamente la gente evita deliberadamente hablar de política porque cree que es un tema obsceno, y que frecuentemente las conversaciones acaban en un silencio cómplice, cuando lo que dice el otro no te convence -eso sí, es desaparecer y comenzar una acerada crítica en todo un alarde de hipocresia-, o bien discutiendo acaloradamente. Como tengo la intención de vivir libremente, hoy, mientras comía con tres profesores de mi Universidad, he expuesto mi opinión sobre el caso De Juana, sobradamente conocida para los ángeles que leen este blog -porque seres humanos sólo me consta que dos se pasen por aquí-. Sorprendentemente, dos de mis acompañantes compartían la decisión del gobierno, aunque no han sido capaces de ofrecer argumentos solventes para justificar su opinión. Además, se mostraban muy críticos con la actitud y las iniciativas que está adoptando el PP. Me ha alegrado que pudiéramos hablar del tema, pese a la discrepancia, y la conversación ha sido de lo más civilizada, cambiando a otros asuntos sin trauma alguno cuando el caso De Juana ya estaba zanjado. De todas maneras, no puedo entender que personas con buena formación y capacidad para estar informados se alineen con el gobierno y critiquen al PP. No entiendo que no vean que el caso De Juana no consiste en una medida humanitaria, sino en la cesión a un chantaje, cuya gravedad justifica plenamente la convocatoria de una manifestación. Por lo que respecta a la oposición del PP, vamos, cuando pienso que ZP nos dice que este año íbamos a estar mejor con relación al terrorismo y, acto seguido, ETA pone una bomba, mata a dos personas, y hace picadillo Barajas, pienso: ¿no está justificada la indignación de los ciudadanos y la crítica más demoledora del partido de la oposición, que viene advirtiendo de que esto podía suceder? Yo, desde luego, si puedo, me voy el sábado a la manifestación de Madrid con mi banderita de España.
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lunes, 5 de marzo de 2007
Lo mejor, quedarse en casa
Ayer fui a ver el ballet “Coppelia”, en la original versión de Víctor Ullate, y antes, dado que el espectáculo comenzaba a las 20.30, decidimos tomar algo. En una tasca vanguardista de productos ibéricos se descolgaban con tapitas de 20 euros, así que dejé de lado a los gorrinos y me incliné por inaugurar el nuevo Döner Kebab que acaba de abrir sus puertas en Elche. La calidad, buena, pero el precio doblaba lo que hay que pagar en otros países.
En fin, que en España ir a tomar algo fuera de casa está dejando de ser un placer: precios abusivos en muchos casos, escasa calidad y, lo peor, un servicio malísimo. Muchas veces estás más pendiente de que no se les olvide algo que de disfrutar de la velada. Dejo al margen los ruidos y las músicas que invitan a levantarse y largarse con viento fresco. Por todo ello, además de por razones que no viene al caso comentar, prefiero la comida casera. Me temo que como los hosteleros sigan en este plan se pueden llevar una desagradable sorpresa, pues el Euribor va a hacer que muchos se replanteen sus hábitos.
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sábado, 3 de marzo de 2007
El telepredicador Zapatero
Da ganas de vomitar ver a este sinvergüenza apelar al respeto que le produce el valor supremo de la vida para justificar la medida aplicada a De Juana. Que no, tío, que no. Que una medida no es buena “per se”, sino que su valoración está en función del contexto en la que se enmarca. Olvidar deliberadamente que este tío estaba planteando un pulso al Estado no tiene pase. ZP es un felón redomado.
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Etelvina defiende el botellón
Etelvina Andreu, candidata del PSPV a la alcaldía de Alicante, ha salido en defensa del botellón. Según ella, que lo practicó en sus años mozos, es perfectamente posible practicarlo y no acabar alcoholizado y drogadicto (no estaría de más que hablara con Elena Salgado, la ministra de Sanidad desautorizada en su ley sobre el alcohol). Qué quieren que les diga, a mi lo del botellón me parece injustificable, pero, sobre todo, me sorprende y acojona que lo defiende una candidata a alcalde. Hace un año escribí un artículo sobre el botellón que no me decidí a publicar. Se lo ofrezco sin aditivos:
“El botellón, clave de nuestro tiempo
Estos días se está hablando mucho del botellón. Sus protagonistas suelen argüir que se ven obligados a beber en la calle por el elevado precio de las copas que se sirven en discotecas y pubs; pero para darse cuenta de la filfa no hay más que ver los flamantes coches y motos con los que acuden a la cita semanal.
El botellón no es una moda pasajera, pues lleva practicándose, al menos, veinte años. Afortunadamente, este fenómeno sigue provocando extrañeza; mucha gente se pregunta cómo es posible que masas de jóvenes encuentren divertido emborracharse alrededor de un coche que inopinadamente se transforma en discoteca móvil. Sin embargo, en lugar de indagar directamente en las causas de fenómeno, resulta más revelador comenzar prestando atención a sus efectos inmediatos, a saber, orines y vómitos pestilentes, aceras sembradas de vidrios, vasos y bolsas de plástico esparcidos por todas partes, etc. Todo ello envuelto en una atmósfera nauseabunda que amarga la mañana del domingo a los vecinos madrugadores.
Al estar acostumbrados a contemplar este horripilante espectáculo deja de sorprendernos que las hordas juveniles ensucien las calles sin el más mínimo miramiento. A los jóvenes del botellón les importa un rábano el caos que dejan tras de sí porque cuentan con que habrá alguien que se encargará de solucionarlo, ya que están instalados en la creencia, masivamente compartida, de que en nuestra sociedad siempre hay alguien que soluciona los problemas. Podría pensarse que esta despreocupación se debe únicamente a que se están divirtiendo, y que una vez sobrios se comportan responsablemente. De ser cierto, encuentro inquietante que los Mr. Hyde del botellón puedan amanecer convertidos en un Dr. Jekyll resacoso. Mucho me temo que esta doble personalidad sólo puede estar reservada a la ficción o a las patologías psíquicas y morales.
La despreocupación ante las consecuencias pone de relieve el carácter profundamente instanteísta de esta diversión. A este rasgo hay que añadirle dos más: su práctica en masa, completamente despersonalizada, y su finalidad alienante, pues se bebe para colocarse y sentirse eufórico, capaz de cualquier cosa. Así, puede decirse que el botellón es una diversión de masas, alienante, instantánea y despreocupada. Creo que difícilmente se encontrará un fenómeno que ilustre con mayor claridad cuatro problemas fundamentales de nuestra sociedad: falta de personalidad, de autenticidad, de compromiso y de responsabilidad”.
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viernes, 2 de marzo de 2007
La magnanimidad no se puede dar bajo chantaje
Dice la vicepresidenta De la Vega que el gobierno ha actuado con magnanimidad. Ayer que si era una medida humanitaria, y hoy nos salen con estas. Magnánimo es aquel que generosamente perdona las ofensas recibidas. Olvida De la Vega que la magnanimidad, en tanto denota grandeza de ánimo, sólo puede surgir de un espíritu que obra libremente y decide perdonar. El gobierno no nos puede hacer creer que obra libremente cuando está sometido a un chantaje en toda regla (¿qué otra cosa si no es una huelga de hambre?). Es más, aunque le movieran las mejores intenciones, el chantaje etarra veda cualquier práctica de magnanimidad ante el riesgo de que parezca que se está cediendo ante los terroristas. Por tanto, ya está bien de tomar a los ciudadanos por tontos. Cometan la felonía, pero no nos insulten.
¿Y por qué razón el gobierno actúa así sabiendo que su medida es impopular? Pienso que porque esperan proseguir el proceso de rendición sin víctimas mortales que, según estiman, les puede proporcionar más réditos electorales que si ETA pone sobre la mesa unos cuantos muertos hasta las elecciones. Esto es lo grave: ZP piensa que los españoles toleraremos mejor la cesión al chantaje que las muertes de algunos inocentes. La imagen que tiene ZP de los españoles no puede ser más devastadora para nuestro orgullo, pero ¿acaso no tiene razón? Pienso que se equivoca él y los que tildan al pueblo español de lanar y mansurrón. El 14-M muchos españoles creyeron que el gobierno del PP les estaba mintiendo cuando en realidad no era así, y él mismo era víctima de un engaño. La opinión pública votó masivamente indignada contra lo que para ellos era una manipulación gubernamental. Puedo entenderlo. Lo razonable hubiera sido que las elecciones se hubieran aplazado, pero no existía ninguna norma lo autorizase. El caso es que ZP llegó al poder en una situación absolutamente excepcional. Confío en que los españoles sepamos deshacernos de este traidor lo antes posible porque de lo contrario el futuro no puede ser más negro.
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jueves, 1 de marzo de 2007
¿Medida humanitaria? Felonía monumental
Unas breves líneas para expresar mi indignación por la excarcelación de De Juana. No camuflemos la cesión al chantaje con una “medida humanitaria”. ¿Acaso no hubiera sido muy humanitario salvar la vida de Miguel Ángel Blanco cediendo al chantaje etarra? Conservar la democracia es más importante que la propia vida, de lo contrario ¿por qué razón deberíamos luchar contra una invasión extranjera que pretendiera someter a los españoles? En ese caso habría que arriesgar la vida para conservar la libertad. El gobierno del pérfido Zapatero no lo quiere entender, pero lo que yo no entenderé es que los españoles sigan dándole la confianza a semejante individuo.
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