Al abogado de Urdangarín no se le ha ocurrido otra forma de defender a su cliente que achacar la imputación al “clamor popular”. Lo suelta así, con un par, supongo que sin pensarlo, porque si lo hiciera se daría cuenta de que no sólo es una estupidez, sino una afirmación grosera que no nos merecemos escuchar los españoles. Si algo se puede decir de este personaje es que ha gozado en todo momento, desde que se conoció su noviazgo con la infanta, del favor popular. Fue aclamado en las calles de Barcelona el día en que hizo realidad el cuento de hadas. Desde entonces ninguna revista ha osado criticarle. Y ahora resulta que existiría una larvada inquina contra el duque que se ha traducido en un “clamor popular” para que no se vaya de rositas. Hay que torpe para decir eso en su defensa.
1 comentario:
Beeno, bien, quizás este abogado ha estado torpe; pero no nos olvidemos, por la parte que nos corresponde, que el ayuntamiento de Valencia y La Generalitat Valenciana hicieron negocios con Urdangarín. No me vale una condena ejemplarizante para este hombre si los políticos que posibilitaron estos negocios no responden también y aclaran sus responsabilidades.
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