Hace pocos días se hablaba del pintor Francis Bacon con ocasión de no sé qué conmemoración. Yo conocía al otro Francis Bacon, pero del pintor no tenía ni idea. La noticia destacaba que este pintor estaba profundamente impresionado con el retrato de Inocencio X, obra de Velázquez. Se trata de un relato tremendamente realista que logra plasmar la personalidad del retratado. Con razón dijo el papa al verlo “troppo vero”. Comparto con Bacon la admiración por este cuadro y al igual que él me pregunto cómo es posible reflejar el alma en esa mirada. Algo parecido sucede con ciertas extrañas bellezas. Hay mujeres que objetivamente es difícil admitir que sean bellas, pero tienen un gran atractivo, como por ejemplo la actriz Kristin Scott Thomas, protagonista, entre otras películas, de “El paciente inglés”. Creo que no se puede decir que sea guapa, pero hay algo en ella que hace que resulte muy bella. No sabría decir cómo se capta esa belleza, al igual que sería difícil explicar cómo llegamos a la personalidad de Inocencio X en el retrato, pero está claro que lo percibimos. Podría decirse que tenemos un sexto sentido, una forma de captar lo espiritual que sólo puede provenir de una visión de conjunto que capte algo más allá del todo, un sentido último inteligible, aunque no experimentable.
1 comentario:
Bonita entrada
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