lunes, 13 de agosto de 2012

¿Suprimir las autonomías?

Parece mentira que haya que recordar lo evidente: la organización de un Estado no puede decidirse atendiendo principalmente a criterios económico-financieros. Digo esto porque, como habrán tenido ocasión de leer y escuchar, algunas personas insisten en que la principal reforma que necesita España consiste en eliminar las autonomías, ya que se habría demostrado que este sistema es inviable y nos ha llevado a la ruina.

Es fácil darse cuenta de que en las Comunidades Autónomas se ha despilfarrado (televisiones, grandes proyectos, aeropuertos fantasma, embajadillas, etc.), pero no tengo claro que el sistema sea inviable, y mucho menos que sea ese despilfarro el que nos haya llevado a la ruina. Las causas de la crisis son más profundas y, entre otras, hay que buscarlas en el escenario que generó la llegada del euro, en la política del BCE, y también, lógicamente, en la pésima gestión de Zapatero y de los gobiernos autonómicos desde que comenzó la crisis e incluso antes. Se habla mucho de que resulta imprescindible que el gobierno embride a las autonomías para asegurar que no sobrepasen el objetivo del 1,5% de déficit. Imaginemos que no lo logran y el déficit se va al 3%. Bueno, pues tal como está el panorama, con los ingresos absolutamente hundidos, me parece que un dato así no puede llevar a pensar que se trata de un sistema inviable. Si encima se cumple el objetivo ya me dirán.

En mi opinión, España acertó al descentralizar la gestión de determinados asuntos otorgando autonomía política a unas regiones que administrativamente se articularon en comunidades autónomas. Cuestión distinta es si dicho sistema, sin perder su esencia, puede y/o debe ser reformado. Pienso que son necesarias importantes reformas. En primer lugar, convendría redefinir el número y la composición de las comunidades autónomas. En este sentido, por ejemplo, sería mucho más racional que las tres provincias de León (León, Zamora y Salamanca) constituyeran una comunidad autómona, y que La Rioja y Cantabria se incorporasen a una comunidad que podría denominarse Castilla la vieja. Asimismo, me parecería perfecto que el País Vasco se integrara en una única comunidad autónoma con Navarra, si bien no pueden obviarse los problemas de fondo que en este caso se presentan. Imagino que a los navarros no les hace mucha gracia esta idea. Tampoco veo por qué razón Ceuta y Melilla tuvieron que convertirse en comunidades autónomas. En segundo lugar, también es absolutamente imprescindible clarificar las competencias que corresponden al Estado central y a las autonomías, tal como sucede en los Estados federales. Además, habría que valorar si determinadas competencias deben volver a ser ejercidas por la administración central, tales como Justicia o Sanidad. En tercer y último lugar, habría que definir con claridad las dimensiones institucionales que pueden alcanzar las CC.AA y evitar duplicidades de organismos con la administración central, lo cual no ha sucedido hasta ahora. Creo que acometer este tipo de reformas es mucho más sensato que borrar de un plumazo las autonomías como pregonan algunos. 

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