Conviene realizar un análisis táctico de la situación que ha abierto la pérdida de un escaño en Madrid por parte del PSOE en favor del PP. Como es sabido, ese escaño obliga a que Pedro Sánchez cuente con el voto favorable de Junts (y de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG, no lo olvidemos) para lograr la investidura. La interpretación que se está haciendo de esta circunstancia es que el “precio” que pondrá Puigdemont será más alto todavía. Esta situación hace que muchos ciudadanos vean peligrar la unidad de la nación y se indignen ante la posición clave que ocupan los partidos independentistas y, en particular, Junts. No es mi intención tranquilizarles, porque la situación es inquietante, pero un análisis frío conduce a una conclusión bastante distinta: Sánchez tiene una posición negociadora más sólida que la de los independentistas.
La alternativa que se puede descartar con total seguridad es
la investidura de Feijóo. No tiene ninguna posibilidad de sumar los 176
escaños. Esa es la gran baza de Sánchez. O gobierna él, o se repiten las
elecciones. Lejos de lo que se piensa, Sánchez no tiene por qué ceder nada importante
a los independentistas: si Junts le vota, el horizonte penal de Puigdemont sin
duda mejorará, pero la posición de fuerza es, sobre todo, la de Sánchez, no la
de Puigdemont. Si se repiten elecciones pueden pasar dos cosas y ninguna
conviene a Junts: que el PP logre el gobierno o que lo consiga Sánchez y no les
necesite. Por consiguiente, el mensaje de Sánchez a Puigdemont y también a ERC
es “vosotros veréis”. Y he aquí el gran dilema del independentismo: si Puigdemont
y ERC apoyan a Sánchez sin un compromiso claro en favor de la autodeterminación,
la decepción del independentismo será muy importante y seguirá perdiendo
apoyos. Esto lo sabe ERC, que probablemente decida bloquear la investidura para
mostrar una posición de fuerza que le haga volver a recuperar el liderazgo en
el independentismo. De lo contrario, si ambas formaciones apoyan a Sánchez sin
compromisos claros a favor de la autodeterminación, puede suceder que Sánchez
acabe con el independentismo sin haber hecho más concesiones que las de
carácter penal, porque en las próximas elecciones autonómicas gobernaría el PSC.
Una vez bloqueado Feijóo, Sánchez puede exhibir una posición
de fuerza con el independentismo que, en caso de repetición electoral, le puede
favorecer claramente. A quien no le conviene bajo ningún concepto una nueva
convocatoria es a Yolanda Díaz. Ya se puede ver que Sumar es una jaula de
grillos en la que Podemos va por libre. El voto útil de la izquierda, como ya
se ha visto en estas elecciones, es el PSOE. Por eso Pablo Iglesias tiene razón
al criticar el resultado de Yolanda Díaz. Lo más normal es que el bloqueo nos
lleve a nuevas elecciones, porque es complicado que tanto ERC como Junts voten a
Sánchez sabiendo que su electorado les está castigando. Ahora bien, la
investidura de Sánchez, pese a ser factible, daría paso a una España
ingobernable: sacar adelante cualquier ley y mucho más los presupuestos sería casi imposible. Además, el PP domina el Senado y las principales
comunidades autónomas. Lo más probable es que Sánchez prepare el terreno
para una nueva cita electoral. En todo caso, este análisis táctico no hace si
no poner de relieve la necesidad de abordar la raíz política y moral del
problema, tal como destacaba en las últimas entradas.
P.D. Para mí es incomprensible que el PNV, a la vista de
esta situación, no reconsidere su negativa a Feijóo. Y no lo hará.
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