Feijóo ganó claramente el debate. Sánchez, desencajado, perdió los nervios: interrumpía constantemente a Feijóo, se reía nerviosamente a destiempo y su lenguaje corporal y verbal traslucían una manifiesta incomodidad. Daba la impresión de que Feijóo era el presidente y Sánchez un bisoño candidato que lanzaba golpes al aire. Su insistencia en hablar de Abascal y Feijóo como socios era una absoluta ridiculez viniendo de alguien que es capaz de pactar con cualquiera para alcanzar el poder y seguir en él. Feijóo ha roto esa estrategia con una propuesta cristalina que noqueaba a Sánchez: “yo me comprometo ante todos los españoles a abstenerme y dejarle gobernar si usted gana las elecciones; ¿puede usted decir lo mismo?”. Si la preocupación por Vox fuera real, Sánchez debería haber recogido el guante, pero sólo le importa seguir en el poder. No hay más. Sánchez, un demagogo faltón y embustero, va a ser mandado a su casa y confío en que se abra una etapa positiva para España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario