jueves, 4 de diciembre de 2008

112.138

Esta es la cifra de los abortos practicados en España el año pasado. ¿Se imaginan que en lugar de seres humanos se tratara de perros abandonados? Tendríamos a toda la patulea progre clamando por los derechos de las animales, porque, por si no lo sabían, en España muchos filósofos filoprogres han dedicado miles de páginas a los derechos de los animales y ni una sola a favor del derecho a la vida del concebido y no nacido.

Pero no es necesario plantear la cuestión apelando a que también el nasciturus es titular del derecho a la vida, o a que, como he escrito en otras ocasiones, no existe un derecho al aborto. Aunque se admitiera que el nasciturus no es titular del derecho a la vida, nadie le puede negar su condición de bien jurídico merecedor de protección. Que se hayan practicado 112.138 abortos en España no refleja precisamente una diligente protección del nasciturus. Y ello es debido, no nos engañemos, a que al gobierno socialista le preocupa más facilitar el aborto en condiciones seguras y dignas que en evitar que las mujeres tomen la decisión de abortar. Dejemos al margen los derechos, ¿qué se hace desde los poderes públicos para evitar que mueran más de cien mil niños? Yo he visto en los periódicos anuncios de la casa cuna de Santa Isabel –una asociación de la iglesia católica- que brinda su ayuda a las mujeres para que no aborten. ¿No podría el gobierno concienciar a las mujeres de que es preferible tener a sus hijos que abortar? ¿No podría facilitar las adopciones y garantizar la seguridad de los padres de adopción? ¿No podría otorgar ayudas específicas para madres sin recursos? Lo que sea antes que permitir la muerte de 112.138 niños. Aparte de una inmoralidad, es una sangría demográfica que España no se puede permitir. Pero, ¿ven que esto preocupe a los progres? En absoluto. Escuchan la cifra y en lo primero que piensan es en evitar esos embarazos no deseados y en reformar la ley para facilitar el aborto. Es la cultura de la muerte.

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