martes, 20 de diciembre de 2011

Rajoy frente a Cayo Lara y Rosa Díez

Sólo pude ver en directo la parte del debate que enfrentó a Rajoy con Cayo Lara y Rosa Díez (y el diputado de Foro Asturias, que por cierto estuvo bien). No me importaba perderme la intervención de Rubalcaba, y mucho menos la de los nacionalistas catalanes de CiU; pero tenía interés por conocer la talla parlamentaria de Cayo Lara y por ver cómo se comportaba Rosa Díez con tiempo por delante y posibilidad de réplica y dúplica. Quedé satisfecho con la intervención de ambos. Acostumbrado a que los partidos nacionalistas conviertan el debate parlamentario en una sucesión de reivindicaciones particularistas, fue una delicia ver a Rajoy debatir con Lara sobre los diferentes caminos a seguir para atajar el déficit, así como el tenso debate con Rosa Díez sobre la lucha contra la corrupción política y sobre la necesidad de reformar el sistema electoral.

Me gustó Lara. Quizá no tenga el carisma de Julio Anguita, pero demostró ser un buen parlamentario. Puso especial énfasis en combatir el déficit por la vía de los ingresos, es decir, aumentando la presión fiscal y destinando los recursos necesarios a la Agencia Tributaria para combatir el fraude. Rajoy discrepó parcialmente, como era previsible, pero el debate tuvo bastante nivel. Ambos tienen razón. Indudablemente, la situación de las finanzas públicas exige unas administraciones públicas más eficientes y austeras, pero también es cierto que la presión fiscal en España es menor que en otros países, y, sobre todo, que la lucha contra la economía sumergida y el fraude fiscal debería constituir una prioridad nacional en la que se debería contar con sanciones ejemplarizantes.

El debate entre Rajoy y Rosa Díez fue vibrante, sobre todo a partir de la réplica de Rosa Díez, que a mi juicio estuvo gris es su primera intervención. Por lo visto ayer, Rosa Díez puede convertirse en la gran protagonista de la legislatura. Rajoy se empleó a fondo y demostró que tenía un interés especial en vencer a la portavoz de UPyD. El candidato estuvo brillante en las formas, y podría pensarse que ganó el debate, pero sus argumentos con relación a la reforma de la ley electoral distan de ser convincentes y en algún momento me parecieron demagógicos. Rajoy acusó a Rosa Díez de exigir un cambio en la ley electoral porque no le beneficia, es decir, le vino a decir que no es imparcial en ese tema. Díez le podría haber respondido exactamente lo mismo a Rajoy, pues es sabido que el sistema electoral español prima a los dos grandes partidos, en especial al PP, pero no sólo tuvo la elegancia de no pagarle con la misma moneda, sino que le replicó que en las autonómicas del País Vasco les perjudica el cambio de la ley electoral (perderían probablemente su diputado provincial por Álava) y, sin embargo, defienden la misma propuesta. Por otra parte, Díez le recordó que buena parte de los ciudadanos reclaman dicha reforma, lo cual es absolutamente cierto, y constituye un argumento de peso para no seguir ignorando este tema. Rajoy insistió en que nuestro sistema electoral ha funcionado bien a lo largo de estos años, y también apuntó que profundizar en la proporcionalidad del sistema no es consustancial a la democracia, como ponen de manifiesto los sistemas mayoritarios del Reino Unido y de Estados Unidos, por ejemplo. No estuvo fina Rosa Díez a la hora de refutar estos argumentos. ¿Ha funcionado bien nuestra democracia? Pues sería bastante discutible. A mí no me parece que hacer depender la gobernabilidad de la nación de cesiones a partidos nacionalistas que otorgan prioridad a los intereses particulares de sus regiones pueda interpretarse como un buen funcionamiento. Por otra parte, se puede discutir si es mejor un sistema mayoritario o proporcional. Ahora bien, si se opta por un sistema proporcional, parece lógico que el mapa parlamentario refleje de una manera bastante fiel cuáles son las preferencias del cuerpo electoral manifestadas a través del voto. Por ello se puede afirmar que fue una injusticia que un partido político como el Centro Democrático y Social (CDS), que en 1993 obtuvo más de trescientos mil votos, se quedara fuera del Congreso, al igual que es una injusticia que UPyD e IU necesiten muchos más votos que el PP o que los nacionalistas para obtener un diputado.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Primeras impresiones del discurso de investidura de Rajoy

Acabo de leer las medidas que ha anunciado Rajoy en el debate de investidura. Dice que en 2012 habrá una reducción del gasto público de 16.500 millones. No ha concretado cómo se logrará dicho ahorro, y se comenta que quizá esté esperando a conocer las cifras macroeconómicas definitivas antes de llevar a cabo mayores precisiones. Pero, de ser así, no parece lógico ese anuncio, y mucho menos que avance que su gobierno va a subir las pensiones en relación al IPC. Al mencionar esa cifra creo que Rajoy confirma que se va a cumplir el objetivo de déficit de 2011, pues esos 16.500 millones representan exactamente cantidad la necesaria para lograr que en 2012 el déficit se sitúe en el 4,4%.

A falta de que se cuantifique el impacto financiero de algunas de las medidas concretas que ha anticipado, me parece bien todo lo que sea racionalizar la administración prescindiendo de organismos autónomos, privatizando o directamente prescindiendo de televisiones públicas, así como reorganizando competencias para evitar solapamientos entre las distintas administraciones. También me ha parecido bien el énfasis que ha puesto en reformar nuestra política energética con el fin de reducir el gasto que asfixia a familias, empresas y administraciones públicas. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Presunción de inocencia y presunción de veracidad

Últimamente los políticos insisten mucho en que ante casos de corrupción hay que respetar la presunción de inocencia y guardar silencio hasta que se produzca una imputación; luego, cuando ésta ya se ha producido, se sale con que hay esperar a que haya sentencia condenatoria; e igual dentro de poco nos piden callar hasta que la sentencia sea firme. Es increíble como este enfoque está calando en la opinión pública. Incluso es posible que en una tertulia de café aparezca un fulano reprochando que te metas con Urdangarín, porque todavía no está imputado…

Lo mismo que existe el derecho a la presunción de inocencia, lo razonable para un ciudadano es presumir que las informaciones que aparecen en los medios de comunicación son verdaderas, y pobres de los periodistas cuando eso deje de ser así. No sólo es perfectamente lícito que los ciudadanos emitamos opiniones a la vista de las noticias que aparecen en los medios de comunicación, sino que lo contrario pervertiría totalmente el funcionamiento de nuestra democracia. En lugar de comprar los periódicos, antes de emitir un juicio de valor sobre determinados políticos poco menos que habría que consultar la base de datos de jurisprudencia.

Quizá lo más curioso sea que la idea de que la presunción de inocencia conduce al silencio ha calado incluso entre aquellos que más la deberían combatir: los periodistas, obviamente. Es posible que ello se deba a que por razones profesionales están muy cerca de los políticos y terminan por ver las cosas a su modo. Pero los ciudadanos debemos hacer un esfuerzo por evitar interpretar los asuntos públicos desde la perspectiva de los políticos, cuyos afanes y preocupaciones muchas veces son completamente ajenos a la búsqueda del bien común, y responden a sus intereses particulares –personales y/o de partido-. 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Admirable Cameron

En la Unión Europea hay cuatro grandes economías: Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. Luego vamos nosotros y, después, los Países Bajos. Salvo el Reino Unido, todas estas naciones comparten la misma moneda y, previendo el desastre que provocaría la ruptura del euro, están haciendo todo lo posible por salvar la moneda única. Lo que no parece lógico es pedir al Reino Unido que se sume alegremente a este tren en el que muy lícitamente no viaja, y encima cabrearse con ellos porque digan públicamente que están muy contentos de la decisión que tomaron. El Reino Unido ha hecho exactamente lo mismo que Francia y Alemania: defender lo que entiende que son sus intereses nacionales. No es un 26 a 1, sino un 2 a 1, porque Italia y España desgraciadamente no pintan ahora mismo una mona, y están a merced de los mercados, el resto de los países de la eurozona van a aceptar lo que digan Francia y Alemania, y los de fuera, pues quizá piensan que puede hacer mucho frío fuera del club, por mucho que bien fresquita y feliz siga Noruega.

Se ha apostado por fortalecer los mecanismos de control fiscal con el objetivo de lograr la estabilidad presupuestaria. Así se dejará de depender de los mercados y se supone que algún día creceremos –supongo que cuando hayamos saneado suficientemente a los bancos con dinero del contribuyente para que nos lo vuelvan a prestar-, saldremos de esta crisis, y con lo disciplinados y lo bien organizado que lo vamos a dejar todo –eso sí, más pobres que Carpanta- nunca más habrá otra crisis en la eurozona. Da la impresión de que para salvar el euro hay que reducir al máximo los márgenes para la acción política. Todo va a estar decidido por Bruselas, así que es lógico escuchar a Rajoy decir eso de que “no hay alternativa”. Está claro: si necesitas un dinero que no tienes, o te lo prestan hasta que dejes de necesitarlo en el futuro, o estás jodido. A no ser que tú mismo lo puedas fabricar, pero como a Alemania esto no le gusta, pues nada, ya sabemos, acuerdo gubernamental de 26 y a echarle la culpa a los británicos de que no haya un nuevo tratado por haber ejercido el veto. ¿De verdad no hay otra solución? ¿No sé podía combinar austeridad con defensa a ultranza por parte del BCE de aquellos países cuya deuda soberana esté amenazada? ¿Acaso es más desleal el Reino Unido por ejercer el derecho de veto que Alemania por no aceptar los “eurobonos”? Se está entronizando e institucionalizando una tesis económico-financiera que puede funcionar o no. Y no, no nos preguntarán. El parlamento interpretará y decidirá lo que queremos los españoles, y lo mismo sucederá en otras naciones. Es indignante que la única vez que se nos ha pedido a los españoles que nos pronunciemos en referéndum haya sido para aprobar una Constitución europea que luego otros rechazaron y encalló. ¡Qué envidia me dan los ingleses! Vean la rueda de prensa de Cameron y se darán cuenta de que ahí hay un político que verdaderamente tiene claro que defiende los intereses de su país. ¡Y Sarkozy le niega el saludo! ¡Qué poca categoría!

viernes, 9 de diciembre de 2011

"El lector", de Bernard Schlink, y otras lecturas recientes

Después de decepciones como “La ciudad de los prodigios”, de Eduardo Mendoza, que terminé por un comentario elogioso de mi amigo Pedro que me animó a continuar, tenía ganas de toparme con una buena novela, y he tenido suerte: “El lector”, de Bernard Schlink. La novela narra la historia de un muchacho de 15 años que vive una historia de amor con una mujer de 36 años que en el pasado trabajó como guardiana de las SS en campos de concentración nazis. El muchacho se entera de eso cuando años más tarde, después de que ella le hubiera abandonado sin dar ninguna explicación, la encuentra en un juicio acusada por acciones que cometió en aquellos años. Es una novela intimista, con un argumento sencillo, verosímil, que plantea problemas morales de cierto interés. Pero, sobre todo, es una novela narrada con maestría. Schlink me parece un escritor formidable: sobrio –cualidad casi imprescindible para que congenie con un escritor-, preciso, elegante y profundo, cuando es razonable serlo y sin pedantería. Sabe lo que quiere contar y va directo al grano sin por ello renunciar al detalle cuando éste es necesario, receta mágica para captar la atención del lector. Parece fácil, pero cada vez es más difícil encontrar a este tipo de escritores. Por ejemplo, hace unos meses el periodista Luis Herrero presentaba una novela y se ofrecía en Libertad Digital la posibilidad de leer las primeras páginas. Tuve suficiente con el primer párrafo. Allí se decía algo así como “la voz del hombre sonó aspera, como un trago de arena”. Me pareció una metáfora tan artificial y rebuscada que inmediatamente pensé que aquello no iba conmigo.

Otra lectura reciente ha sido “Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven”, el gran éxito de Albert Espinosa. Está en la lista de libros más vendidos. Es una novela breve, bella, bien pensada y bien narrada, pero con una trama excesivamente rebuscada y en ocasiones completamente inverosímil. Sí, ya sé que la novela pertenece a la ficción, y en este terreno todo es posible, pero qué quieren que les diga, que un anciano de noventa años revele en la UVI, justo antes de morir, los números a los que hay que apostar en los principales casinos, pues me parece demasiado rebuscado para mi gusto. Pero la novela está bien. Sólo hay dos “es por ello que” cuya lectura casi duele. No me explico cómo no se dio cuenta de que esos galicismos estaban completamente fuera de lugar.

domingo, 4 de diciembre de 2011

"El Mesías" de Haendel en el Gran Teatro de Elche


Ayer asistí a la representación de “El Mesías”, de Haendel, en el Gran Teatro de Elche, pieza habitual de estas fechas pre-navideñas, interpretada por la Orquesta Sinfónica Ciudad de Elche. Fue un buen concierto (esta Orquesta y su director, Leonardo Martínez, son una garantía), aunque de los cantantes solistas el Bajo y la Alto dejaban bastante que desear. En cambio, la soprano, Vania Vatralova-Stankov, nos pareció buenísima, así como la Coral “Discantus” de Murcia. Aunque disfrute con la música del siglo XVIII, especialmente Bach, Vivaldi y Mozart, confieso que hay momentos en que escuchándola no puedo evitar acordarme de Beethoven, en mi opinión, el mejor músico que ha existido, porque su irrupción cambió por completo el panorama musical. Hace dos temporadas, la Orquesta Sinfónica Ciudad de Elche interpretó su tercera sinfonía (la popular “Heroica”), y disfruté muchísimo. Junto a la quinta, es mi favorita. Este año está programada la sexta (conocida como “Pastoral”) y la novena. Habrá que abonarse al Gran Teatro. Adjunto la crónica del Diario Información (http://www.diarioinformacion.com/elche/2011/12/05/mesias-entusiasma/1198535.html ).

sábado, 3 de diciembre de 2011

"Collateral", una obra maestra

Hay películas que ejercen una extraña fascinación que sólo terminas de entender después de verlas nuevamente varias veces. Me ha pasado bastante, pero quizá la ocasión en la que esta experiencia más me sorprendió fue con “Collateral”, la película de Michael Mann protagonizada por Tom Cruise y Jimie Foxx. Es un thriller de acción, es decir, se supone que iba a ser la típica película que entretiene, pero que olvidas apenas una hora más tarde. Esta vez no fue así. De hecho, varios días después seguía pensando en ella, así que como disponía del DVD decidí volver a verla un par de veces más y confirmé que esa fascinación inmediata estaba justificada.

¿Qué tiene esta película? Para empezar una música excelente y algunas escenas memorables; pero, sobre todo, una interpretación insuperable, formidable, cautivadora, y todos los adjetivos que le quieran añadir, de Tom Cruise. Creo que he visto todas las películas de este actor, que casi siempre me ha convencido, pero en “Collateral” su actuación es un escándalo. Incluso un simple aficionado como yo se da cuenta de que es inexplicable que Jimie Foxx fuera nominado a los Óscar por su interpretación y no sucediera así con Cruise.  

La historia es sencilla: un sicario, Vincent (Tom Cruise), llega a Los Ángeles con el objetivo de matar a varias personas, y contrata los servicios de un taxista (Jimie Foxx) para que le lleve a los distintos lugares de la ciudad en que se hallan sus futuras víctimas. Por accidente el taxista descubre a qué se dedica su cliente, y éste le fuerza a que cumpla con el trato y le siga transportando. Vincent no permite que sus sentimientos interfieran en su trabajo. El taxista intenta ablandar su corazón, mostrarle sus acciones desde un punto de vista moral, pero Vincent permanece firme: sólo hay una vida y hay que aprovecharla al máximo, lo cual exige un trabajo lucrativo que te permita cumplir tus deseos. Su determinación es tal que se comporta como una auténtica máquina de matar, y no duda en emplear la brutalidad cuando es necesaria. La escena del club la he visto muchas veces y todavía me sigue impresionando. La atmósfera que crea Mann con la música de Paul Oakenfold (“Ready, Steady, Go") es perfecta. La mirada de Cruise provoca escalofríos y uno casi diría que si le abren la carne aparecerá la aleación de un Terminator. Sus movimientos parecen tasados y el comienzo de la acción es la pura manifestación de cómo se conduce la voluntad huérfana de cualquier sentimiento de humanidad. De verdad que impresiona ver como rompe el riñón, tuerce el cuello y patea al primero de los guardaespaldas que en vano protegen a su próxima víctima.

Además de la escena del club, hay otras, como decía, memorables. La visita al club de jazz para acabar asesinando al músico es extraordinaria. Cuando éste descubre quién es Vincent el espectador puede sentir su terror. También es muy buena la escena que protagoniza Javier Bardem –el narco que encarga el trabajo- junto a Jimie Foxx, o aquella en la que reina el silencio en el taxi mientras suena “Shadow on the sun” y se cruza un coyote por delante del taxi. Pero, sin duda, la escena final de la muerte de Vincent es un colofón dignísimo para tan excelente película. Tom Cruise lo borda nuevamente. Vincent tiene tan interiorizado que la vida está hecha únicamente de presente y de voluntad que hasta para morir se comporta maquinalmente: constata que su herida es mortal y se sienta para dejarse morir. Pero no puede evitar una última reflexión, su única concesión a su condición humana, y susurra: “Guy gets on the subway and dies. Think anybody'll notice?”.


La escena del coyote y el comienzo de “Shadow in the sun”:


La escena del club:


Escena final: